El muro

  • José Luis Ortega Vidal
Cerrar sus puertas no sólo a México –vía el muro- sino al mundo ¿le dejará dividendos?

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El sistema económico capitalista surge en el mundo como consecuencia de múltiples transformaciones histórico-económicas a través de los siglos.

Si hay que ponerle una fecha, diríamos que fue en el siglo XVII. Si por fuerza se le ha buscar un padre: pensemos en Adam Smith.

Del sistema capitalista, generado según la teoría marxista (El Capital) a partir de una evolución del esclavismo y el feudalismo sumado -de acuerdo al filófoso John Locke- al pensamiento liberal, arribamos a la Revolución Industrial con la invención del barco de vapor, del telar mecánico y las máquinas de hilar en el siglo XVIII.

Federico Engels llamó a este fenómeno el “conjunto de transformaciones técnicas y económicas que caracterizaban a la sustitución de la energía física por la energía mecánica de la maquinas, el cambio a la producción manufacturera por la fabril en el proceso de producción capitalista.”*

El capitalismo “en los EUA se inició en la primera mitad del siglo XlX, con el factory system o sistema industrial de los estados norteños, quienes desarrollaron la gran industria, que inició su difusión, por lo menos en el ramo textil, con lo que el número de establecimientos industriales concentrados se multiplicó, sobre todo desde 1825; mientras que, la industria metalúrgica y las minas de carbón eran explotadas en escala modesta.

Su expansión económica era entonces extensiva, más que intensiva. Por otra parte, los estados del sur, en los que prosperaba el cultivo de algodón, eran exclusivamente agrícolas y vivían del trabajo de los esclavos; pero ya en este periodo, el incremento de las vías férreas, puertos y medios de comunicación anunciaban su desenvolvimiento capitalista futuro.”**

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Hasta 1848 México abarcaba un extenso territorio que incluía al estado de Coahuila-Texas y los de la Alta California, Wyoming, Nevada, Arizona, Utah y Nuevo México, así como parte de Colorado, Kansas y Oklahoma, lo cual se perdió tras la invasión norteamericana de 1847-1848.

Texas se independizó de nuestro país en 1935 y conformó su propia República.

Fue anexada a Estados Unidos en 1845 lo que desató hostilidades entre ambos países en 1846 porque México no había reconocido la separación texana y finalmente la invasión norteamericana de 1847-1848.

La guerra de independencia de 1810-1921 representó el nacimiento de un nuevo país: México, pero al mismo tiempo generó un parto histórico lleno de dolores por la falta de una identidad definida entre sus pobladores –circunstancia que aún vivimos- la ausencia de estabilidad política por la existencia de diversas ideologías que pugnaban por imponerse en el nuevo escenario histórico y la escasez de recursos tanto humanos como materiales y financieros para dar cohesión a ese gigante territorial que fuimos.

Nuestro vecinos norteamericanos, angloparlantes, la mayoría provenientes de la Gran Bretaña compraron a Francia La Louisiana y a España La Florida para sus planes de extensión territorial con una visión muy específica: acrecentar su industria, su comercio, fortalecer su identidad protestante basada en la convicción de estar protegidos por Dios y en pocas palabras convertirse en la metrópoli, el imperio que son hoy, vía su consolidación capitalista.

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La independencia de Estados Unidos ocurrió en forma paralela a la Revolución Francesa.

Es decir, su separación de Inglaterra se dio en el contexto de lo que conocemos como las Revoluciones Liberales del siglo XVIII.

Estos movimientos armados, por tanto, poseen la fortaleza de un andamiaje ideológico temprano que motiva a franceses y americanos a luchar unos contra la monarquía y otros contra el imperio y hacerlo con éxito.

En México, como en el resto de Latinoamérica, las revoluciones o guerras de independencia principalmente de España y Portugal, ocurren animadas por las Revoluciones Liberales y en un contexto distinto: la debilidad de las metrópolis como los grandes imperios navieros que fueron y su anquilosamiento en sistemas económicos que iban de salida: el feudalismo y la esclavitud, sin visualizar a cabalidad, hasta ese momento, la llegada del capitalismo ni la revolución industrial.

