El proceso creativo
- Alberto Delgado
La mayoría de mis amigos, cuando les digo que la verdad sufro un poco para saber qué voy a escribir en mi columna, se ríen en mi cara, burlándose, porque piensan que es de lo más fácil sentarse enfrente de una computadora a escribir babosadas. No los culpo. Tampoco es que se necesite ser un genio para contarle a usted lo que me pasa durante la semana, sólo que a veces, en la semana no pasa gran cosa o pasan tantas que es difícil hablar de algo en específico.
Por poner sólo un ejemplo, esta semana en Veracruz ya tenemos nuevo gobernador constitucional. Lo primero que se me ocurre es que ya me cae mal porque gracias a sus bonitas ocurrencias de entrar a Palacio de Gobierno desde el primer minuto del primero de diciembre, me echó a perder las cervezas que tenía planeadas para festejar el cumpleaños de mi hermana La Duenda. Además, en honor a la verdad, esta, su “Columna de los lunes” está pensada para hacerlo descansar de todo eso que usted está viendo y leyendo por todos lados. Así que desde ahora le advierto, amable lector, que las opiniones, actividades, ocurrencias, aciertos y pifias (bueno, tal vez las pifias no tanto… hay que ser justos, las pifias también) del nuevo gobernador, serán reiterada y alegremente ignoradas en este espacio.
Se me ocurre que la respuesta a mis angustias tiene que ver con el viejo asunto del Proceso Creativo: ese conjunto de etapas que tienen por resultado una idea. Varios autores se han dedicado a estudiar cómo es que el cerebro genera una idea, y han tratado de establecer un orden para que podamos generar ideas cuando nos hacen falta. Yo puedo decir, por el momento, que necesito a uno de esos científicos por aquí, porque mi cerebro aún no genera ninguna idea que pueda escribir, y no me puedo sacudir la idea de mis amigos burlándose de mí por no saber sobre qué empezar a teclear.
El primer autor que propone un conjunto de etapas para generar la “creatividad”, un tal Graham Wallas, dice que el proceso creativo se compone de cuatro etapas: Preparación, Incubación, Iluminación y Verificación. La verdad es que este esquema se lee muy bien, pero no sé si en el proceso que nos ocupa ahorita aplique, porque mire usted, me estuve preparando durante la semana para ver si se me ocurría algo, muy temprano vine a un café para que en casa no me distrajera nada, y no sé si es que la idea tarde mucho en incubarse o de plano no me va a llegar la iluminación y nos quedemos sin poder verificar que hay columna hoy.
Clamando por ayuda, una amiga me habló sobre un pintor que no conozco (y al parecer ella tampoco) que esperaba a que llegara lo que él llamaba “el accidente” y después de eso, dejaba todo en manos de la técnica creativa. ¿Cómo llegaba el accidente? Pues el artista se ponía a hacer manchas sobre un lienzo hasta que una de ellas le “revelaba” al “accidente”. Le puedo decir que el único accidente en el que estuve involucrado el día de hoy fue cuando estuve a punto de pisar a mi Groupie (así se llama mi mascota, no piense mal) cuando me levanté en la mañana y no vi que estaba echada junto a mi puerta. Pobrecita.
El filósofo francés Frédéric Gros en su obra Andar como filosofía menciona que varios autores importantes caminaban para disparar sus ideas. Entre estos “pata de perro” se encontraban Nietszche, Rimbaud, Kant, Rosseau, entre otros. De Nietszche, por ejemplo, Gros dice que caminaba hasta ocho horas, y mientras caminaba, apuntaba sus ideas. Pues bien, le cuento amable lector, que vine desde mi mismísmo pantano hasta el centro de la ciudad, estamos hablando de un recorrido como de una hora a pie, y lo único que obtuve fue un ligero dolor en las rodillas, en los pies y los hombros por cargar la computadora, y unas ganas de dormir que ya quisiera para cuando llegue a casa. De la inspiración ni hablamos, porque más bien creo que lo único de lo que pude tener cierta evidencia, fue de cierta transpiración, y eso no es muy agradable.
En fin, la búsqueda de la inspiración no es algo sencillo, mire que a veces es incluso una lata. Le puedo decir que yo soy de los partidarios de Picasso, ese que dijo que “cuando llegue la inspiración, me encuentre trabajando”, y eso trato de hacer. Pero también sé que una de las mayores virtudes del ser humano es saber exactamente cuándo algo no va a pasar, y entonces tener la fortaleza para no intentar más. Como yo, ahora, en el preciso momento en el que digo “no hay columna” y apago la compu y me voy a hacer fotos.
Ah, pero también le voy a contar que mientras estuve pensando qué escribir, estaba escuchando esta rola que es de Bill Withers, pero que en el festival Crossroads de 2010, el gran John Mayer tocaba así. Y justo cuando la escuchaba, pensaba que así son los días sin inspiración. Disfrute. Nos leemos el lunes:
Ni que se fuera a quedar sin ideas para siempre si me sigue en tuiter: @albantro