Tiempo de traiciones

  • Jorge Arturo Rodríguez
En política no hay cabida para la ingenuidad

Aperitivo 1: “Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro.” (Georges Clemenceau). Que alguien me lo explique.

En política no hay cabida para la ingenuidad; antes bien, se vive y sobrevive de perversidades. Una entrañable amiga me comentaba que habría que recordarles a los políticos sus acciones y actos cometidos, y me enfatizaba que la memoria es frágil. Yo, dulce y animosamente cruel, le dije que la memoria no es frágil, es perversa y juega con nosotros; a veces, incluso, la utilizamos para fines perversos... Nos carcajeamos y días después coincidíamos en pensar que vivimos tiempos acelerados, de supervivencia, y en política los colores del arcoíris cambian a cada instante, en un abrir y cerrar de ojos, “en un pestañeo apendejado”, le dije y agregué: “Así te agarran y tú te quedas en los sueños de los justos, en el “no mentir, no robar, no traicionar”.

En lo de “no mentir y no robar” pa’ qué hablar, si a leguas se percibe, se siente, se consiente... Es un orgullo… Ah, no, no, no… ¡Corte! Disculpas, mis fans. Pero he aquí que en cuanto al “no traicionar”, resulta que siempre ha estado presente pero ahora se ha puesto de moda, ha salido del clóset y pos “Hablando de mujeres y traiciones…” ¡Noooo! ¡Que me van a crucificar! Más bien, hablando de tiempo de traiciones -dejemos a un lado los tiempos violentos, porque son puras inventadas-, ya lo escribió Ramón Campoamor, en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que el enemigo se mira. O sea, la culpa es de nadie.

Yo no sé de traiciones… Una vocecilla mía me dice. “¿A poco? Acuérdate de…” Pero como ya dije, la memoria no es frágil, es perversa, así que prefiero olvidar, como la canción: “Procuro olvidarte…” Porque sobre aviso no hay engaño; es decir, para qué me invitan a la fiesta si ya saben cómo me pongo.

¿Nacemos o nos hacemos traidores? ¿Qué nos mueve a la traición? ¿Qué es realmente la traición? Sepa, pero indagando por ahí, y para no pecar de embustero -todo, menos eso, aunque es difícil separar los pecados de las virtudes, peor separar los pecados de los pecados mismos, quizás por eso la separación de infierno y paraíso-, el diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término “Traidor, ra”: “Que comete traición”. Y apunta como sinónimos los siguientes: traicionero, desleal, infiel, renegado, desertor, delator, alevoso, felón, indigno, intrigante, ingrato, conspirador, judas.

Viéndolo así, ¿quién no ha cometido traición en un momento dado? Incluso a uno mismo. Traicionarse a sí mismo, creo es lo peor de lo desgraciado y…. Calma, que la vida es corta y tenemos que andar.
Dice el microcuento “Traición”, de Janeth Posada:

“El hombre, atraído por la leyenda de la flor que en las noches se convertía en una bella mujer, quiso cultivar la suya para apaciguar la soledad de su lecho. Así lo hizo, y la planta floreció. Una hermosa Nepenthe, la flor carnívora, fue lo último que sus manos tocaron.”

Si seguimos así, no sé a dónde vamos a llegar, si llegamos. Decía la Reina de Suecia Cristina II que la ambición suele hacer traidores. ¿Algo les recuerda? ¡Qué memoria!

En todo caso, el microcuento “El traidor”, de autor anónimo, dice:
“Caminaba por la agencia creyendo que los estaba engañando a todos; cuando en realidad todos sabían que él era un traidor y lo estaban usando para desconcertar al enemigo.”

Venga esa mano amiga… Porque, como dijo Julio César, amo la traición, pero odio al traidor.
 

Los días y los temas

Dicen que el papa Francisco pidió que los ricos compartan sus bienes y que paguen más impuestos para poder distribuirlos entre los pobres y la clase media. Ta güeno, pero no es tan fácil, dada la naturaleza de la Humanidad. 
Me pregunto: ¿Y la riqueza de las Iglesias, sean del tipo que sean? (Dije Iglesias, eh; no Religiones). ¿Y la riqueza de los políticos, gobernantes, líderes sindicales y etc.? ¿Y la riqueza de...?
 

De cinismo y anexas

Y el chiste va, va porque va, como las reformas constitucionales. ¡Sonrían!
“En la final de la copa de fútbol:
-Disculpe señora, este asiento que está vacío junto a usted... ¿es de alguien?
-De mi esposo, pero puede usarlo: ha fallecido.
-Cuánto lo siento, ¿y no tiene algún buen amigo que lo acompañe?
-Ni lo mencione. Esos traidores eligieron ir al entierro.”
Hasta la próxima.

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Jorge Arturo Rodríguez

Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Veracruzana. Escribe la columna política y cultural “Tierra de Babel” en Veracruz. Autor del libro Nada, yo soy Adán, “Ediciones de Mi Bolsillo” (2015). En 2017, es seleccionado para la antología del II Certamen de microcuentos “En tu piel”, editado por Cerezo Ediciones, de España.