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El muro que el pasado 25 de enero ordenó construir Donald Trump abarca toda la frontera entre dos países que tienen un origen común: la expansión europea hacia suelo americano pero son al mismo tiempo muy distintos.

Mestizos, católicos, los mexicanos llamamos a la unidad patria en torno a un presidente probadamente corrupto como Enrique Peña Nieto en el momento que nos sentimos agredidos por Estados Unidos.

En sentido estricto Estados Unidos nos ha agredido siempre: la administración de Barack Obama, por ejemplo, deportó 2.5 millones de migrantes pero sonreía de modo tal que lo aplaudimos.

Por su parte Estados Unidos es un país protestante, convencido del destino manifiesto, agresivo y que ha conseguido su desarrollo imperialista no sólo pasando por los derechos humanos y la vida de América Latina entera, sino a través de la guerra, la conquista y la violación y saqueo de Africa, Asia, Oriente Medio y parte de Europa.

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Llama la atención un detalle: Estados Unidos creció y mantuvo su hegemonía en el contexto de la globalización vía el libre mercado, el liberalismo que pregona la ideología capitalista.

Cerrar sus puertas no sólo a México –vía el muro- sino al mundo ¿le dejará dividendos?

El mundo no funciona así pero es algo que Donald Trump no parece entender.

El tema del muro se vincula a rubros como el terrorismo, el tráfico de drogas y la industria que en el ámbito geopolítico requiere de mega mercados y mega generadores de materia prima.

Ningún país, por sí solo -ni el monstruo que es Estados Unidos- puede operar tales aspectos sin el concurso mundial y el muro pero sobre todo la actitud de Trump invita al terrorismo, soslaya la responsabilidad de su país en el tema de las drogas y habla como si se bastaran por sí mismos para sostenerse en un universo de competencias industriales y comerciales globales.

De esta agresión, una más de las que históricamente Estados Unidos nos ha atizado a los mexicanos, queda –entre muchas- la lección de ser autocríticos, exigir a nuestras autoridades y exigirnos a nosotros mismos: justicia, libertad, respeto a la identidad multi e inter cultural que nos definen y capacidad de auto-organización, autonomía-social, fortalecimiento institucional en el sentido más profundo de estos términos.

Dejar de ser el patio trasero que regala muertos al más grande mercado consumidor de drogas que es EEUU y combatir a fondo la corrupción, serían dos grandes pasos a propósito del muro que recuerda con toda claridad lo ocurrido con los humillantes tratados de Guadalupe-Hidalgo, donde Manuel de la Peña y Peña y Luis de la Rosa optaron por entregar la mitad de México antes que continuar con las hostilidades que continuarían posteriormente provenientes de otros países y fuerzas que nos apreciaron débiles y vulnerables. En parte lo seguimos siendo, por nuestra incapacidad para fortalecernos nosotros mismos.

Una noticia publicada en el diario Excélsior en septiembre del 2016 establece 

“Alertan de viajar a 24 estados del país;

 

evalúan condiciones de seguridad”***

La lista de las 24 entidades peligrosas incluye a la fronteriza Coahuila.

Del otro lado, en está Texas con la ciudad de Houston, la cuarta más grande de Estados Unidos que lleva ese nombre en honor a Sam Houston, líder en la batalla de San Jacinto donde derrotó al ejército mexicano comandado por Antonio López de Santa Anna, quien lo había derrotado previamente en El Alamo.

En Houston se ubica el Centro de Control de Misión de la NASA y el Texas Medical Center, la mayor concentración de instituciones de investigación y de salud del mundo.

A esos hospitales acuden los políticos y las familias ricas de México.

A los pobres, los colocan en el Seguro Popular y los involucran en enredos sobre inyecciones de agua para combatir el cáncer, medicamentos caducos y pleitos políticos personales y de grupo.

A Coahuila y Texas, entidades que alguna vez fueron una sola, las separa un mundo de desarrollo y ahora un muro en construcción del que todos somos responsables.

 *http://www.historialuniversal.com/2010/09/revolucion-industrial.html

**http://portalacademico.cch.unam.mx/materiales/prof/matdidac/sitpro/hist/univ/univ1/HUMCI/EUA.htm

*** http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/09/04/1114888