El pasado sábado Ivonne Ortega mencionó frente al priísmo poblano una frase contundente: Privilegiar la unidad del partido antes que proyectos personales.
Esto que podría parecer para muchos una utopía o una invitación a abandonarse a la suerte del grupo en un estado gobernado por el PAN, no es para nada un salto al vacío a ojos cerrados; es en realidad una de las actitudes que por años ha definido al priísmo más exitoso, al que desde de la oposición regresó por sus fueros para recuperar la presidencia de la república, más fuerte, más solido y más proactivo que nunca.
Para llegar a este punto el PRI tuvo que hacer un ejercicio de introspección hurgando entre sus recuerdos fundacionales los valores que mejor lo definieran como partido, mismos que se convertirían en ventajas competitivas frente a grupos que deseaban permanecer en el poder durante más tiempo.
Hoy en Puebla, valores como unidad, disciplina, trabajo y sacrificio de pronto se llegan a ver en como un lujo que solo se puede dar un partido en el poder, o como parte del discurso al que estamos acostumbrados quienes militamos en este partido.
La disfuncionalidad del priísmo como partido opositor es de todos conocida, los medios se han cansado de decir que el PRI es mejor gobernando y que otros partidos funcionan mejor como oposición, porque esa es su esencia. Pero para volver a gobernar primero hay que recuperar los espacios perdidos, trinchera por trinchera, casa por casa, distrito por distrito.
No podemos esperar que por el hecho de tener a un presidente orgulloso de su militancia Priista signifique "per se" que se solucionará todo, ni estar especulando con posibles "negociaciones" o "acuerdos" del gobierno del estado con la presidencia de la república. Es hora de asumir realmente responsabilidades. El electorado es impredecible, la realidad es que en lo individual podremos contribuir cada quien con sus triunfos en lo poco, pero en lo colectivo podremos recuperar Puebla y contribuir en lo mucho a que el estado deje sus condiciones de rezago y pobreza, para que vuelva a ser próspero.
El politólogo español García-Trevijano decía que solamente en casos de peligro común como guerra exterior, la unidad nacional deja de operar inconscientemente como categoría histórica, transformándose en valor político consciente de su existencia. Pues bien, ¿acaso no es la política una guerra de ideas, de ideologías y de visiones de nación? luego entonces es momento de darle valor a la unidad olvidando protagonismos fatuos que en nada abonan al partido, mucho menos a la sociedad. Es tiempo de meternos en la dinámica de desarrollo que está viviendo el país, de convertirnos en un activo para el partido y no en un testigo mudo y sumiso de la intensa vida política y social que está pasando frente a nuestros ojos.
La invitación de Ivonne Ortega está abierta a ser parte activa del presente, solo así podremos llevar a nuestro estado y a nuestro partido a un futuro mejor.