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No habrá elecciones en Guerrero: padres de normalistas

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Los padres de normalistas desaparecidos amagaron con no permitir la realización de elecciones en el estado si sus hijos no aparecen con vida

CIUDAD DE MÉXICO.- Los padres de los 42 normalistas desaparecidos advirtieron que no permitirán que Guerrero se lleven a cabo las elecciones del próximo año si sus hijos no son presentados con vida y llamaron a la población de todo el país a no participar en el proceso electoral del próximo 7 de junio.

“En Guerrero no va a haber elecciones, no más partidos (…) primero tienen que entregarnos a nuestros muchachos, mientras no aparezcan no puede haber paz como quiere, como lo menciona, el gobernador de Guerrero”, dijo Felipe de la Cruz, vocero de los padres de los normalistas.

En el mitin en el Monumento a la Revolución en el que se conmemoraron los tres meses de los hechos del 26 de septiembre, cuando 43 normalistas fueron detenidos por policías municipales y que, según las investigaciones, entregados al crimen organizado, los padres de normalistas llamaron a no votar en los comicios de 2015 cuando se renovarán nueve gubernaturas, entre ellas la de Guerrero.

“Queremos decirle al pueblo de México que en las elecciones no apoyen para no votar hasta que aparezcan nuestros hijos, nadie los puede ir a sacar a su casa para votar, les pedimos ese respaldo, les pedimos ese apoyo”, pidió por su parte Alfredo Galindres Araujo, otro de los padres.

En el proceso electoral del próximo año se prevé renovar en nueve gubernaturas –entre ellas la de Guerrero–, 17 Congresos estatales, así como la Cámara de Diputados.

Luego de marchar del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución –movilización a la que de acuerdo con el Gobierno del Distrito Federal se dieron cita mil 200 personas– los familiares de los desaparecidos también advirtieron que a partir de ahora buscarán en los cuarteles militares pues “hay pruebas de que militares se los llevaron”.

“Con toda la fuerza de México vamos a encontrarlos, así los tengan metidos hasta los lugares más recónditos de los cuarteles militares, porque fueron los militares quienes se los llevaron, ya no nos cabe duda, hay testimonios fieles de que los militares participaron, golpearon y humillaron a los alumnos de Ayotzinapa”, aseguró. Felipe de la Cruz.

En el mismo sentido se pronunció Melitón Ortega, papá de Mauricio Ortega, otro de los jóvenes desaparecidos en Iguala, Guerrero.

“Los elementos del Ejército Mexicano, de Iguala, lo que hicieron fue someter, amenazar e impedir (sic) la atención médica de esos estudiantes que estaban heridos. Ese fue el papel del ejército mexicano ”, subrayó.

Por otro lado, el vocero de los padres de los normalistas, Felipe de la Cruz, explicó que la manifestación que se realizó ayer en la embajada de Alemania en México, fue porque de acuerdo con las investigaciones, las armas utilizadas durante los hechos del 26 de septiembre en los que hubo seis muertos así como más de 25 heridos, son de origen alemán.

“En los expedientes que ha entregado a nuestros abogados queda claro que el origen de las armas que utilizaron los asesinos son de origen alemán y este país del primer mundo ha violado un acuerdo internacional porque dice que todos aquellos países que se encuentran en problemas políticos-sociales no se les deben de vender armas y Alemania sigue vendiendo armas a México”, aseveró.

Estamos esperando a mi hijo… con su regalo

Carmelita Cruz, mamá de Jorge Aníbal Cruz Mendoza fue tajante al asegurar que a su hijo, así como a los 41 normalistas que no han sido hallados “no están desaparecidos, el gobierno los tiene y todo el mundo lo sabe”.

“Queremos decirle al gobierno que es verdad, nos arruinó nuestra Navidad, porque a nosotros los padres nos falta un miembro de la familia, el mismo gobierno se los llevó. Ellos los tienen en los batallones o en alguna cárcel, pero no han querido presentarlos”, acusa.

Al pie del Monumento a la Revolución –el malogrado palacio legislativo de Émile Benard– Carmelita suplica, llora, se le corta la voz. Han pasado 91 días desde que Jorge Aníbal fue arrebatado de su vida y asegura que para ella no habrá Navidad, no habrá Año Nuevo, hasta que su hijo aparezca.

“Yo le quiero decir a mi hijo donde quiera que esté, que yo lo estoy esperando y mi familia también. Estamos esperando a mi hijo con su regalo”, dice con la voz entrecortada y enseguida los gritos de apoyo tratan de arroparla.

“¡No estas sola!”, le gritan, pero es demasiado tarde, porque Carmelita ha echado a llorar con el corazón roto.

“A este maldito gobierno que se largue, porque no ha podido hacer nada, pero antes que nos entregue a nuestros hijos”, finaliza.

Mi hijo tiene muchos hermanos

Pareciera que Emiliano Navarrete trae un guión en la mano, pero no, en realidad es la foto de su hijo José Ángel. Cada vez que se traba en el micrófono mira la imagen y las palabras fluyen otra vez. Es el coraje, dice, es que le hierve la sangre.

