• Veracruz

Óscar, jarocho con ceguera que cuida a su hermana con Down

  • Ángel Cortés Romero
Poco a poco, Óscar va aprendiendo braille y a caminar entre la gente con bastón en un Centro de Educación para Trastornos Visuales

Un golpe que recibió en el ojo izquierdo hace 34 años en una pelea de la que recuerda poco, debido a que se encontraba alcoholizado, fue el comienzo de la pérdida de la visión para Óscar Rivera López, un veracruzano de 54 años que, aun con su discapacidad, cuida de su hermana Mariana, quien nació con síndrome de Down.

Óscar perdió su ojo izquierdo con el paso de los años y tiene aproximadamente el 40 por ciento de visión central en el ojo derecho desde hace más de dos décadas debido a que padece glaucoma de ángulo abierto, el tipo más común de este grupo de enfermedades sin cura que causan pérdida de la vista o ceguera, ya que dañan el nervio óptico, que se encuentra por debajo de los ojos.   

“No es necesario que les pregunte a los médicos, yo sé que me voy a quedar ciego, a menos que la ciencia descubra algo contra el glaucoma. Hasta el momento es irreversible la pérdida de visión, va avanzando, aunque tenga la presión súper controlada sigue avanzando”, dice.

El hombre aún anda por la calle con ayuda de un bastón y del resto de visión que le queda en el ojo derecho, sin embargo, a menudo tropieza y choca con cables u otros objetos. Es el único que sale de la casa en la que vive con su hermana Mariana, de 32 años, en un domicilio ubicado en el fraccionamiento Reforma, en el puerto de Veracruz.

Óscar cuida a solo a su hermana desde hace seis meses debido a que su madre, Lolita, falleció por Alzheimer. Con el dinero que gana como vendedor de muebles de jardín a través de Internet, paga la renta del departamento, la comida y el resto de sus gastos y los de Mariana. Además, dos hermanos lo ayudan económicamente cada semana.

“Los muebles que vendo en línea son nada más para ir saliendo, no hay muchas ventas realmente; mis hermanos nos ayudan económicamente, nos dan una semana para pagar a una señora que nos va a hacer el aseo y me alcanza para los alimentos y la comida del día. Con eso vivimos, aparte me llega una pensión de dos mil 700 pesos”, expresa.

Aunque reconoce que vive en uno de los fraccionamientos con mejor ubicación y más plusvalía del puerto de Veracruz, para Óscar el dinero que le dan sus hermanos y que recibe de su pensión es insuficiente debido al encarecimiento de los productos y servicios. A eso, suma el gasto de los taxis en los que se traslada al Centro de Educación Especial en Trastornos Visuales AC (CEETVAC), ubicado en el fraccionamiento Floresta, en donde aprende braille y movilidad para personas ciegas.

Pese a su discapacidad, Óscar no tiene apoyos federales debido a su edad. De acuerdo con las reglas de operación de la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente, un apoyo de dos mil 800 pesos mensuales, el programa admite solo a beneficiarios que sean niños, niñas y jóvenes de cero a 29 años.

También son acreedores a una pensión del Bienestar las personas con discapacidad permanente de 30 a 64 años que habiten en comunidades indígenas o afromexicanas con muy alto grado de marginación.

La ceguera, un final inminente para Óscar

Óscar recuerda poco de aquella fiesta en la que, en 1988, a sus 20 años, recibió un golpe en el ojo izquierdo. Estaba alcoholizado, como muchas veces en su juventud. El consumo de bebidas alcohólicas lo llevó a que actualmente sea parte de un grupo de Alcohólicos Anónimos en el que también aprende a lidiar con las emociones negativas causadas por su discapacidad visual.

“A raíz de eso estuve con el ojo negro como cuatro meses. Me atendí, por supuesto, con médicos; estuve como dos años con el tratamiento y lo dejé. A los diez años siguientes, allá como en 1997, trabajando allá en Xalapa, manejando un Volkswagen vi una mancha negra, cerré el ojo derecho y ya no veía con el ojo izquierdo”, narra.

Al atenderse supo que tenía alta la presión ocular, lo que provocó que perdiera la visión central del ojo izquierdo. Desde entonces comenzó con un tratamiento para su ojo derecho, pero tuvo dificultades debido a que no le alcanzaba para pagar las gotas que se colocaba. Las malas noticias no acabaron ahí para el hombre, hoy de 54 años.

“En una de esas me dio una conjuntivitis en el ojo izquierdo que no me atendí rápido y me empecé a doler el ojo y fui con mi oftalmóloga y me dijo ‘Óscar, esto está muy peligroso, hay que internarte porque esto es serio’, le llaman endoftalmitis a lo que me dio en ese ojo”, comenta.

La endoftalmitis es una afección grave causada mayormente por una bacteria o un hongo y que implica una inflamación dentro del globo ocular. Debido al padecimiento, los médicos decidieron extirparle el ojo en 2006. Óscar no resintió la situación debido a que había perdido casi por completo la visión en el lado izquierdo.

“Me pude hacer de una prótesis con ayuda de mis hermanos, en aquel tiempo estaba en seis mil pesos; desde ahí traigo prótesis y ya dejé de hacer muchas cosas que hacía antes, como manejar carro”, relata. 

La vista en el ojo derecho comenzó a perderla también a la par del ojo derecho debido al glaucoma de ángulo abierto, sin embargo, aún conserva aproximadamente el 40 por ciento de la visión central ya que tiene controlada la presión ocular desde hace 26 años. Óscar, sin embargo, percibe que la enfermedad sigue avanzando irremediablemente.

“Yo tengo el temor de quedarme ciego de repente, estoy preparándome para enfrentarlo con más seguridad, si le tengo miedo a quedarme oscuras, siento que va a ser un golpe fuerte, unos días o unas semanas de desesperación”.

 

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