- Veracruz
En pandemia, Antojitos Doña Bella resiste a crisis del covid
Veracruz, Ver.- Dentro del Mercado Unidad Veracruzana, escondido entre verdulerías, locales de elotes y cocos, se erige un pequeño negocio de comida que es tradición entre los jarochos. Antojitos Doña Bella, con 51 años en el gusto de los veracruzanos, resiste a la pandemia y a la crisis económica que ocasionó el covid.
Con algunas mesas y asientos vacíos, el lugar que siempre se encuentra repleto de comensales sufre los estragos del covid, con casi 50 por ciento de sus ventas disminuidas.
“Todo mundo ahorita tiene que guardar la distancia, la gente que viene al centro pasa de rápido, en cuestión de comprar solo los productos de la canasta básica para su hogar y ya no se detienen tan fácil porque la situación está un poco difícil, no pueden darse un pequeño gusto”, comentó Martín Pérez Lagunes, hijo de doña Bella, quien es la tercera generación al frente del negocio.
Pese a la poca afluencia de clientes siguen siendo uno de los locales de comida preferidos de los jarochos, unos cuantos se desvían de sus compras cotidianas para probar la gran diversidad de antojitos que ofrece el local.
Al inicio de la pandemia el negocio estuvo cerrado durante dos meses, tiempo en el cual tuvieron que suspender a 10 empleados, la mayoría mujeres, jefas de familia. Aunque en ese tiempo sobrevivieron de los ahorros, la necesidad de retomar actividades hizo que Antojitos Doña Bella abriera de nueva cuenta sus puertas.
Pese a que implementaron el servicio a domicilio con tal de no cerrar y la publicidad por medio de redes sociales, estas estrategias no les funcionó de la misma forma, por lo que optaron por tomarse el tiempo de la cuarentena.
El cierre de antros, bares y demás centros nocturnos, también ocasionó que sus ventas disminuyeran, al igual que la suspensión de actividades en algunos locales cercanos a la zona centro, los cuales eran una gran fuente de ingreso para los 10 empleados del lugar.
51 años de tradición e historia en el puerto
El local, cuyas paredes y techo están pintados de color rosa, llamando la atención de los clientes desde 1969, se mantiene vivo a todas las crisis que azotaron al Puerto de Veracruz ,y la pandemia del covid no sería la diferencia, aseguran sus dueños.
Aunque Evelia Lagunes Espinoza lleva al mando del negocio cerca de 40 años, fue su suegra, Lourdes Andrade Vázquez, quien inició con la tradición, mientras que ahora su hijo, quien es la tercera generación, sigue apoyando a su madre a atender los dos locales.
El local abre sus puertas de lunes a sábado, el horario laboral para los empleados empieza a las 4 am, mientras que el servicio para clientes es hasta las cinco.
Siendo también referencia para las nuevas generaciones, quienes, hasta antes de la pandemia, después de una noche de fiesta en los antros de la zona dorada de la ciudad se dirigían a desayunar con Doña Bella en la zona de mercados.
Adultos, niños y ancianos llegan a degustar los platillos que ofrece “Antojitos Doña Bella”, pero la especialidad de la casa y por la cual muchos la conocen es por sus picadas tradicionales jarochas, las cuales son sello emblemático de lugar, pero también del estado.
Por 5 meses doña Bellla estuvo alejada del negocio
Con un cubrebocas y con el mandil que la caracteriza, doña Bella se protege del covid, en las dos esquinas del local un par de botellas con gel antibacterial dan la bienvenida a los comensales.
Como una manera de proteger su salud, Evelia permaneció ausente de su negocio por varios meses, fue hace apenas un día que decidió regresar, para ponerse al mando de las cuentas, durante todo ese tiempo su esposo fue el que apoyo y quien se quedó al frente del negocio.
Ella a diferencia de muchos locatarios, dice que si cree en el covid, pese a que por su edad se encuentra en la población en riesgo, la necesidad y las ganas que tiene por seguir con el legado, fueron los principales motivos de su regreso.
Aparte de que sus clientes ya la echaban de menos. Con orgullo, dice sentirse afortunada de tener a clientes de años, quienes permanecen fieles a su sazón.
“Se siente bonito, saber que tienes clientes de años, que traen a sus hijos y después a sus nietos a comer, es muy bonito”, aseguró.