Personalmente, yo no creo que el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, no sepa lo que pasa en el estado. Que esté desinformado sobre la realidad de la entidad. Debe tener claros los números verdaderos de la economía, del empleo, de la salud, pero sobre todo, las cifras de la seguridad.

Tengo la certeza de que el mandatario veracruzano conoce de primera mano el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre calidad de vida en México, en el que Veracruz reprueba en siete de las nueve variables analizadas, y en los rubros de Seguridad y Acceso a Servicios, obtiene la puntuación mínima, que es cero.

No me cabe la menor duda de que Duarte de Ochoa está al tanto de que otro reportero veracruzano, Rubén Darío Cruz Santos, de la sección policiaca de El Diario del Sur de Acayucan, en estos días ha tenido que huir del estado ante las amenazas a su vida y el intento de secuestro de que fue víctima. La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas debió haberle hecho llegar el informe correspondiente.

Estoy seguro de que el Gobernador de Veracruz, quien ostenta un título doctoral, ha tenido manera de enterarse que las carreteras del sur de la entidad son casi tan peligrosas como las de Tamaulipas, porque hay asaltos a los vehículos que por ahí transitan prácticamente todos los días. En el último, además del atraco a los pasajeros de un autobús, los delincuentes violaron a una mujer que ahí viajaba, lo cual debe estar consignado en el reporte que, presumiblemente, le entregó el secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita.

Por supuesto que sabe que Veracruz está considerado el estado mexicano más inseguro del país para ejercer el periodismo, y que en cada foro sobre el tema recibe una condena de parte de organismos civiles nacionales e internacionales.

Javier Duarte de Ochoa estuvo perfectamente enterado del hallazgo de once fosas clandestinas en un rancho de Tres Valles hace unos pocos meses, de los que fueron exhumados una treintena de cuerpos. Y también supo que hace unas semanas el ejército desmanteló un campo de entrenamiento de los Zetas en el municipio de Maltrata, cerca de Orizaba.

Si bien es cierto que los enfrentamientos armados con bandas criminales han bajado de intensidad en comparación con lo que sucedía en Veracruz en 2011 y 2012, el Gobernador está informado de que éstos no han cesado definitivamente y que en regiones como el sur, son cotidianos, aunque no tan estridentes como antaño.

Por la naturaleza de su cargo y el tamaño de su responsabilidad, el gobernador Javier Duarte de Ochoa debe ser uno de los hombres mejor informados de todo Veracruz. Lo contrario no es concebible bajo ninguna circunstancia.

Bajo esa premisa, lo que sí es incomprensible, indignante, es que cuando se le pregunta por los índices de inseguridad en Veracruz, no inventados por la prensa sino reportados por agencias e instancias nacionales e internacionales, tanto gubernamentales como de la sociedad civil, Duarte de Ochoa responde cosas tales como que hablar, preguntar o publicar sobre eso es “escupir para arriba”, o la última, en presencia del secretario de Relaciones Exteriores José Antonio Meade, en la que dijo a los reporteros “antes se hablaba de balaceras, de asesinatos, de participación de la delincuencia organizada, y hoy hablamos de robos a negocios, que se robaron un Frutsi y unos Pingüinos en un Oxxo. Hagan ustedes el comparativo de lo que está sucediendo en otras partes del país, y de lo bien que se vive en Veracruz”.

Póngale usted la moraleja que guste. Yo no tengo palabras.

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