La sociedad de la vigilancia y la resistencia al acceso a la información

  • Eduardo Barrios
No es nada fácil reconocer que renunciamos todos los días al poder de los datos

(…) El hecho de escribir ABAJO EL GRAN HERMANO o no escribirlo, era completamente igual. Seguir con el diario o renunciar a escribirlo, venía a ser lo mismo. La Policía del Pensamiento lo descubriría de todas maneras. (…) El crimental (crimen mental), como lo llamaban. El crimental no podía ocultarse durante mucho tiempo. En ocasiones, se podía llegar a tenerlo oculto años enteros, pero antes o después lo descubrían a uno.

Las detenciones ocurrían invariablemente por la noche. Se despertaba uno sobresaltado porque una mano le sacudía a uno el hombro, una linterna le enfocaba los ojos y un círculo de sombríos rostros aparecía en torno al lecho. En la mayoría de los casos no había proceso alguno ni se daba cuenta oficialmente de la detención. La gente desaparecía sencillamente y siempre durante la noche. El nombre del individuo en cuestión desaparecía de los registros, se borraba de todas partes toda referencia a lo que hubiera hecho y su paso por la vida quedaba totalmente anulado como si jamás hubiera existido. Para esto se empleaba la palabra vaporizado. (George Orwell, 1984)

Es un fragmento de la conocida obra de George Orwell en el que relata una sociedad policial donde el estado asume un control total sobre el individuo, un relato ficcional que se asemeja a la realidad que han denunciado periodistas y activistas en México.

Es bien conocido que la sociedad, en la actualidad, enfrenta diversos dilemas éticos relacionados con las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) que atentan contra ciertas libertades y derechos.

Parece ser que no todos se encuentran muy bien enterados sobre el poder que se ha conferido a diversas empresas tecnológicas que hoy concentra peligrosamente un poder sobre los datos / metadatos de los usuarios, quienes todos los días comparten informaciones a través de sus plataformas y exponen emociones-expresiones de las formas en las que se apropian del mundo.

No es nada fácil reconocer que renunciamos todos los días al poder de los datos al aceptar políticas de privacidad que se apoderan de ciertas informaciones y no necesitan, en todo caso, instalar un malware como Pegasus, para poder saber qué haces, cómo lo haces, cuando lo haces, con quién y para qué (entre otros detalles).

Sin la cooperación (voluntaria e involuntaria) de los usuarios de todo el mundo, no hubiese sido posible un mundo del Big Data, que, en el sentido más optimista podría ayudar a prevenir catástrofes humanitarias, pandemias entre otros fenómenos sociales y naturales que antes arrasaron con poblaciones enteras, pues el análisis de un conjunto masivo de datos puede encausarse para fines tan nobles como los de salvar vidas humanas.

La otra cara de la moneda radica en la utilización perversa de esas informaciones para beneficios e intereses supranacionales, estrategias de guerra y vigilancia-control estatal.

Así, la renuncia a nuestra privacidad, junto con software/malware construido ex profeso para la vigilancia y espionaje, daña y vulneran a los ciudadanos, los lastiman moral e incluso físicamente cuando los estados deciden intervenir a partir del análisis de informaciones sobre ciertos individuos espiados.

El camino de la sociedad en la que vivimos sigue orientado a la vigilancia, alentada y aceptada para “sentirse más seguros”. Así, tenemos diversos dispositivos de control que permiten establecer registros puntuales de las conductas y patrones que seguimos los individuos en nuestra toma de decisiones.

Una tecnología en perfeccionamiento (web semántica), permite analizar un conjunto de datos y predecir a partir de la totalidad de servicios, consultas o críticas, las opciones más adecuadas para cada individuo.

Suena muy bien para quienes entendemos que las TIC deben tener un propósito elevado que considere el desarrollo y bienestar humano.

Pero no podemos obviar un análisis más complejo que permita observar la existencia de elementos diversos que intervienen en la toma de decisiones sobre los datos masivos y la utilización política de las TIC, que hoy se concentran en unas cuantas empresas en todo el mundo.

“Google es un monopolio aún más poderoso de lo que eran hasta ahora las cadenas televisivas o las cuatro empresas musicales. Está creciendo con un ritmo de apropiación de recursos que nunca habíamos conocido. Por ahora aparece como una actividad generosa, de apertura de contenidos, pero cuando multiplique su propiedad es previsible que Google quiera subir el costo restringiendo el acceso a los bienes culturales”, señaló Néstor García Canclini durante una entrevista realizada por  Agustín Scarpelli del diario Clarín.

No solo es Pegasus, dentro de una sociedad hipervigilada, también tenemos organizaciones e instituciones del estado que contribuyen al fenómeno y parece que no tienen intenciones de dar marcha atrás.

De acuerdo con el informe de la Red por la Defensa de los Derechos Digitales, publicado en noviembre de 2016, existe evidencia científica sobre el espionaje y la utilización de metadatos para conocer información sensible sobre las personas.

Puedes consultar el informe aquí

Dentro de las evidencias, la “R3D” evoca un estudio de la Universidad de Stanford en el que se analizaron metadatos de 546 voluntarios y cuyas conclusiones permitieron conocer información privada sobre las personas como su estado de salud o enfermedades.

Según el mismo informe, se han realizado esfuerzos internacionales para elaborar los Principios Internacionales sobre la Aplicación de los Derechos Humanos a la Vigilancia de las Comunicaciones.

Dentro de lo que se conoce como controles democráticos de la vigilancia estatal, se encuentra que “la vigilancia masiva no puede, en ningún caso, considerarse una medida legítima por parte del Estado”, según sostiene el informe citado.

Junto con la vigilancia estatal se encuentra el tema de la transparencia y el acceso a la información pública que históricamente en el país ha sido manipulada por instituciones que utilizan cualquier clase de argumento para desechar solicitudes de ciudadanos sobre diversas temáticas como la forma en la que se manejan los recursos públicos.

La R3D reportó 573 solicitudes de acceso a la información pública con la intención de obtener información sobre estadísticas de acceso a versiones públicas de las solicitudes de instancias federales de los 32 estados relacionadas con la vigilancia.

No obstante la interposición de 213 recursos de revisión por parte de la R3D y luego del reconocimiento por parte del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) sobre la legitimidad de la exposición pública que debe tener la información sobre medidas de vigilancia, persiste una grave discrecionalidad en la materia, así como un estado de permanente simulación en la garantía del derecho humano a la información.

Ejemplos contundentes de la vigilancia que vivimos lo encontramos precisamente en estados como Veracruz, que durante 2013 a 2015 a través de la Fiscalía General del Estado, fue la segunda instancia gubernamental tan solo por debajo de la PGR que realizó solicitudes de acceso a datos conservados por empresas de telecomunciaciones, esto, tomando en cuenta estadísticas oficiales, en las que los números pueden estar manipulados. 

Fuente: Red en Defensa de los Derechos Digitales.

¿Cuánto de lo que hoy escribimos ya sabían las autoridades que sería publicado el día de mañana?, ese es el nivel de desconfianza y daño a la moral pública y la violación a los derechos humanos que ocasionan esas prácticas antidemocráticas por demás repudiables que ejecutan los gobiernos. 

Así las cosas, usted, ¿qué piensa?, lo invito a que me deje sus comentarios en mi cuenta de Twitter, @EduardoBarrios_, por allá hablamos de todo en digital.

Fuente: Red en Defensa de los Derechos Digitales. (2016). El estado de la vigilancia, fuera de control. Disponible aquí.