Al momento de escribir estas líneas, han pasado 34 horas del secuestro del reportero Gregorio Jiménez de la Cruz en Coatzacoalcos. Hasta ahora, nada se sabe de su paradero ni de su integridad física.

De nada ha servido el inusitado despliegue policial en toda la región sur de Veracruz. Más de mil elementos de las fuerzas de seguridad, estatales y federales, para dar con una persona,  y ni una sola una pista, ni una luz sobre él.

Hasta el momento hay tres detenidos, a quienes se vincula con el caso por amenazas en contra del comunicador, proferidas a causa de materiales periodísticos que publicó, según lo confirma la propia familia de Jiménez de la Cruz.

Pero de Gregorio, absolutamente nada. ¿Es posible que alguien pueda desaparecer de la faz de la Tierra sin dejar rastro, así como así, sin que medie alguna protección para los plagiarios? ¿O de plano es tanta la ineficiencia oficial?

En todo Veracruz, pero particularmente en la zona sur, hay una creciente indignación por la violencia imparable que, como nos consta, toca a cualquier ciudadano, sea o no periodista.

Es increíble que en las narices de la autoridad se cometan toda suerte de delitos sin que haya respuesta efectiva de los responsables de brindar seguridad a la población, por más que se llenen la boca diciendo que hay un clima de tranquilidad en la entidad. Palabras huecas, vacías e hipócritas con las que pretenden esconder su incapacidad para cumplir con su trabajo.

Lo peor es que varios compañeros que se han manifestado para exigir garantías para hacer periodismo y el retorno con vida de Gregorio Jiménez, están recibiendo presiones y amenazas dentro de los mismos medios en los que trabajan, porque ponen en "riesgo" los convenios publicitarios con el gobierno estatal. Para esos "empresarios", la vida de un compañero vale menos que unos míseros centavos que reciben por callar.

Por todo el tiempo que ha pasado sin noticias de Gregorio, -y ojalá me equivoque- no se esperan buenas noticias. Desde ahora, la demanda que hacemos los periodistas de Veracruz, a quienes generosamente se nos han sumado compañeros de todo el país y del extranjero, es que haya justicia y no impunidad. Que regresen a Gregorio, de preferencia con vida, y que no nos quieran dorar la píldora con justificaciones estúpidas.

Nos sentimos indefensos. En el estado de Veracruz no hay garantía alguna para el ejercicio pleno y libre del periodismo. Y tampoco para llevar una vida tranquila desde cualquier otra profesión u oficio. Son tiempos de pesadilla.

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