¡Vámonos Con Pancho Villa!

  • Agustín Güiris
Una de las mejores películas en la historia del cine nacional.

¡Vámonos Con Pancho Villa!

(Fernando de Fuentes, 1936)

Considerada una de las mejores películas en la historia del cine nacional, ¡Vámonos Con Pancho Villa! apuntala el cine nacional en el aspecto discursivo; su crítica social ilustra de una manera descriptiva y cautivante los aspectos que circundaron un periodo tan encumbrado –bajo el beneficioso amparo del vencedor– como lo es la Revolución Mexicana.

El desencanto (medido y un tanto virginal) que se expone durante el desarrollo –y mostrado con mayor claridad en su desenlace– se nutre a través de una lógica que no impera en las cauces de la historia oficialista; la figuración del ranchero que sacrifica su vida (trabajo, familia) por el bien de una nación tiene matices que contrarrestan las posturas aceptadas por la obligatoriedad de la tradición impuesta en las fauces políticas.

Los personajes que guían la historia manejan diversos niveles de consentimiento o duda, de certeza o confusión. Las experiencias que viven en el día a día dentro de la supuesta lucha del, y para el pueblo, no les neutraliza dichos pesares sino que enfrenta sus cavilaciones más personales con discrepancia emocional y humana.

Las sucesiones con que Fernando de Fuentes construye su entramado contienen elementos precisos que van anudando la narrativa general y funcionan, al tiempo, como descripciones autónomamente representativas del amotinado y subversivo mundo al que nos confiere como espectadores.

Las temáticas de estas mismas quedan sumamente claras bajo pretexto de una estructura básica y muy bien llevada a cabo: cada una insertada con eficiencia, incrementada bajo con un ritmo que se emancipa a favor de su propia naturaleza (dejando en sus rastros, y rostros, la esencia misma de la obra; bálsamo ficticio que no ha de curar a una nación) y hasta el preciso cierre; entrada de una nueva unidad.

Si bien esto pareciera la descripción que toda dialéctica cinematográfica debería seguir, no siempre es así. El cine actual peca de vicios y vacíos expresivo/ narrativos que ocasionalmente hacen divagar el razonamiento interno de las tramas. Si a este anteponemos la fecha en que se realiza y estrena ¡Vámonos con Pancho Villa! se justifica a toda razón y “todas luces” su estancia en las listas que la colocan en los primeros puestos que se hace en la evaluación del legado interno del Cine Mexicano.

Cansados de la desigualdad social en el país, de la intemperie dictatorial y el abuso de poder por parte del ejército, un grupo de campesinos deciden unirse a la lucha bajo las órdenes de Pancho Villa. Los acontecimientos que habrán de suscitarse en torno a este pequeño conjunto de hombres que proyectan y comparten sus ilusiones, deseos y peores temores, engloban los argumentos que el director quiso señalar bajo el juicio de lo que a su parecer, y al de Rafael Felipe Muñoz (autor de la novela), realmente significó el conflicto armado.

La imagen del propio Villa es distante a la de otros entramados; no se vanagloria ni socava su personalidad y carácter. No es ese encarnizado o magnánimo ser que se describe en distintas aristas de la historia, sino que se le muestra como un personaje sediento de requiebros y loas personales. Enérgico ante la conveniencia de la batalla pero a la vez temeroso de las complicaciones y los efectos/secuelas de sus actos y los de los suyos.

Tristemente negada y poco vista en su año de estreno (revalorizada hasta la década de los sesenta), obligó a que la obra de Fernando de Fuentes se redireccionara a temáticas y formas más populares como el melodrama romántico ranchero (que en muchos aspectos él origina junto a sus claves más predominantes) mismas que hicieron de su legado una escuela que afianzó al cine mexicano como un portento de llamamiento comercial, pero lo alejó de sus intenciones primarias: el sentido autoral.

Con el apoyo de la hábil y bella fotografía de Jack Draper (Gabriel Figueroa colaborando), la partitura original de Silvestre Revueltas y el montaje de Joseph Noriega, ¡Vámonos Con Pancho Villa! no tiene que pedirle nada al cine de sus contemporáneos. Es más, su visión audaz en técnica y formalidad aún atrapa y guía con reposo y sensatez; sus extremidades se llenan de cine a cada paso y no es sino más que una exigencia su captura y experiencia para todo el amante del cine, sobre todo para el nacional.

¡Vámonos con Pancho Villa! de Fernando de Fuentes

Calificación: 4 de 5 (Muy Buena). 

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Agustín Güiris

Realizador independiente y profesor de cine en diversas instituciones. Realizó un Master en Dirección Cinematográfica en España y ha dirigido y producido cortos de ficción y diversos proyectos de documental.