• Sociedad

Con un salario de mil 600 pesos, empleados limpian las calles de Veracruz

  • Juan Eduardo Flores Mateos
Pese al sueldo precario, Juan Morales siempre hizo su trabajo motivado y contento.

Cuando tenía once años, el ahora jubilado Jesús Morales Mendoza caminaba treinta minutos desde la colonia Ruiz Cortines a la colonia Ortiz Rubio para subirse al camión e ir al centro a trabajar de limpia calles.

En ese tiempo miraba matorrales y dunas que sorteaba desde las cuatro o cinco de la mañana para poder abordar el autobús, y así llegar a las seis en punto a la oficina.

A veces esperaba hasta medio día – unas cinco horas- cuando se descomponía el camión para empezar a limpiar las arterias de la ciudad.

Pero eso sí: Él no podía irse a casa a descansar hasta terminar de levantar la basura.

“Muchas veces se descomponía el carro y uno esperaba hasta medio día para trabajar, teníamos que terminar hasta que acabara el mecánico y así terminar hasta en la noche, volver a empezar el trabajo otra vez”, dice agarrando a su nieto de la mano.

Jesús Morales no recuerda un día en especial donde su chamba haya sido pesada, pues todos los días, levantar y limpiar no es tarea fácil. “Hubieron varias veces que nos llevaba todo el día”, dice mientras sostiene un refresco de tres litros, el cual dice es para estar “chiquiteando” en la comilonga del día del empleado de la Limpia Pública que se realizó ayer en el World Trade Center.

A ese lugar los funcionarios públicos llegaron tarde, pues la cita era a las dos, y ellos llegaron casi a las cuatro, por lo que familias tuvieron que salir a comprar refrescos, volovanes y hasta sopas Maruchan para aminorar el hambre.

Dichos funcionarios fueron: El Secretario de Trabajo y Previsión Social, Marco Antonio Aguilar Yunes; el alcalde de Veracruz, Ramón Poo Gil; los diputados locales Ana Guadalupe Ingram y Tonatiuh Pola Estrada; Antonino Baxi, secretario General de Limpia Pública, el líder nacional de la Confederación Obrera Campesina, Isaías González Cuevas y el Senador de la República, Héctor Yunes Landa.

La orden era clara: No servir los frijoles y el pico de gallo hasta que llegaran los invitados especiales, ovacionarlos y gritarles lisonjas mientras le caían los flashes.

 Y cuando lo hicieron, un grupo de Limpia Pública, organizado por un hombre de camisa a cuadros, agitó un cencerro, para acompañar las porras.

No se veía bien si los celebrados eran los trabajadores que día a día se levantan temprano para ir a limpiar las calles de la ciudad y la basura que producen los 552 mil 156 habitantes del puerto jarocho o los funcionarios demorados.

Entre ellos estuvo Jesús, padre de dos hijos que procreó con su primera pareja, con quien se casó a los diecisiete años.

El salario siempre fue sido precario: mil seiscientos a la quincena, sin embargo, todos los días hizo su chamba, motivado y contento. Entre las cosas que se encontró mientras limpiaba una calle del centro fue un celular.

Cuando se le pregunta si ahora la gente tira más basura dice que sí, porque ahora aunque tengan los botes enfrente las personas no los respetan y tiran sus desechos en la calle.

“A la gente aunque le pongas los botes ahí, le importa un comino y la tira en la calle”, dice vestido con una camisa negra y un pantalón de mezclilla.

De las cosas más duras al trabajar era la chamba en los días de Carnaval, donde le tocó cuatro veces ir a recoger la basura.

“Me tocaron recoger desde condones hasta calzones” dice bromeando. “Ah, y un poco de caca”, finaliza para irse a la comida, echarse unos frijoles con pico de gallo mientras los políticos del duartismo antes mencionados sonreían mientras eran alabados.