Una vez más México
- Luisa Martínez Baxin
La generación de 1990 no tenía la menor idea de cómo un sismo puede impactar tanto a una sociedad, en los últimos años ha presenciado la dinámica política, económica y social de México pero no la magnitud de un terremoto. Soy de 1990 y escuchaba a hablar a muchos sobre el sismo que vivió México hace treinta y dos años una catástrofe que varios no quieren recordar por la pérdida de sus familiares.
Durante mi educación básica y el bachillerato los maestros nos inculcaron la importancia de realizar simulacros como medida de prevención precisamente por lo ocurrido en México en 1985. Sin embargo, al ser estudiante y joven no tomas en serio esa necesidad de trabajar la cultura de la prevención y hacer conciencia porque crees que no pasará nada.
De esa manera muchos de mis compañeros crecimos con esa mentalidad de ser inmunes ante los desastres, en cambio nos ha tocado la crisis económica de los 90s, el papel del subcomandante Marcos, el enojo del pueblo por la firma del tratado del libre comercio que entra en vigor el 1 de enero de 1994, y si nos adelantamos un poco el ataque a las torres gemelas así como las constantes marchas y movilizaciones en contra de las reformas estructurales emanadas del gobierno de Enrique Peña Nieto.
El enojo sigue creciendo porque te encuentras inmerso en un espacio de inseguridad, corrupción e impunidad, por lo cual como universitaria participé en varias marchas alzando la voz por las desapariciones forzadas de jóvenes estudiantes, niños y mujeres, así como el caso Ayotzinapa.
La mentalidad de la generación de los 90s fue modificándose en torno a la situación que imperó en el país al inicio del siglo XXI. La ola de violencia que marcó gran parte de la vida cotidiana donde muchos de mis compañeros se unieron a los movimientos para alzar la voz por la inseguridad en Veracruz y por la tranquilidad de México.
Somos una generación que no crecimos con una cultura estricta de la prevención ante desastres naturales, recordamos ligeramente los ensayos de los simulacros, y el orden que debíamos tener por si ocurría algo y un tanto más porque cada 19 de septiembre México recordaba el terremoto de 1985.
Hoy ha cambiado nuestra mentalidad que nos formaron durante la educación básica a raíz del sismo ocurrido el 19 de septiembre del presente año afectando principalmente a Puebla, Morelos y Ciudad de México. Ver el movimiento de los árboles, cables de luz, coches, casas, incertidumbre y miedo de la gente te das cuenta del poco tiempo que se tiene para prepararse y caminar sin desesperar.
El terror, la angustia, el dolor y el nerviosismo es algo que no había presenciado tanto en el país después de las manifestaciones realizadas exigiendo justicia y respeto para muchos que fueron privados de su vida. No había observado tanta tristeza como ahora después de la impotencia vivida en diciembre de 2014 al cantar el himno nacional en medio de la lluvia, donde el pueblo veracruzano aclamaba la resolución de los hechos por el caso Ayotzinapa.
Una vez más México vive otro desastre que no lo dejará igual, implica repensar en la modificación de estructuras arquitectónicas, escuelas, viviendas, edificios e iglesias, hacer énfasis en la cultura de la prevención con estricto orden y tomando en cuenta los tiempos.
Hoy la tecnología brinda la oportunidad de utilizar los elementos necesarios para construir los espacios de una sociedad; hace treinta dos años el pueblo mexicano confió en el gobierno de Miguel de la Madrid para levantar al país que estaba en completo desastre. Actualmente la situación es la misma, un pueblo que se solidariza con su gente, se une en apoyo para los que se quedaron sin nada y buscar a las personas bajo los escombros.
Una vez más el contexto es el mismo, pero con otro personaje en la silla presidencial. Mi pregunta es: ¿Qué tan dispuesto estará el presidente de la república para apoyar a todas aquellas personas que padecieron con más ímpetu el terremoto? ¿Utilizará los recursos económicos para la reconstrucción del país? Es de tomarse en cuenta que es su último periodo de gobierno por lo tanto no es seguro saber con exactitud el interés otorgado hacia lo ocurrido.
Sin embargo, considero, la sociedad va aprendiendo puesto que sabe se espera poco del gobierno peñista, es por eso que se observan varios centros de acopio en escuelas públicas, instituciones privadas y apoyo de jóvenes universitarios recolectando víveres. Una vez más se nota la preocupación en la población y la urgente necesidad de estar unidos, es enfrentarnos ante una sociedad desigual que para muchos quizás no importe lo acontecido, pero conlleva a analizar el trabajo que se tiene para reconstruir a México. Es empezar de nuevo y quizás no esperar a que sea el gobierno quien se encargue de ordenar al país.