• Seguridad

Petroleros desaparecidos estarían en nueva fosa de Agua Dulce

  • Violeta Santiago
En Agua Dulce hubo oleada de secuestros y desapariciones en gobierno Yunista; Fiscalía de Winckler pudo omitir búsqueda por año electoral

Agua Dulce, Ver.- La cinta de plástico reflejante amarillo ya luce desgastada de tanto que la han amarrado y soltado en las últimas horas.

En los alrededores, seguramente, todavía deben haber restos de anteriores acordonamientos, todos de fosas, en una calle que se ha convertido en un cementerio clandestino en una ciudad llamada Fosa Dulce.

Hace años todavía llegaba la Marina y el Ejército hasta que por órdenes superiores dejaron de informar de las fosas, como la de abril del 2014, cuando un jornalero encontró un mano que sobresalía entre la tierra, como si quisiera escarbar para descubrirse a sí misma del horrendo final. Algunos periodistas veracruzanos han dicho que en Veracruz se siembran cuerpos como se siembra maíz. Ahí, en ese predio, irónicamente, cinco años después crecen las mazorcas.

En ese entonces se localizaron tres cuerpos, pero la Fiscalía, entonces Procuraduría General del Estado, sólo reportó oficialmente dos cadáveres que eran de unos jóvenes de Nanchital que tenían varias semanas desaparecidos. El tercer cuerpo era el de una mujer y Dios sabrá qué hicieron las autoridades con él.

La situación actual parece no diferir, cuando la justicia es relegada y se sobreponen los intereses del juego político. En el predio donde ahora con absoluto secretismo busca la Fiscalía de Jorge Winckler Ortiz, las familias ya tenían conocimiento desde hace al menos un año de que ahí podrían estar sus desaparecidos, pero temen que, porque era año electoral, no se buscaron sino hasta ahora que hay una tensión política entre la Fiscalía y el Gobierno del estado.

A finales del 2017 e inicios del 2018 se registró una ola de desapariciones y secuestros en Agua Dulce. Fue hasta enero del 2018 cuando se distribuyeron las fichas de búsqueda de tres jóvenes de esta ciudad: Leonardo Toribio Aquino, de 21 años; Kevin Armando Romero Carmona, de 25; y Levid Alejandro Méndez, de 29 años.

A Kevin Romero lo encontraron el 4 de febrero de 2018 en una fosa dentro de un potrero que se ubica al final de la calle Canuto, luego de haber estado desaparecido dos semanas atrás en la zona centro de la ciudad.

Sobre Leobardo Aquino no se dieron señas particulares, pero el joven había sido señalado como presunto responsable por los despachadores de una gasolinería de haber robado cerca de 50 mil pesos a una estación de servicio.

En el caso de Levid Alejandro, se trata de un trabajador transitorio de Pemex, quien como señas particulares cuenta con tatuajes en el brazo izquierdo con la figura de un lobo y un bosque, otro tatuaje con una telaraña, otro más con el apellido “Méndez”, un ángel en el pecho, un unicornio en la espalda, entre otros más.

Levid desapareció el 21 de diciembre de 2017. Había vuelto a casa luego de un juego de béisbol, pero salió de nuevo porque dijo que iba a hacer un mandado. Pasaron las horas y nunca volvió. A su familia a veces le decían que lo habían visto en otro lugar, pero creen que a él le sucedió algo malo, pues no sería capaz de dejar a las personas que quería.

Como era trabajador transitorio, pronto falló el servicio médico para sus beneficiarios. Estar desaparecido convirtió cualquier trámite imaginable en un calvario burocrático que rápido cansó a la familia. Se tomaron muestras de ADN, se abrió una carpeta por esta desaparición, pero nunca les volvieron a decir algo sobre este petrolero del área de Logística.

Luego de que apareciera el cuerpo de Kevin Romero, la familia de Levid escuchó que él también estaría en ese mismo predio de la muerte. A veces tenían ganas de irlo a buscar, de desenterrarlo con las manos, pero también tenían mucho miedo. Los vecinos les recomendaron nunca ir solos, menos de madrugada, cuando pasan muchos vehículos en esta calle que no da a ningún lugar, más que al ‘más allá’.

Ha pasado más de un año de espera de saber algo de él, de tener la certeza de un cuerpo, una tumba, a la cual llorar. Aunque la familia ya se ha presentado en la Fiscalía, no les han querido dar mayor información, pero sí les han dado a entender que algunas “pruebas” podrían tener un costo económico, aún cuando por Ley el Estado debe costear estos procedimientos.

Saben que él llevaba una camisa blanca, short azul cielo y sandalias rosas. Además, Levid tenía una extraña condición que, en estas circunstancias, podrían ser la forma de reconocerlo con más seguridad: tenía dos filas de dientes.

“Hay más desaparecidos, pero no todos denuncian. También hay otro muchacho, que es petrolero, Carlos, él quizá podría estar ahí”, dice un familiar entre susurros mientras espantan algunos tábanos bajo la sombra de un mango. “Qué horror con Agua Dulce”, agrega con el crujir de fondo de enormes bambúes desde uno de los últimos rincones de la ciudad.

A Levid tendrían que haberlo buscado desde antes en este paraje, a él y otros más. La Fiscalía tenía información, insisten, de que en el predio donde hallaron a Kevin Romero había más personas. Pero era 2018 y se trataba de un año electoral. Sólo hasta después, en plena lucha de poder entre Winckler y Cuitláhuac García, se vuelve a escarbar entre las entrañas de un camino que ya cuenta con más cuerpos exhumados, que casas habitadas.

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