Mentira, el dinero no genera lectores

  • Alma Espinosa
Existen diversas formas de crear comunidades lectoras. Solo hace falta el interés.

Es una rotunda mentira decir que cero pesos es igual a cero lectores. No importa si tenemos dinero para vivir sin preocupaciones o si vivimos “al día”, cuando hay un interés en la lectura no habrá obstáculos económicos para leer lo que sea.

Es muy fácil culpar la situación económica para no ser conscientes que la lectura va más allá de disponer de dinero para comprar decenas de libros. La lectura está en todas partes a costos accesibles y hasta gratis.

Al decir costos no solo me refiero a los económicos, sino al interés de buscar los medios para acercarse a la lectura, no solo de libros físicos. Puede haber lectura de imágenes y de creaciones artísticas que no requieren de mucho esfuerzo físico y económico para leerlas.

Hace unos días conocí dos investigaciones que realizaron egresados de la especialización en Enseñanza de la Lengua y la Literatura que se imparte en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Xalapa. Se trata de las tesinas de Gabriel Rafael Hernández Galicia y Graciela Blanco Amaya.

Ambos eligieron como tema de estudio la promoción de la lectura en adolescentes y jóvenes. Gabriel lo realizó en una institución educativa privada de renombre, ubicada en el puerto de Veracruz; mientras que Graciela lo realizó en una secundaria técnica de Perote.

Gabriel fue consciente de que la lectura no podría entrar en la vida de los jóvenes lejos de la escuela, ya que por las tardes está ocupados jugando golf, tiro con arco, ballet, natación... Graciela encontró que los jóvenes de su estudio tienen falta de interés, carencias económicas y la necesidad de emplearse en tareas redituables.

Los dos egresados, sin conocerse siquiera, concluyeron que la familia y el entorno social juega un papel esencial en la formación de lectores. Es imposible que surja un lector si en casa no vio a sus padres y la gente que lo rodeaba disfrutar de una lectura.

Un caso más que nos demuestra que el dinero no tiene nada que ver para formar lectores, es el de Gabriela Hernández Gómez a quién ya he citado en este espacio. Gabriela, también egresada de la especialización, ganó el Premio al Fomento a la Lectura y a la Escritura 2016 en la categoría Escuelas públicas de educación básica, gracias a un taller de lectura que emprendió en una zona marginada.

No importa si se tiene dinero. Existen diversas formas de crear comunidades lectoras. Solo hace falta el interés de las personas (mediadores) que, en primer, lugar sean lectoras (pareciera obvio, pero hay mucho charlatán que se dice promotor de lectura y no lee); se preocupen por su comunidad y no solo en su interés personal; tengan sensibilidad para reconocer los gustos y necesidades de los demás, y quieran transformar su realidad al formar ciudadanos reflexivos, ocupados, preocupados por el otro, capaces de tomar decisiones y propositivos. 

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Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.