Jesús Alberto Velázquez Flores se suma a los reclamos contra el Reglamento de Tránsito. El diputado presidente de la Comisión de Desarrollo Social, Humano y Regional del Congreso del Estado exhorta al gobernador del estado a realizar de manera inmediata una revisión a fondo del monto de las infracciones así como de la redacción de los artículos contenidos en el Reglamento de la Ley de Tránsito y Seguridad Vial para el estado de Veracruz. La finalidad es que, sin mayor demora, se ordene la reducción de las mismas y la debida redacción de los artículos.
Mediante un anteproyecto de punto de acuerdo, el legislador perredista recuerda que el Reglamento de Tránsito para el estado ha recibido innumerables críticas y protestas por las multas excesivas con las que se pretende sancionar a los automovilistas y que por ello autoridades municipales se han pronunciado en contra de aplicar este reglamento en sus municipios.
En el documento, el legislador supone lo que también todos los ciudadanos suponen: que la intención real del Reglamento de Tránsito debe ser la de prevenir y disminuir los accidentes vehiculares, los cuales en muchas de las ocasiones han cobrado vidas, lastimado a familias veracruzanas y ocasionando daños materiales; “por ello, debe buscarse sancionar los malos hábitos que se tienen al conducir y castigar a aquellos que abusan de la velocidad o del alcohol mientras conducen”. El pueblo veracruzano, indica el congresista, se ha manifestado no en contra del castigo a conductas que ya se mencionaron, no está en contra de los lineamientos y de la educación vial, pero sí en contra de esas multas que lesionan severamente la economía veracruzana y que para la mayoría de la población representan un exceso.
El Reglamento de Tránsito es para el legislador un instrumento recaudador en el que popularmente se conoce como “el año de Hidalgo" para que el pueblo pague la quiebra que el gobierno no ha podido evitar.
Para Jesús Alberto Velázquez Flores (y para muchos veracruzanos) las multas son impagables y violan incluso la Constitución política que establece que nadie puede ser sancionado con una multa mayor del importe de su jornal o salario de un día. Por ello, afirmó el legislador, “el Partido de la Revolución Democrática se pronuncia en favor de la legalidad y el apego a los derechos de la ciudadanía contemplados en la Carta Magna; por esta razón, los perredistas no avalamos de ninguna forma disposiciones que pretendan abusar de la ley perjudicando a los veracruzanos”.
Puertas abiertas en la SEV
Por falta de pago de adeudos que se mantienen con el sector magisterial, varias decenas de profesores se manifestaron la semana pasada ante las puertas de la dependencia educativa para exigir ese pago.
Ante los hechos, se afirma que Xóchitl Adela Osorio Martínez, secretaria de Educación de Veracruz, así como el resto de funcionarios de esa dependencia mantienen abierta la vía del diálogo con los representantes sindicales con la finalidad de escuchar las demandas y arreglar los problemas que se presentan diariamente con los docentes veracruzanos.
El día de la protesta, por ejemplo, las inconformidades que los maestros plantearon al personal de Oficialía Mayor fueron escuchadas, debidamente enlistadas y transmitidas a la Secretaría de Finanzas y Planeación.
Por su parte, la secretaria de Educación, Xóchitl Adela Osorio Martínez, destaca que se han tomado al pie de la letra las instrucciones giradas por el gobernador Javier Duarte con el propósito de que los trabajadores de la educación cuenten con los respectivos pagos en breve.
Que se iría Hipólito
¡Quién sabe qué tanta verdad haya! Aseguran que en la cúpula de la iglesia católica se habla o se hablaba del cambio del arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios. Es que, indican, logró dividir mucho a la población al criticar a las personas con tendencia sexual diversa y a las madres solteras, entre otras críticas a sectores poblacionales, e incluso habría olvidado que el país es una república laica. Los mensajes enviados durante varias semanas por el arzobispo, se dice, tienen muy poco de amor cristiano y mucho de homofobia que violenta a un amplio sector de población.
Preocupadas por la situación, las autoridades clericales habrían solicitado al arzobispo de Xalapa moderar el mensaje de sus homilías para no ocasionar mayor revuelo. Es por ello, indican, el cambio de su discurso dominical que se restringe a la palabra de Dios y que “no da nota”, según dicen algunos comunicadores.
El arzobispo de Xalapa, cuentan quienes saben, está aún bajo la mira de máximas autoridades eclesiásticas que no confirman ni desmienten la versión de cambio que corre como rumor entre los más enterados de la arquidiócesis de Xalapa.
En los próximos días o semanas se podría dar el cambio del cual se habla, a menos que, como dicen, al arzobispo recomponga el camino y no divida más a la población.
Por cierto que, viendo las cosas que se dan en la iglesia católica actual es imposible no recordar las que se vivieron durante la intervención francesa en México.
Cuenta la historia que a principios de diciembre de 1864, Francisco Meglia, el nuncio apostólico, exigió a Maximiliano de Habsburgo regresar a la iglesia sus propiedades, restituir las órdenes clericales, la libertad absoluta de los obispos para todas las funciones que sentían que tenían encomendadas frente a la sociedad y mantener sus privilegios como corporación. Maximiliano no sólo no regresaría las propiedades de la iglesia sino que exigía que las rentas de lo que había nacionalizado Juárez pasara a formar parte del estado, además que tenía la intención de convertir a los ministros de culto en funcionarios civiles asalariados por el gobierno y aceptaba que el catolicismo era la religión más importante del país, pero sin menoscabar la existencia de otras. Las relaciones entre la iglesia católica mexicana y Maximiliano eran muy tirantes.
En una carta, Carlota Amalia contó a la emperatriz Eugenia de Montijo que quizás la parte más dura y menos agradable de México era el clericalismo. La emperatriz de México decía en la epístola que era una iglesia a la que había que volver a catolizar, que los sacerdotes estaban muy preocupados por los diezmos, las primicias, las subvenciones y por los puestos que tenían dentro de la política y muy poco preocupados por la labor pastoral y por sus funciones frente a los feligreses. Por ello, Carlota decía que el catolicismo mexicano era un catolicismo mediocre.
El nuncio Francisco Meglia no aceptó ninguna de las propuestas de Maximiliano y Carlota queriendo intervenir para sosegar los ánimos, el 24 de diciembre tuvo una reunión con el nuncio. Carlota Amalia dejó escrito que ese día supo lo que era el infierno, el enfrentarse a una persona en un callejón sin salida a la que todo se le resbalaba como si fuera mármol pulido. La historia asegura que frente al mariscal Achille Bazaine, Carlota afirmó de Francisco Meglia: “A este señor habría que tirarlo por la ventana”.
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