Universidad Veracruzana: viva y solidaria

  • Eduardo Barrios

Marcharon miles de estudiantes, académicos, investigadores, de todas las corrientes ideológicas, estratos sociales, vueltos todos, una comunidad que desbordó las aulas universitarias para llenar de esperanza y júbilo las calles de Veracruz, en defensa de la Universidad Veracruzana –como el nombre del colectivo que convocó-, todavía más, en defensa de la universidad pública.

En este mismo espacio, nos preguntamos apenas la semana pasada si habría una respuesta por parte de la comunidad universitaria digna de la Máxima Casa de Estudios de los veracruzanos. Además, reflexionamos sobre la solidaridad y la necesidad de entender la movilización en un contexto de recortes a la educación pública del que están sufriendo las universidades en el país y en América Latina.

Miles de estudiantes, académicos, investigadores, personal de la UV hicieron a un lado sus diferencias para defender un interés común de absoluta importancia en un contexto crítico y convulso como el que vive el estado.

Fue amplia la convocatoria, puntuales los asistentes, respetuosos de las reglas difundidas por el colectivo “En Defensa de la UV” –por aquello de las preguntas y comentarios de una marcha “autorizada”-, diversas las expresiones que fueron desde cantos, lecturas, declamaciones, pronunciamientos, la bamba, adaptada su letra para que sus versos y música por un día, fuera también UV.

Para que no quedara duda de lo genuino y organizado de la manifestación, cientos de estudiantes se quedaron hasta el final para recoger la basura generada durante la marcha.

La Rectoría de la UV manifestó su respeto y apoyo al colectivo, a la vez que se desmarcó de la organización del evento y declaró en voz de la Rectora, Sara Ladrón de Guevara que respetarían los tiempos, tiempos estos, de diálogo y negociación, según consideró la Rectoría universitaria.

Hubo solidaridad, miembros de la comunidad universitaria lograron extender el reclamo en diversos puntos del estado, así, el puerto de Veracruz también se sumó a la voz colectiva de “la universidad no se vende, se defiende” o la respuesta “Arte, Ciencia y Luz” después de la lectura de un pronunciamiento. El asunto de lo solidario se extendió en redes sociales, principalmente Twitter que logró posicionar el “trending topic”, la tendencia pues, #TodosSomosUV, con el que cientos, miles de usuarios compartían al momento imágenes o muestras de apoyo a lo acontecido el histórico 26 de febrero.

Claro, es histórico, primero porque en un contexto de aliento a la despolitización o la poca o nula capacidad de organización de la sociedad civil para defender sus derechos –que no sean porque fueron pagados por algún partido político para defender intereses mezquinos-, lo que resulte de una manifestación, es digno de aplaudirse y celebrarse, máxime cuando esas expresiones salen de una Universidad que representa de por sí, un símbolo democrático y una expresión de la diversidad y pluralidad de voces.

La UV junto con algunos de sus miembros, lograron vencer la inercia y el temor insultante pero comprensible –en pocas ocasiones- de quienes en algunos momentos preguntaban si la manifestación estaba “autorizada”, síntoma de una sociedad y cultura que exhibe la contemplación y la subordinación heredada de grupos políticos de “líderes” –desde sindicales hasta estudiantiles- que privilegiaron la “componenda” antes que la defensa legítima del interés común, de líderes que apartaron el diálogo abierto y generación de acuerdos equilibrados que permitieran resolver el conflicto para ambas partes en el marco de lo comprensible y que si eso no era posible, lograran emprender acciones para defender sus causas.

Interesante fue la participación de ciertos consejeros estudiantiles –como siempre, no de todos- que se mostraron solidarios, después de todo, la marcha no iba dirigida a la casa, sino al gobierno estatal, porque hay que decirlo, también existen esos representantes de los estudiantes cuyos nexos políticos les nublan la visión en favor de su creencia partidista y se repliegan para no dañar sus propios intereses de cara a una vida activa en institutos políticos ajenos a la casa de altos estudios.

La universidad es pública porque se logra una recreación de lo que es público.  En sus aulas se reafirman valores que deben ser promovidos en el resto de la sociedad y que surgen como producto de debates en relación a temas de la mayor relevancia para la sociedad.

Fue una marcha significativa precisamente porque representó a la señera institución, y si la universidad es una expresión de la sociedad, entonces la sociedad estaba en las calles;  fue pues, una marcha que defendió un interés superior, la garantía del derecho a la educación y el acceso al conocimiento.

Cuando se defiende una universidad, se defiende la diversidad de proyectos que ella alberga, es decir, se defiende la pluralidad y la vida democrática.

La universidad tiene como tarea entregar conocimientos y herramientas para diversos propósitos como la formación de ciudadanía responsable, que entienda contextos para la defensa de sus derechos, que promueva la participación política entendiendo lo político desde sus aulas, entonces, el 26/02, hubo clases.

Después de la marcha, queda observar lo que habrán de hacer los demandados, la expresión de los universitarios y su mensaje ya corrió, la UV, se defiende.

La respuesta a mi cuestionamiento de la semana pasada fue contundente: la universidad a pesar de todo, se encuentra viva e intenta ser solidaria.

Ustedes, ¿qué piensan?, los invito a enviar sus comentarios a mi cuenta de Twitter @EduardoBarrios_ o bien manden DM, allá hablamos #DeTodoEnDigital.