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Veracruzanos buscan a sus desaparecidos en fosa de Tetelcingo

"Te secuestran en un estado, y apareces en otro”, dice la madre de Gerson, secuestrado en 2014.

Tetelcingo, Morelos.- Detrás de la línea amarilla que resguarda el perímetro de la fosa clandestina, Maricela Orozco Montalvo echa mano de un tambor de acero para ganar altura. Desde ahí arriba, observa cómo se desarrolla la exhumación de restos humanos.

Son las 12:30 horas del día, y en el predio Las Cruces, de Tetelcingo, las diligencias para exhumar los 150 restos humanos enterrados de manera clandestina por la Fiscalía General del Estado de Morelos comenzaron con cinco horas de retraso.

La Fiscalía del Estado pretendía realizar la exhumación de restos con un trascabo y sin presencia de los peritos de la Universidad Autónoma de Morelos en el sitio, mientras que la familias de personas desaparecidas insistían en que debía realizarse de manera minuciosa sin maquinaria pesada, y con presencia de peritos de la UAEM.

Fue hasta minutos después del mediodía, que las familias y la fiscalía estatal llegaron a un acuerdo. Una comisión de padres de personas desaparecidas, personal de la fiscalía y peritos de la UAEM dirigieron hasta el centro del área acordonada, donde Concepción Hernández, madre de Oliver Navarrete Hernández, quien fue enterrado en la fosa de Tetelcingo, fue la primera en clavar la pala en la tierra y dar por iniciados los trabajos de exhumación.

Detrás de la línea amarilla que resguarda el área de exhumación, ubicada en el predio Las Cruces, de Tetelcingo, en Cuautla, Morelos, entre las familias que observan la diligencia, se encuentran padres de personas desaparecidas en Veracruz.

El 15 de marzo del 2014 en el fraccionamiento Arboledas San Ramón, del municipio de Medellín de Bravo –en el centro de Veracruz- fue secuestrado Gerson Quevedo Orozco, de 19 años, estudiante de arquitectura y ex jugador de futbol profesional.

Un día después, su hermano, Alan Quevedo, entonces portero en la categoría sub 17 de los Tiburones Rojos, y su cuñado, Miguel Caldelas Morales fueron acribillados por el comando que secuestró a Gerson.

A dos años de aquel crimen, la familia Quevedo Orozco continúa sin conocer el paradero de Gerson y sin que se aplique la justicia en el homicidio de su hermano y del joven Miguel Caldelas.

“Había muchos indicios, casas, ubicaciones, muchas líneas por seguir, y con el pretexto de papeleo y papeleo, dejaron pasar el tiempo, y dieron espacio para que se limpiaran las evidencias, para que los responsables se esfumaran”, dijo Maricela Orozco Montalvo, madre de Gerson y Alan Quevedo, presente en los trabajos de exhumación de la fosa de Tetelcingo.

Al predio de Las Cruces, donde se encuentra la fosa clandestina de la fiscalía, se llega por una brecha de terracería que nace en la carretera 153 México- Cuautla.

El sitio es un lugar polvoso, con pocos árboles, en donde cada tanto, rebaños de vacas y becerros guiados por solitarios campesinos del lugar, surcan el terreno.

La fosa clandestina donde se realizan los trabajos de exhumación, se encuentra a un costado de cementerio privado de la localidad, desde donde, a lo lejos, se pueden observar las pequeñas casas de los lugareños.

“Estamos aquí en solidaridad con las familias de personas desaparecidas en Morelos, pero también buscando a mi hijo, porque nunca se sabe: Te secuestran en un estado, y apareces en otro”, dice la madre de Gerson.

Maricela Orozco es una mujer de estatura media y cara redondita, que lleva un sombrero para cubrirse del sol. Esta mañana, antes de que inicien los trabajos de exhumación, se deja tomar una fotografía mientras sostiene dos imágenes con los rostros de los dos hijos que le arrebató la inseguridad en Veracruz.

Ella y su familia llegaron a vivir a esta entidad del Golfo de México en el 2012 para impulsar la carretera deportiva de Gerson y Alan Quevedo en el club Tiburones Rojos, mientras su hija cursaba el último año de universidad.

Y sólo dos años más tarde, Maricela Orozco su esposo y su hija debieron salir de Veracruz tras el homicidio de Alan.

“Soy desplazada por la violencia y no he tenido ningún apoyo del gobierno. Al otro día de que mataron a mi hijo, acompañada de la policía regresé a mi casa a buscar mi ropa y velé a mi hijo, y desde entonces, no estamos en Veracruz”.

Su ausencia del territorio veracruzano no la mantiene desinformada de lo que ocurre en la entidad. La mujer sabe que este fin de semana, un bar fue atacado por un grupo de personas armadas, y que el saldo fue de cinco personas muertas.

También, tiene conocimiento de que hubo una balacera en Orizaba, y que en el puerto de Veracruz, delante del obispo Felipe Gallardo, una persona fue sustraída por un grupo de personas desconocidas.

“Lo que sucede en Veracruz es una barbarie”, se queja Maricela Orozco, quien considera que las autoridades estatales y federales han perdido la vergüenza ante las acusaciones de impunidad que les hace la sociedad.

A meses de que concluya la administración estatal de Javier Duarte de Ochoa, la mujer lamenta el manto de impunidad que cubrió el secuestro de Gerson y el homicidio de Alan, pese a que fue un caso que se ventiló incluso en medios internacionales.

“Como siempre la impunidad en Veracruz, la cochinada, la corrupción”, dice.

Cuatro horas y media después de que iniciaron los trabajos de excavación, hasta el cordón de seguridad, en donde aguardan los familiares de personas desaparecidas, llegan los primeros informes.

“La Fiscalía se equivocó en el punto de excavación, las fosas están en forma de ele, alrededor del lugar donde se escarbó, ahora van a tener que iniciar los trabajos unos metros más al frente, y unos metros más a un costado”, dijo uno de los peritos de la UAEM presente en el área.

Presente en el lugar Javier Sicilia -el poeta a quien la delincuencia organizada le mató a un hijo en 2011, y quien desde entonces ha emprendido manifestaciones exigiendo un alto a la violencia de México-, toma son sorna el error de la fiscalía.

“Ese hoyo que abrió la fiscalía es el agujero del estado”, dice en una entrevista que concede a la radio universitaria, que da cobertura de los trabajos de exhumación en el área.

Maricela Orozco observa las diligencias en el área de la fosa clandestina, hasta el último minuto, en que los trabajadores forenses hacen a un lado las palas, y se retiran del lugar.

Tras los hechos delictivos que quitaron la vida a sus hijos, ella y su esposo se integraron a la organización “María Herrera” y es parte de la Red de Enlaces Nacionales, desde donde ha trabajado al lado de colectivos de diversas entidades del país en la búsqueda de desaparecidos.

Cuando se le pregunta sobre la impresión que tiene sobre el tema de los desaparecidos en México, la mujer afirma que las autoridades han llegado a un alto grado de autismo.

“Al gobierno le vale, hemos avanzado un poco porque nos hemos unido las organizaciones de familiares de desaparecidos de los estados, pero al gobierno ya no le importa nada. No le importan las marchas, no le importan los plantones, no le importan los periodicazos. No le importa nada, se untó mantequilla”.

Durante la última hora de trabajo en la fosa de Tetelcingo -los acuerdos previos entre la Fiscalía y los familiares de desaparecidos establecieron jornadas de trabajo de 06:00 a las 18:00 horas del día- los peritos encontraron la primera bolsa con restos humanos, a una profundidad de 3 metros y medio.

Esta martes 24 de mayo y hasta que concluya la exhumación de restos humanos en la fosa, las autoridades continuarán las diligencias en el sitio, bajo la supervisión de las familias con personas desaparecidas.