El arte de ganar perdiendo

  • Rafael Antúnez

Existen dos tipos de políticos: los que roban y los que lo niegan. Siete de ellos compiten, unos con mayor ardor, otros, con más pena que gloria, por la gubernatura de Veracruz.

El reciente debate entre los mismos, nos enseñó que también pueden ser divididos en dos categorías: los candidatos muppets, y los que mueven los hilos.

De entre los primeros, hoy nos ocuparemos de Armando Méndez de la Luz, experto en competir y perder, pues tanto él como su partido han descubierto que “perdiendo, ganan”.

Claro ejemplo de político veleta que milita en un partido veleta, Méndez de la Luz, un Oso Figueredo, pero sin gracia, ostenta una larga y gris carrera política, y un paso por la Universidad, cuya huella más significativa es el hecho de que las generaciones egresadas, del 78 al 82, de la Facultad de Administración les fue impuesto sin consultarles su nombre, según nos dice un “modesto”  de la Luz en su página web. Que sea el propio Méndez de la Luz quien lo pondere, sin mencionar cuáles fueron los méritos para imponer su nombre a esas infortunadas generaciones, habla más de su ego que de sus logros.

De su paso por la alcaldía de Xalapa, sólo queda el recuerdo de su peregrina idea de imponer un horario para cerrar los bares a temprana hora y su fidelidad (hasta el infinito y más allá) a un político impresentable como Dante Delgado: su jefe, su gurú, su Gepetto.

Militó en el PRI, donde aprendió mucho de lo que sabe y fueron priistas los que impulsaron su carrera. Priistas como Fernando Gutiérrez Barrios. Pero, en un país sin memoria, es mejor no decir de qué cloaca política se proviene y es mejor envestirse, aunque se carezca de méritos y de ideas, como un hombre que podría conducir los destinos de Veracruz (“si ya lo han hecho otros” pensará).

Este hombre cansino de discurso soporífero (como si su dieta estuviera hecha de Valium, Nambutal y té de paciflora), dice querer gobernar Veracruz y para convencernos de que votemos por él, nos propone cosas tan llamativas y convincentes como estas (que extraje de su página web):

Jóvenes: “Impulsaremos mecanismos de inserción laboral, cultural y recreativa para los jóvenes”. Lo que traducido al español significa: “Bla, bla, bla…

Equidad de género: “Se garantizará el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, la seguridad social y la igualdad salarial con los hombres”. 

En el renglón que él titula “Personas con discapacidad”, se anota esta grosera puntada: “Programa de adecuación de los espacios públicos”. ¿Qué quiere decir con ello? Con gusto se lo traducimos: Bla, bla, bla…

Podríamos seguir enumerando sus “propuestas”, pero uno corre el serio riesgo de que el improbable lector, piense que me lo estoy tomando a chanza: no, todo lo contrario, esto es serio, debería ser muy serio.

El señor Méndez de la Luz se cuida muy bien en todas sus propuestas de decirnos cómo haría para lograr que funcionen porque es obvio que no tiene la menor idea de ello. Porque es obvio que no está compitiendo para ganar, sino para que otro gane. Esa es la forma en que garantizan la obtención de recursos ciudadanos para su partido.

Que sea el candidato del partido que filtró o vendió el padrón electoral (¡por segunda ocasión!), bastaría para descalificarlo como un candidato serio para esta o cualquier otra elección.

Con menos de dos puntos en las últimas encuestas, Méndez de la Luz sigue despilfarrando el dinero ciudadano en inútiles comerciales y ofensivos videos, patéticos mitines…

¿Por qué seguir si la realidad, a cualquier persona honrada le indicaría que es inútil?

La respuesta es sencilla: al partido Movimiento Ciudadano, en Veracruz, se le otorgaron 18,547,062.00, de los cuales, 400 millones se manejan de manera discrecional, es decir que hacen con ellos que se les da la gana y no entregan cuentas a nadie.

Por ello, lo último que le importa a este candidato es ganar: ya ganó.