“Llevamos mucho tiempo exigiendo que nos entreguen a nuestros hijos, por nuestros hijos daremos la vida, porque ellos valen más que cualquier miserable de gobierno”, asegura.

Emiliano –1.65 de estatura, menudo y piel morena– no titubea al amenazar con una guerra si es que el gobierno no le entrega a su hijo.

“Gobierno contra pueblo y que no se meta nadie del extranjero para que vean como nos partimos la madre. Esto jamás va a quedar impune, nosotros seremos pobres pero nos duele que quieran pisotear el orgullo de nuestros hijos”, advierte.

Otra vez mira la foto de su hijo y voltea hacia la multitud apostada en la Plaza de la República, se está haciendo noche y Emiliano agradece por último el apoyo de los presentes.

“Ahora mi hijo no tiene solamente un hermano, tiene muchos hermanos que están aquí, muchos padres que están aquí y madres igual, abuelitas, abuelos, tiene mucha familia”, grita con orgullo y promete que cuando José Ángel regrese “aquí lo tendremos para que les de las gracias”.

La noche del 26 no ha terminado

Omar García Velázquez toma el micrófono y comienza diciendo que “en este movimiento no hay diferencia entre un día y otro”. Lo dice por dos cosas:

1. Porque está seguro que el tiempo se detuvo la noche del 26 de septiembre de 2014 y “esa noche no ha terminado aún”.

2. Porque no habrá Navidad, ni Año Nuevo, ni días de descanso, ni cualquier otro festejo mientras sus compañeros normalistas no aparezcan.

A tres meses de la tragedia, Omar afirma que “el balance es que no hay balance”, lo que hay es incertidumbre, igual que durante la balacera en la que murieron cuatro normalistas y desaparecieron 43.

“A tres meses de los acontecimientos no hay un asomo de justicia y no lo habrá, porque castigar a los responsables es como pedirles (al gobierno) que se corten las venas y eso definitivamente ellos no lo van a hacer”, lamenta.

El normalista pide entonces darle al gobierno “un 2015 que no tienen que olvidar nunca”.

Confirma joven participación de militares

Luis Ángel tiene toda la atención de los mil 200 asistentes –según cálculos del GDF– en el Monumento a la Revolución. Él sobrevivió a los hechos del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, sin embargo se asume como un muerto y como un desaparecido.

“Decirles que estoy aquí no es porque yo esté aquí físicamente, al igual que mis compañeros yo estoy muerto, al igual que mis otros 43 yo estoy desaparecido”, reflexiona.

El estudiante de la academia de segundo año de la normal rural de Ayotzinapa, Raúl Isidro Burgos, relata los hechos de la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27.

Cuenta cómo los policías, de la nada y ante un zócalo de Iguala lleno de personas, comenzaron a dispararles con armas R-15, cuenta cómo una patrulla les cerró el paso y cómo una bala se incrustó en el cráneo de su compañero Algo Gutiérrez, de 20 años, cuando éste intentaba quitarle el freno de mano al vehículo para moverlo.

“Les gritábamos: ¿por qué nos disparan? ¡Somos estudiantes, no tenemos armas!”, recuerda.

Luis Ángel relata dos enfrentamientos, recuerda cómo llegaron las ambulancias a recoger a los heridos y cómo a otros 43 normalistas los fueron subiendo a las camionetas.

“Se los llevaron vivos, nosotros vimos cuando se los llevaron (…) un policía se acercó a nosotros y nos dijo: ya váyanse, agarren su autobús y ya váyanse”.

Casquillos de balas, pedazos de carne, ríos de sangre, para Luis Ángel la noche del 26 quedará en su memoria como un espectáculo dantesco.

“Ver ese autobús, destrozado a balas (…) lo peor estaba dentro del autobús, desde las escaleras se veía la sangre de mis hermanos, todo el pasillo lleno de sangre, pedazos de carne…”.

Sobre la presunta participación del ejército en los hechos del 26 y 27 de septiembre, Luis Ángel asegura que en un tercer enfrentamiento perpetrado por un grupo de sicarios él y otros tres compañeros, entre ellos uno con tenía una herida en la mandíbula, llegaron hasta una clínica de Iguala en la que sólo había dos enfermeras.

“Nos dijeron que no había médicos y que ellas se tenían que retirar porque no querían problemas (…) entraron apuntándonos con sus armas, nos arrinconaron a la orilla, bajaron a todos los chavos que estaban ahí, hicieron poner nuestras pertenencias en una mesa y nos hicieron levantar las playeras”.

Antes de retirarse a “una casa en la que había gente armada”, relata Luis Ángel el grupo de militares les gritó “ustedes se lo buscaron”.

“Nos pidieron identificaciones, nos enumeraron, nos empezaron a tomar fotos y dijeron: den sus nombres reales, porque si no nunca los van a encontrar. Ustedes son los ayotzinapos, así como tienen huevos para hacer sus desmadres, ahora ténganlos para enfrentarlos”.

Según el relato de Ángel, los militares pedían que cada que llegaba una llamada a los celulares de los normalistas detenidos en la clínica, estas fueran contestadas y los obligaban a decir que “todo estaba bien”.

Según el normalista, los militares se retiraron sin realizar detenciones.

Con información de Agustín Velásco, La Silla Rota