El Hombre de Mármol

  • Agustín Güiris
escribe a detalle el uso propagandístico que se dio durante los años del estalinismo...

Czlowiek Z Marmuru/El Hombre de Mármol

(Andrzej Wajda, 1977)

No podemos negarnos al hecho de que el cine de Wajda sea uno de los más leales al que cualquier espectador se pueda enfrentar en sus reconocimientos fílmicos. La fuerza con que entretejió las problemáticas sociales y políticas de su nación aún resulta de lo más franco en cuanto a visión y hechura, sus películas son un retrato intimista de la Polonia que vivió y vio desarrollarse con las trabas propias de los sistemas políticos que en ella se inscribieron con el paso de los años. La honestidad de su cámara y la medida de su capacidad en la dirección histriónica aún se respira de amena manera en el cine contemporáneo. Su obra se determina por una pasmosa naturalidad y continúa como un gran ejemplo de un cine fresco, intelectualmente atrevido y de alta calidad narrativa.

Con un Hombre de Mármol estamos ante un cine que denuncia, imputa y apuntala directamente un espacio en concreto de la historia de la Polonia de posguerra. Describe a detalle el uso propagandístico que se dio durante los años del estalinismo mediante la creación de ídolos y figuras cuasi heroicas, salidas estas de los trabajadores y obreros que construían las nuevas ciudades, para un acercamiento más vital y acomodado con las clases bajas. El aprovechamiento de dichas figuras y su abuso: su escrupulosa y controlada alza en los peldaños políticos por parte del gobierno hasta su obligada caída cuando ya no eran más necesarios. El manejo de esas altas cúpulas de los años 50 quedan, entonces, al descubierto, pero también los encubrimientos propios de los años en que fue presentada la cinta. Esto claro, bajo el desenvuelto e interesante atuendo propio de la filmación de una película, tributo conciso a todos los estudiantes de la escuela de Łódź y al propio género del documental.

Bajo un montaje paralelo que anuda de ejemplar manera dos épocas remotamente semejantes, nos encontramos de lleno con Agnieszka –estudiante que filma su proyecto de titulación– y todos los impedimentos a los que se enfrenta al tocar un tema delicado que al parecer nadie quiere recordar: el ascenso y declive de uno de los líderes obreros más carismáticos, símbolo del movimiento estajanovista, Mateusz Birkut. Revisando a detalle el escaso material que existe sobre el tema (parte de este verídico), la realizadora debe de abocarse a encontrar las voces que llenen los recovecos de una historia cuyo misterio se entrevé en una lógica de despecho político que sólo requiere de las pruebas fehacientes para poder ser comprobado. Es durante sus pesquisas que transitaremos entre los espacios temporales que enmarcan el encadenado y que habrán de dejar tanto un espacio abierto a la respuesta definitiva de lo sucedido, como una idea muy clara de los tratos y directrices por parte de la sombra del poder.

Bajo una activa puesta en cámara, el ritmo de la cinta se va dando paso de manera ágil gracias a la cuasi espontánea actuación del elenco y la cándida fotografía de Edward Klosinski; impresiones interiores y exteriores de un país que trata de encontrar las formas para su sedimentación. El montaje de Halina Prugar-Ketling por su parte no se queda atrás, su pauta enriquece la cadencia del filme y apuntala la lógica de los cambios temporales; las elipsis se vuelven tan comunes y nativas que formamos parte de la propia producción de la cinta dentro de la cinta.

Con un Hombre de Mármol encontramos, pues, una radiografía de los objetivos de Wajda como realizador. De sus intenciones siempre evocativas y apasionadas hacía su país, su gente y los hechos que les hicieron vivir bajo ciertos regímenes por décadas. Con su lamentable fallecimiento en 2016, es cierto, se perdió una de las asignaturas que más ofrecieron al cine una capacidad de revelo social, de carga significativa al detalle del manejo del estado y la lucha del pueblo. Una de las manos más firmes en ese tipo de coyunturas tan relevantes en el mundo de hoy día que a bien se ejemplifica y se detalla de magistral manera con esta cinta, El Hombre de Mármol; obra realizada bajo un excelso balance de señalamiento y narrativa. Característica esencial de la maestría de Wajda.

El Hombre de Mármol de Andrzej Wajda

Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena).