Por: Paco Contreras
Reflexionando sobre aquello que a los hombres nos molesta, hago un recuento de los malestares que se han compartido en las sesiones del Programa de Hombres Renunciando a su Violencia (PHRV), eso aunado a mi experiencia personal, me lleva a pensar en las experiencias masculinas que vivimos.
Al pensar en las pérdidas, aparece aquello que está vinculado a lo que la sociedad espera de nosotros y que fortalece nuestras ideas de superioridad, ser proveedor, protector, de una sola pieza, sin miedo, fuerte, responsable, entre otras más que contribuyen en la identidad de cada uno de nosotros.
Recuerdo el caso de aquel varón a partir de las afectaciones a su salud por parte de los padecimientos crónicos tuvo que dejar de laboral, con esto el retiro y el enfrentamiento a una realidad doméstica, que lo llevaron a la búsqueda de una ocupación que le permitiera acceder a recursos económicos, una noche su familia fue notificada de su muerte en pleno desarrollo de su trabajo. De manera alterna a las actividades laborales de él, estuvo presente la actividad que su pareja desarrolló para “apoyarle” económicamente, siendo estas actividades extensión de lo doméstico.
Como podemos observar en esta breve historia las exigencias en relación a la masculinidad, nos lleva a exponernos a riesgos contra la salud, esto solo es parte del problema, detrás de las exigencias a las que nos vemos sujetos, está el control masculino que no queremos perder y con este la comodidad que nos representan los privilegios.
La salud y el trabajo representan dos de las preocupaciones masculinas generadoras de crisis, una tercera de estas preocupaciones, es la pérdida de la relación de pareja, que se centra en la ausencia de la compañera (en las relaciones heterosexuales) y que pocas veces observamos desde el bienestar de las otras personas, ya que es importante que incluyamos a las hijas e hijos en caso de haberlos.
Estas rupturas son complicadas de sobrellevar para hombres y mujeres, pero para el caso somos los hombres quienes tenemos ideas de control y es aquí donde planeamos todo tipo de estrategias para “recuperar” la relación de pareja, lo grave del asunto es que muchas veces en estas “muestras de amor y arrepentimiento” se encuentra una fuerte presencia del control que los hombres pretendemos tener de las otras personas, especialmente de la pareja.
Mucho hay que trabajar en este sentido ya que en aras de mantener la idea de “la familia” buscamos formas para convencer a la compañera de regresar, sin haber realizado una transformación de fondo en nuestras estructuras mentales y de vida cotidiana que favorezcan un desarrollo plenos de ambas personas en su individualidad.
Muchos compañeros llegamos al PHRV con la firme idea que con el cambio, podremos retener o recuperar a la persona amada, el programa nos ofrece la posibilidad de revisar nuestras historias, nuestras ideas y reflexionar sobre las conductas que hemos tenido a los largo de nuestra vida y en nuestras relaciones, con la finalidad de desarrollar procesos que contribuyan a la resolución de conflictos y al mejoramiento de nuestras vivencias y a la vez hacer realidad el acceso a las mujeres a una vida libre de violencia.
La tarea no es sencilla, es necesario que como hombres seamos críticos con nuestra realidad y no exista colusión con otras personas que fortalezcan las ideas románticas de persecución y acoso hacia la pareja que solo es una manera de mostrar nuestro desinterés por acabar con la estructura patriarcal.
Perder el equilibrio en nuestras vidas, es una oportunidad para que los hombres trabajemos esas áreas que no exploramos de manera cotidiana, una posibilidad es el PHRV que sesiona todos los miércoles a partir de las 18.00 horas en las instalaciones del Centro de Integración Juvenil de Xalapa, que se ubica en la esquina que forma Acueducto y Ruiz Cortines de la Unidad Magisterial.