Las fiestas de la candelaria fueron como nunca las más grises en la historia de Tlacotalpan, en medio del ambiente político previo a una de las jornadas electorales más importantes para Veracruz, ninguna “caca grande” asistió como se dice coloquialmente, pocos turistas, pocos recursos chillaría el alcalde Homero en los medios y sin embargo eso no impidió que se realizara el embalse de toros, nuevamente con violencia a los animales donde dos de ellos aterrados por los borrachos y mozalbetes optaron por aventarse al río, una fiesta religiosa con personas heridas por esta necedad de no prohibir el uso y maltrato de toros por diversión.
Entonces, ¿cuándo la tradición se convierte en violencia dando lugar al sadismo?, tradición es una costumbre que se mantiene de generación en generación según definen los diccionarios, y en este entendido podríamos asegurar que tradición es vestir en alguna ocasión a nuestras niñas de jarochas, zapatear jarocho, tomarse un rico café en La Parroquia , escuchar las jaranas, comer tamales de elote o anís tan típicos de Veracruz, ir a las nieves del güero güera, degustar la rica gastronomía del estado, pero ¿cuándo tradición es ir a maltratar toros o ver cómo los maltratan en el embalse, en tierra, en las corridas?, ¿cuándo es tradición copiar practicas españolas que incluso allá están siendo erradicadas ya? Y a esta pérdida de valores, tradiciones y cultura de nuestro estado abonan las propias autoridades fomentando actos de sadismo, de violencia, actos que avergüenzan a una ciudad antigua y pintoresca como lo es Tlacotalpan, frente al mundo.
El uso de los toros en las fiestas de Tlacotalpan debe desaparecer, es una práctica retrograda, que además beneficia solo a un puñado de personas, lo mismo que la tauromaquia en general. En México ya son varios los estados que se han pronunciado antitaurinos y lo han hecho a través de las leyes, sin afectar a la ciudadanía, por el contrario, esos avances han representado ahorro económico pues existen subvenciones para realizar la tauromaquia, eliminando algo que no es necesario en estos tiempos donde la prioridad es el empleo, la educación, la salud y la vivienda.
Acaso los detractores de siempre son los únicos en contra del desarrollo pues viven de esto, por ejemplo, empresarios taurinos, charros o galleros enjoyados que inmediatamente reculan, pero tarde o temprano estas prácticas desaparecerán, simplemente porque si volteamos los ojos a otras partes del país y del mundo es la tendencia, porque todo evoluciona y el cambio nos alcanza a todos, guste o no, que mejor que a las autoridades no les tiemble la mano y sean las primeras en avanzar poniendo el ejemplo en la prohibición de estos “espectáculos”.
Una verdadera tradición jamás puede contener violencia o sadismo pero hacer de un acto sádico una tradición, envilece y hace decadente a una sociedad que sea cómplice, para muestra el Kots Kaal Pato en el poblado de Citilcum, comisaría de Izamal, en el estado de Yucatán, un ritual de sangre y muerte con sacrificios de animales difícil de entender en estos tiempos. El día de este festejo, las familias de Citilcum se reúnen en el centro del poblado, en donde unos días antes se instala una especie de patíbulo, una vez reunidos en el lugar, un grupo de adultos cuelgan piñatas, pero en lugar de tener fruta o dulces, —como normalmente se acostumbra— adentro tienen animales vivos (patos, zarigüeyas, tlacuaches, iguanas), que ellos llaman alimañas y que fueron capturados una noche antes por los niños de la localidad, como cualquier piñata, éstas son golpeadas con los animales adentro. No hay forma de evitar la muerte, ya que el animal que logre escapar de los palazos, no dura mucho tiempo sin ser lanzado de un lado a otro de la multitud hasta que queda inerte en el suelo o es aplastado a pisotones, en aras de una tradición que ni los mismos pobladores, al igual que en Tlacotalpan, saben explicar de dónde viene o por qué lo hacen, solo saben que lo tienen que hacer porque desde niños los han acostumbrado a ello.
En los próximos meses se sabe que se fortalecerá la ley estatal de protección animal, poniendo especial énfasis en estos temas, el proyecto no está en contra de las creencias religiosas o las fiestas patronales sino de la tortura y maltrato de animales en ellas.