Existen numerosos rituales de todas las partes del mundo que tienen como objetivo  atraer las buenas energías para el nuevo año.

En primer lugar, los expertos recomiendan barrer hacia afuera y limpiar en profundidad la casa el 31 de diciembre para alejar las energías negativas y empezar el año con buen pie.

Sin embargo, la tradición más antigua y con más seguimiento en numerosos países es comer las 12 uvas, una por cada campanada, acompañadas de un deseo o un propósito para el año nuevo. Se calcula que cada año se consumen 500 millones de uvas en todo el mundo tan solo en la noche del 31 de diciembre.

También, es muy común el uso de la ropa interior roja y amarilla, para atraer el amor y el dinero respectivamente. Además, si se lleva del revés significará que habrá un buen año de compras.

En Italia, la tradición es comer doce cucharadas de lentejas para llamar a la prosperidad, mientras que en ciudades costeras se suelen saltar siete olas justo en la medianoche para pedir siete deseos.

Otra de las más conocidas, es meter un anillo en la copa de sidra con la que se brinda por el año nuevo para no tener problemas económicos.

Por otra parte, en algunos países se escriben tres deseos en tres trozos de papel diferentes y se mantienen pisados mientras se acaba el año hasta la llegada del nuevo, en el que han de quemarse.

Los aficionados a las veladoras, afirman que esta noche es una de las mejores para pedir por nuestros sueños: para conseguir paz interior debemos encender una vela de color azul, amarilla si se queremos prosperidad económica y roja si se necesita pasión.

Si lo que deseamos es viajar, hay que recorrer las habitaciones de nuestro hogar con una maleta y dejarla al lado de la puerta principal de la casa durante esa noche y guardarla en un armario el 1 de enero.

Por último, para deshacernos de todo lo malo del año viejo, debemos abrir las puertas y ventanas para que los malos recuerdos se vayan para siempre y entre la suerte.