El lunes más triste del año
- Alberto Delgado
Hoy, muchos no sabíamos, pero al despertar, estábamos a punto de entrar de lleno a uno de los días más temidos del año: el llamado “Blue Monday”, o el “Día más triste del año”. Yo sé que no se trata de llevar la contraria, y si nos ponemos estrictos, seguramente no faltarán los motivos para sentirse triste, pero por más que le busqué, no pude ponerme a tono con el día más deprimente.
Para empezar, es difícil entrarle a un día con ánimo deprimente si en Xalapa amanece con un sol esplendoroso y casi hace calor. Vi las noticias y una de esas “notas internacionales” anunció que hoy tiene lugar el llamado “Blue Monday”, que se refiere a una estrategia publicitaria que se publicó en 2005 para vender viajes, y fue rápidamente adoptada por el público y los medios de comunicación como un estudio real, con fórmulas matemáticas y todo. Confieso que por un momento me sentí mal, pero no me duró mucho.
Básicamente, lo del asunto del “Lunes Más Triste" se trata de una ecuación que tiene en cuenta factores como: El factor climático, las deudas que se contrajeron a final del año pasado, el tiempo que ha pasado desde navidad, los días que pasamos cumpliendo nuestros propósitos de año nuevo (fallidos ya a esta altura), las motivaciones que nos quedan y la necesidad de hacer algo para cambiar nuestra vida. El principal problema con esto es que aunque le demos valores numéricos a cada uno de estos factores, y llevemos a cabo la ecuación, el resultado no tiene unidades cuantificables (el resultado está en ¿años? ¿metros? ¿manzanas?). Eso se debe a que el autor de dicho “estudio” es Cliff Arnall un psicólogo charlatán que se presenta a sí mismo como un “consultor de felicidad” (cualquier cosa que sea eso), y no sabe mucho de matemáticas ni de fórmulas.
Así que, dispuesto a demostrarle a ese científico lo equivocado que está, salí a la calle con la idea de que nada podría afectarme, y eso fue cierto hasta que llegué al Registro Civil a realizar un trámite y me topé con que había que hacer hora y media de fila para ser atendido, y que además, la fila había que hacerla en pleno sol, como si fuera procesión de Semana Santa o algo por el estilo, todo para que, cuando estaba a punto de ser atendido, se “cayera el sistema” , me quedara sin hacer el trámite, insolado y deshidratado, y con la sensación de haber perdido todo el día sometiéndome a un castigo inmerecido. Blue Monday, ganaste una.
Pero luego recordé que todos los lunes son feos. Todos los lunes son empezar de nuevo, pero en feo. A menos que a usted le pase lo que a mí, que es mi día de descanso, lo cual me hizo desarrollar “inmunidad de lunes”. Lo que le estoy diciendo, amable lector, es que no se deje llevar por pseudo científicos que quieren hacer que usted y yo nos la pasemos mal en un mundo en el que es muy fácil pasárselo mal. Finalmente, la fórmula del Blue Monday, sin resultados cuantificables, sin rigor científico, sin razón de ser, se trata de una preocupación por dinero. En este año tenemos muchos días más para preocuparnos por dinero, así que no hay por qué darle a este día el poder de deprimirnos. Un amigo me dijo hace muchos años: “Me voy a empezar a preocupar por el dinero cuando tenga mucho”. Y yo le creo.
Lo triste, en todo caso, es que el “Lunes Triste” suena perfectamente lógico en una sociedad como la estadounidense, cuyo principal motor es el capital, el mercado, la economía, el dinero. Tal vez, sólo tal vez, en la nuestra no sea del todo sensato preocuparnos mucho por eso (ni que tuviéramos dinero). Al final, lo del gasolinazo y los aumentos indiscriminados a todo ya tienen quince días de haberse presentado, y parece que no hay marcha atrás. Que eso nos ponga tristes hoy, suena a que andamos atrasados de noticias, y seremos pobres, y estaremos pésimamente gobernados, pero atrasados de chismes, ¡nunca!
Así que relájese, disfrute lo que queda del lunes triste y póngase de buenas. En una de esas pasa un “Lunes Triste” disfrutando del bondadoso clima xalapeño y sintiéndose muy a gusto. Por mi parte voy a intentar recomendarle algo de música para lo que resta del día. Le voy a colgar aquí el enlace de la primera canción “a capella” que logró colocarse en los primeros lugares de las listas norteamericanas, allá por 1988. La canta el gran Bobby McFerrin y es un rolón. Escuche esto y no se deje entristecer hoy, aunque sea para llevar la contraria. Disfrute. Nos leemos el lunes.
Sígame en tuiter. No se va a poner más feliz, pero tampoco se le va a pegar lo triste. @albantro