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UNAM presume su colección de esponjas marinas

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Está integrada por más de tres mil 500 ejemplares.

Integrada por más de tres mil 500 ejemplares, la Colección de Esponjas del Pacífico Mexicano fue creada por el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM entre 1997 y 1998.

Está dada de alta en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y registrada en la Subsecretaría de Gestión para la Protección Ambiental de la Dirección General de Vida Silvestre, con la clave OAX-MAM-135-10-02.

La región oceánica referida es uno de los lugares menos estudiados en cuanto a estos organismos, por ello, la entidad universitaria se dio a la tarea de analizar su diversidad, funciones ecológicas y posibles aplicaciones biotecnológicas. A partir de estos trabajos surgió la necesidad de depositar la información en un muestrario.

Hoy, esta colección es una de las más importantes porque además de contener gran parte de la biodiversidad conocida de esponjas del Océano Pacífico, alberga los endemismos y nuevas especies descritas en la zona, refirió José Luis Carballo Cenizo, investigador del ICMyL en la Unidad Académica Mazatlán.

Cuenta con más de tres mil 500 ejemplares (de los cuales se han estudiado menos del 80 por ciento) y contiene no sólo los comunes de la región, sino 80 especies tipo, que se toman de ejemplo a la hora de describir a una nueva.

“En ese sentido, la colección es indispensable para nuestro trabajo, pues almacena el material biológico que respalda a un nombre científico y permite la identificación o clasificación de un ser vivo”, expuso.

También es importante porque abarca la geografía mexicana, desde el norte de Sonora hasta Chiapas (incluida gran parte del territorio insular mexicano como el archipiélago de Revillagigedo, San Lorenzo y las islas Marías y Tiburón). Aunque al principio sólo comprendía ejemplares de la costa de México, hoy resguarda de Panamá y Costa Rica.

El académico explicó que las esponjas marinas son los primeros animales surgidos en la evolución, pues datan de entre 550 y 600 millones de años atrás. De alguna manera, de ellas desciende el resto de los animales, “aunque no significa que provenimos de éstas, sino de un grupo que se separó de la línea que las originó”.

Su éxito evolutivo se debe a su constitución anatómica. Pueden considerarse una “colonia de células” porque no alcanzan la diferenciación de un tejido u órgano. Sin embargo, tienen un increíble grado de totipotencia, pues son capaces de transformarse según sus necesidades y regenerar ciertas partes de su cuerpo, en eso se parecen a las células madre, expuso.

Las colecciones son importantes porque preservan ejemplares, mantienen la información y la ponen a disposición de la comunidad científica. Así, se aseguran las especies tipo, se construye el entendimiento de la riqueza de un país y con los años se derivan beneficios relacionados con el estudio del ambiente y la posibilidad de conocer qué había en el pasado.

Mediante la revisión de registros antiguos es posible tener una idea de cómo se modificó la fauna o flora de un lugar o si en esto influyeron el cambio climático o la transformación del hábitat.

Es un acervo vivo y como todas las colecciones respaldadas por una institución, trasciende al investigador. En promedio, al año incorporan entre 100 y 200 ejemplares nuevos, por ello, se requieren más científicos que continúen el estudio de la biodiversidad de México y, sobre todo, la de grupos tan raros y enigmáticos como las esponjas.

La generación actual de especialistas sólo podrá analizar la punta del iceberg, pero hay una biodiversidad por descubrir en ecosistemas profundos mexicanos, hábitats de difícil acceso con métodos tradicionales, concluyó.