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Veracruz: ¿Cómo es vivir en Palacio de Gobierno?

Pequeños grupos principalmente de jóvenes se ponen a barrer los pasillos; lo mismo levantan vasos de unicel que chicles pegados en el suelo.

Xalapa, Ver. Desde hace seis días una avalancha de cobijas, colchonetas, mesas, sillas y lonas invadieron el Palacio de Gobierno en esta capital.

Por las noches, los pasillos de la sede del ejecutivo se visten con tapetes de colores, sobre los que descansan amas de casa, trabajadores municipales, niños, estudiantes y personal de los alcaldes; a todos les debe el gobierno del estado.

Aquí es por ahora su hogar. Algunos llegan, otros se van. Al caer la mañana, un grupo se va, sale con ollas vacías y mesas de plástico blancas. Algunos se van a bañar, a estirar las piernas, a conocer un poco la capital. Al mediodía empiezan a llegar otros, los relevos.

Pequeños grupos principalmente de jóvenes se ponen a barrer los pasillos; lo mismo levantan vasos de unicel que chicles pegados en el suelo, mismos que van depositando en bolsas negras.

En el patio central del Palacio, se arma la "cascarita" por las tardes, para deleite de chicos y grandes.

Hacia las 15 horas, algunos ya tendieron colchonetas en el suelo y se disponen a acostarse.

Ya sea que duerman o miren su teléfono celular, platiquen entre ellos, les transcurre el tiempo.

Ahí en una de esas colchonetas está el señor Álvaro Espinosa, un hombre mayor de Boca del Río, que lee un periódico mientras reposa en el suelo.

Cuenta que se puso de acuerdo con algunos vecinos y amigos. En su caso, llegó el martes, viajando en un auto compacto junto a otras cinco personas.

"Anoche esto estaba llenísimo había gente de muchísimas partes, ahorita en la mañana unos salieron a tratar de asearse y regresar en la noche".

Su principal incomodidad no es dormir en el suelo, sino soportar el frío que en esta época empieza ya a calar los huesos en esta localidad.

"Es una noche muy fría pero vale la pena en el sentido pues de buscar más que nada que esto se resuelva en favor de la ciudadanía", refiere.

El hombre ha hecho un rollito el periódico que leía, y continúa platicando que en Boca del Río el crecimiento económico ha sido evidente, sus playas son bellas y limpias, pero faltan muchas cosas, como en toda ciudad.

Vergonzoso, dice, es la palabra que describe al gobierno que está terminando, pues se ha conocido que todos los señalamientos que en algún momento se hicieron eran reales "y de alguna manera funcionarios de algunas de sus dependencias cubrían, encubriendo a su gobernador".

En su caso, dice sentir impotencia de no ver justicia para la ciudadanía, aunque el reclamo es general y la impunidad prevalece en todos los niveles.

El hombre mayor afirma que aquí seguirá en tanto la situación se arregle a favor de los alcaldes.

A unos pocos metros de Álvaro, está Nancy González Rizzo, una mujer también mayor que reposa su pierna izquierda en una silla, derivado de una afección en la rodilla, que no le permite estar acostada, por lo que duerme sentada.

Junto a 30 integrantes de su familia, no solo de Veracruz sino también de Miradores y Rancho Viejo, viajó en autobús para respaldar a los alcaldes.

"Le voy a decir algo, tanta es mi fe y la fuerza que tengo y tanto pido que le paguen a los alcaldes que yo no siento, mi cuerpo sí lo resentirá pero aquí duermo sentadita y no pasa nada".

Para la ama de casa y trabajadora de limpia pública oriunda del puerto de Veracruz, el gobierno de Javier Duarte de Ochoa da vergüenza hasta para quienes en algún momento lo apoyaron.

Cuenta que en el puerto hay demasiadas carencias "¿qué no nos hace falta?", cuestiona.

"Para empezar la seguridad, y Veracruz ya no es puerto bello, es puerto hoyos. Se está deslavando todo, hay oscuridad, falta alumbrado, falta limpieza", recrimina.

La señora Nancy, devota de la Santa Muerte, y cuyo dije lleva colgando en el cuello y aprieta fuerte, afirma que ha estado en oración permanente "para que esa gente venga y le pague a los alcaldes, porque es dinero que no es de ellos, es de los ciudadanos y hace falta; tengo mucha confianza que va a venir a darle la cara y pagar", refiere.

Y deja claro que es ella quien coordina los trabajos de limpieza y mantenimiento en el palacio, para que no los acusen de "cochinos".

"Barremos, trapeamos y lavamos baños, luego se guisa y se da de comer. Todo el tiempo he trabajado en limpia pública y siempre me ha gustado la limpieza y les digo de la basura, porque aquí dormimos".

La vida en el Palacio es distinta a la que se había observado por años, ahora más de 200 personas conviven aquí, esperando una respuesta positiva.

O en su caso, preparándose para vivir en este sitio el ocaso de la administración que puso a todos en vilo...