Por Yadira Hidalgo
¿Sabían ustedes que nuestra menstruación es muy rentable? La industria de productos de higiene femenina lo sabe mejor que nadie. Si por cada periodo una mujer gasta un promedio de 35 pesos en toallas o tampones, suponiendo que sólo utilice un paquete, aunque muchas llegan utilizar dos, estamos hablando que al año tenemos un gasto de 420 pesos. Si una mujer menstrúa digamos que un promedio de 40 años, sin calcular inflación, estaría gastando aproximadamente 16,800 pesos en productos de higiene femenina, multipliquen esa cantidad por todas las mujeres que menstrúan y menstruarán. La menstruación es negocio.
Sin embargo existen alternativas desde hace muchos años que no son muy conocidas porque echarían abajo las ganancias. La copa menstrual, de la que se tiene conocimiento desde 1930, tiene un costo aproximado de entre 400 y 700 pesos; pero es un gasto que sólo se realiza una vez cada 10 o hasta 15 años. Con lo que siendo optimistas, estaríamos invirtiendo en nuestra menstruación, unos 1500 pesos en total, ahorrándonos la cantidad de 15,300 pesos.
Pero no sólo por eso ese pequeño artefacto es bondadoso, también representa una alternativa para impactar positivamente al medio ambiente. Volvamos a nuestro periodo menstrual: supongamos que una mujer utiliza 5 toallas diarias durante su menstruación, que en promedio dura 5 días. Abundancia de flujo más, abundancia de flujo menos, cada mujer ocupa un promedio de unas 20 toallas femeninas por periodo. Aproximadamente 260 toallas por mujer al año, si esto lo calculamos a 40 años aproximadamente de ¨vida menstrual¨, cada mujer utiliza unas 10,400 toallas higiénicas o tampones.
Hace no muchos días salió una nota periodística en donde se informaba que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), lanzaba una alerta contra el uso de la copa menstrual alegando que ningún tipo de copa menstrual contaba con registro sanitario en México, que se desconocía la calidad y seguridad de los materiales empleados en su fabricación, los efectos que estos puedan causar en la salud de la población y porque no se contaba con evidencia científica avalada por ese organismo.
Hasta el momento no sabemos si esa comisión inició algún tipo de investigación para conocer estos aspectos que tanto le preocupan o sólo se trató de obstaculizar la creciente demanda y difusión de este dispositivo que le ha cambiado la vida a muchas mujeres de diferentes maneras.
He usado este dispositivo desde hace cinco años, por lo que desde entonces no he vuelto a pagar por toallas sanitarias, tampoco he contribuido a la producción de basura que tarda mucho tiempo en desintegrarse y además, me ha dado la oportunidad de vivir de otra forma el ciclo menstrual, algo que como muchas de nosotras sabemos, se nos enseña a vivir con asco, temor y rechazo.
Las copas menstruales están hechas de silicón quirúrgico, similar al que se usa para hacer implantes estéticos. Su colocación requiere de práctica y de cierta paciencia. La higiene es básica. Debemos lavarla cada que la vaciamos y cambiamos, aproximadamente cada 4 horas y una vez terminada de usar, hay que esterilizarla en agua hirviendo, secarla muy bien y guardarla para la próxima ocasión.
Como en todo y para todo, el mundo está lleno de alternativas para generar cambios, los cuales muchas veces serán cuestionados en razón de los intereses que toquen. Y por ello es importante hablar de este artefacto que si bien cubre una necesidad biológica de las mujeres, tiene connotaciones económicas y hasta políticas. Como siempre, las mujeres, estamos en todo.