Amor, amistad y caos
- Jorge Arturo Rodríguez
Aperitivo: “El mago hizo un gesto y desapareció el hambre; hizo otro gesto y desapareció la injusticia; hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago.” (Comentario de un amigo fugaz).
Dicen que el amor lo puede todo y, la verdad, no estoy tan convencido de ello, aunque como escribió Fabián Insunza, el odio no es una razón suficiente para matar. El amor, en cambio, lo justifica todo. Luego entonces, ¿qué es el amor? Mucho se ha escrito sobre tal concepto; bueno, sentimiento; bueno, lo que sea. Ahí está, ahora, el internet; dudo que tomen unos libros, lea y rastree qué madres es el amor o cómo se come o, de perdis, cómo le va con el amor… del tipo que sea.
En cuanto a la amistad, pienso, con Ambrose Bierce, que es un barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta. Pero alto, no se tome la vida tan seriamente: igualmente no va a salir vivo de ella. Ya sabe que estaremos siempre al lado del gobierno… porque si vamos adelante nos coge, y si vamos detrás nos caga.
De sobra sabemos que no es lo mismo el amor que la amistad, aunque algunos lo confundamos o en estos tiempos se mezclen, se confundan, porque, no sé dónde lo escuche, “ya no hay moral”. En “Tiempos nihilistas”, Coradino Vega escribió: “Se aprecia con nitidez la devaluación de los valores humanos en una mezcla de individualismo egoísta y anestesia moral capaz de relativizarlo todo”. Ah, caray, la frivolidad y la soberbia encarnadas en todo nuestro ser. ¿El valemadrismo puro?
Reza el chiste: “Yo abrí una cuenta en Gmail, otra en Hotmail, otra en Facebook, otra en Twitter...yo qué sé, señor juez... lo mismo abrí también otra cuenta en Suiza y ya ni me acuerdo... yo que sé.”
En fin. Hace unos días, António Guterres, secretario general de la ONU, expresó que el mundo ha entrado a la era del caos, y agregó que el mundo actual es como “una peligrosa e impredecible ley de la selva (donde reina) la total impunidad, con amenazas como una crisis climática desbocada, una inteligencia artificial sin regulación, unas instituciones internacionales no representativas y unas desigualdades cada vez más agudas.”
No contento, Guterres señaló que “en todo el mundo se profundizan las divisiones causadas por los discursos de odio, la discriminación, los extremismos y los atropellos a los derechos humanos, que derivan en autoritarismo, islamofobia o antisemitismo, además de machismo y violencia de género”.
¿Estamos claros, amor? ¿Estamos de acuerdo, amigo? Esto es un caos, ¿no? Pero como escribió José Emilio Pacheco: “Hasta la destrucción exige un orden y no hay nada más metódico que un incendio.” Y en eso, estamos todos de acuerdo.
Los días y los temas
Ana Francisca Vega, en su artículo “En el país de la mentira”, escribió: “La “realidad” en México es una construcción narrativa fácilmente moldeable a los intereses y los fines de quienes ostenten el poder. Todo es posible. Cualquier resultado, factible. Tan solo es cuestión de jalar una idea por acá, otra por allá y listo: tenemos una nueva realidad sobre la que construir un discurso público, un acto de gobierno o un sexenio entero. En ningún aspecto de la vida pública del país esta manipulación es tan escandalosa –o potencialmente dañina- como en el trabajo cotidiano de nuestros funcionarios públicos.” (elpais.com, 15/11/23). ¿A poco?
De cinismo y anexas
-¿En qué se parecen los políticos a los pañales?
-En que hay que cambiarlos a menudo, y por la misma razón.
Hasta la próxima.
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Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Veracruzana. Escribe la columna política y cultural “Tierra de Babel” en Veracruz. Autor del libro Nada, yo soy Adán, “Ediciones de Mi Bolsillo” (2015). En 2017, es seleccionado para la antología del II Certamen de microcuentos “En tu piel”, editado por Cerezo Ediciones, de España.