Coincido con el semanario The Economist en que México se está poniendo al borde de una rebelión, si no es que se pueda llamar como tal a los brotes de estados como Michoacán, donde hay efectiva ingobernabilidad por el control que ejercen grupos como La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios y las Autodefensas. El pan diario en el país son las quejas por la mala economía doméstica, los abusos oficiales, la impunidad de los poderosos y las decisiones gubernamentales que lastiman a los más amolados.
Las grandes reformas estructurales no dan confianza, al contrario, desatan la sospecha y la incertidumbre de los gobernados. Se tiene la certeza de que hay trampa, que se pretende meter a las clases trabajadoras en esquemas neoliberales altamente dañinos, y que serán pocos los ganones, normalmente las gentes del “PRI-gobierno”, como decían antes los izquierdistas.
Aunque ahora es el PRIAN, porque hay una abierta complicidad entre el PRI y el PAN, desde hace algunos años. Y véase si no es para tener desconfianza, el trascendido de que el desquiciado ex presidente Vicente Fox acaba de declarar que está reuniendo a inversionistas de todo el mundo para crear un fondo millonario e invertirlo en la industria petrolera. Con razón la prisa de los panistas para que se echara adelante la reforma energética.
Vicente Fox lo declara porque es locuaz, pero tenga la seguridad de que los multimillonarios como Carlos Salinas de Gortari, Carlos Slim y otros hechos ricos al amparo del poder político estarán haciendo lo propio para apoderarse de la riqueza nacional mediante el saqueo legal de los recursos que deben ser de todos los mexicanos.
Pero independientemente de hechos macroeconómicos como ese, que no le van ni le vienen al ciudadano de clase media y baja, que ni los entiende ni le importan, lo que sí se resiente en cada hogar es que el dinero rinde cada vez menos; los productos y artículos necesarios para la subsistencia se encarecen, pero los sueldos, salarios e ingresos económicos a los hogares se mantienen igual.
Para The Economist, México comparte con otros países, ese riesgo como secuela de la crisis financiera 2008-2009, pero los rasgos que identifican la posibilidad de una rebelión se localizan en las dificultades económicas, a las que debe añadirse como condición necesaria de grave inestabilidad social o política, la amplia desigualdad de ingresos, el mal gobierno, los bajos niveles de las prestaciones sociales, las tensiones étnicas y una historia de disturbios.
Todas esas condiciones existen en efecto en nuestro país, aunque quizá habría que descartar las tensiones étnicas, que no son considerables, pero sí existe también la erosión de la confianza en los gobiernos e instituciones, que ha sido de particular importancia para desencadenar disturbios, según dice el semanario, y le denomina crisis de la democracia.
En este contexto, Veracruz es un caso especial y aparte, por la gigantesca e inmanejable deuda que dejó el gobierno fidelista, del cual este es continuación, que tiene con el Jesús en la boca, pero con ganas de agarrar las carabinas, lo mismo a campesinos que a jubilados y pensionados, burócratas municipales, profesores de toda laya, empresarios acreedores, estudiantes becarios, etcétera y etcétera.
Y mientras, los funcionarios públicos, en vez de resolver los problemas, siguen robando.