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Sor Juana Inés de la Cruz: 5 poemas y una serie para recordarla

  • Arantxa Atl
Este 17 de abril se cumplen 323 años sin la gran Sor Juana Inés de la Cruz.

Este 17 de abril se cumplen 323 años sin la gran Sor Juana Inés de la Cruz, cuyo nombre de pila era Juana Inés Ramírez de Asbaje y Ramírez de Santillana.

Sor Juana nació en San Miguel Nepantla, Estado de México, y de acuerdo con historiadores, sus talentos de niña prodigio se descubrieron muy temprano: aprendió a leer y a escribir a los tres años y a los ocho escribió su primer loa eucarística.

Además aprendió rápidamente a hablar latín y dominó el náhuatl.

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Sin embargo, su vida no fue fácil a pesar de que estuvo protegida por dos virreinas, la primera fue Leonor Carreto, y la segunda, su más grande amor: María Luisa Gonzaga Manrique de Lara.

Juana Inés se entregó a la vida espiritual para huir de los matrimonios y de la ignorancia, pues los conventos fueron los únicos lugares en los que pudo mantenerse cerca de la literatura y detonar su talento como escritora.

Éste que ves, engaño colorido,

que, del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores

es cauteloso engaño del sentido;

 

éste en quien la lisonja ha pretendido

excusar de los años los horrores

y venciendo del tiempo los rigores

triunfar de la vejez y del olvido:

 

es un vano artificio del cuidado;

es una flor al viento delicada;

es un resguardo inútil para el hado;

 

es una necia diligencia errada;

es un afán caduco, y, bien mirado,

es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

 

Su vida también estuvo llena de polémicas, principalmente por su conocimiento desafiante que la llevó incluso a enfrentar a la inquisición y a los obispos de la época, y en segundo lugar, por su preferencia sexual.

[relativa2]

“Divina Lisi mía:

perdona si me atrevo

a llamarte así, cuando

aun de ser tuya el nombre no merezco.

 

A esto, no osadía

es llamarte así, puesto

que a ti te sobran rayos,

si en mí pudiera haber atrevimientos.

 

Error es de la lengua,

que lo que dice imperio

del dueño, en el dominio,

parezcan posesiones en el siervo.

 

Mi rey, dice el vasallo;

mi cárcel, dice el preso;

y el más humilde esclavo,

sin agraviarlo, llama suyo al dueño.

 

Así, cuando yo mía

te llamo, no pretendo

que juzguen que eres mía,

sino sólo que yo ser tuya quiero.

(…)”

Es conocida por ser una de las grandes defensoras de los derechos de las mujeres respecto al acceso a la educación, su fascinación por las letras y el conocimiento le valió varios castigos durante su vida religiosa.

“Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis:

 

si con ansia sin igual

solicitáis su desdén,

¿por qué queréis que obren bien

si las incitáis al mal?...”

La monja jerónima también tuvo cierta obsesión por la cocina, aunque según se ha relatado, no comenzó por gusto, sino para deshacerse de otras tareas impuestas en el convento.

“Amado dueño mío,

Escucha un rato mis cansadas quejas,

Pues del viento las fío,

Que breve las conduzca a tus orejas,

Si no se desvanece el triste acento

Como mis esperanzas en el viento.

 

Óyeme con los ojos,

Ya que están tan distantes los oídos,

Y de ausentes enojos

En ecos de mi pluma mis gemidos;

Y ya que a ti no llega mi voz ruda,

Óyeme sordo, pues me quejo muda.

 

(…)”

[relativa3]

Sor Juana Inés de la Cruz, murió un 17 de abril de 1695 a los 43 años.

“Dos dudas en que escoger

Tengo, y no se a cual prefiera,

Pues vos sentís que no quiera

Y yo sintiera querer.

 

Con que si a cualquiera lado

Quiero inclinarme, es forzoso

Quedando el uno gustoso

Que otro quede disgustado.

 

Si daros gusto me ordena

La obligación, es injusto

Que por daros a vos gusto

Haya yo de tener pena.

 

Y no juzgo que habrá quien

Apruebe sentencia tal,

Como que me trate mal

Por trataros a vos bien.

(….)”

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