El manual para feos: las malas noticias
- Alberto Delgado
El manual para feos: las malas noticias.
En el Manual para Feos, sabemos que en la vida de quienes no somos físicamente agraciados existen muchas dificultades; querido lector feo: la vida nunca es fácil, pero no tiene por qué preocuparse: la vida de la gente que es bonita tampoco es que sea fácil, aunque en algunas cosas nos lleven ventaja.
Durante mucho tiempo, quienes nos hemos tenido que conformar con la belleza interior nos hemos enfrentado a prejuicios y discriminación por parte de una sociedad que no tolera la fealdad, aunque abunda. Estudios recientes señalan que la discriminación por fealdad es un fenómeno generalizado a nivel mundial. Este tipo de discriminación puede afectar el desempeño académico de los feos (lo cual es muy peligroso, porque nos enfrenta a la posibilidad de, además de ser feos, ser burros) e incluso las aspiraciones laborales de los trabajadores.
Lo malo de la discriminación por fealdad, es que, a diferencia de casi cualquier tipo de discriminación (como la raza o el género), es mucho más difícil de identificar, denunciar o evitar. Incluso, puede ser imposible de controlar, porque puede darse el caso de que los feos seamos discriminados de forma inconsciente (vamos, los estándares de belleza están tan arraigados que a veces ni nos enteramos de cuándo estamos perpetuando el gusto impuesto por una clase dominante).
La investigadora María Paula Saffon señala que este tipo de formas de discriminación social basadas en la estética producen resultados injustos. Y su carácter de imperceptibles muestra a estas formas de discriminación como naturales, tornándolas más eficaces y menos susceptibles de ser detectadas y corregidas a través de mecanismos jurídicos o institucionales. Tal parece, amable pero feo lector, que estamos ante un callejón sin salida. Mientras tanto, siguen alimentando nuestras redes sociales los prejuicios hacia quienes nos falta belleza (los memes de “Si es guapo, es un saludo, si es feo, es acoso”, por ejemplo).
“Los feos aguantan todo”, “Ser feo te quita el derecho a reclamar”, “No puedes darte el lujo de ponerte exigente si estás bien pinche feo”, “Si eres gordo o feo tienes la obligación de ser simpático”, entre otras creencias tan arraigadas y cotidianas, son cosa de todos los días. Podemos con eso. Lo difícil es la parte en la que dicha discriminación es factor para tener o no una beca o un puesto de trabajo y se pone seria la cosa. Así, que en este espacio que siempre ha buscado la forma de mejorar la vida de quienes somos incómodos a la vista, pensamos que sería útil empezar a trabajar en los derechos de los feos.
Sé que más de un experto en leyes diría que no hacen falta, porque, básicamente, los derechos de los feos son los mismos que los de cualquier otra persona (sí, el derecho a la vida, al trabajo, a todo lo que las personas hacen, pues), puesto que eso es lo que somos (solo que menos agraciados) y no tendría por qué haber otra cosa que nos separe. Es verdad, amigos. Aunque no lo parezca, los derechos del feo son los mismos derechos de las demás personas, es decir, derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales.
Me gusta pensar que la mayoría del tiempo, he accedido a los derechos que tengo sin problema. En realidad, lo más cerca que he estado a una discriminación por feo ha sido por parte de algunas chicas que pretenden que uno no puede ejercer su derecho a elegir libremente a su pareja por el hecho de poseer una fealdad contundente. Sin embargo, cuando he estado buscando información para escribir esta columna, me entero que el problema es más grave de lo que pensaba y desgraciadamente no nos hemos puesto a pensar en ello. En España, o Estados Unidos, por ejemplo, ya existe un marco legal para detener la discriminación por fealdad, y nosotros los mexicanos aún no vemos el problema. Según estadísticas, una persona fea puede ganar hasta 10% menos que una que no lo es, siendo igual de eficiente en el trabajo que su par “guapo”.
Desde este espacio, amigo feo, le decimos que estamos con usted porque somos como usted. Nos preocupa su estabilidad emocional y creemos que usted no tiene la obligación de ser “buena onda” o aguantar que le dejen plantado, sin educación o sin trabajo nada más porque esta sociedad nos ha hecho creer, sin razón, que ser feo merece un castigo mayor que el premio que merece ser bello.
Hablando de quienes no se ajustan a los estándares de belleza y encima de eso se atreven a ser mejores, le presento a Joanna Connor, tocando “The Sky is Crying”, por allá de 2014. Disfrute.
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