Ahora que el Papa Francisco está haciendo importantes cambios dentro de la Iglesia católica debería revisar por lo menos el tema de los métodos de anticoncepción a los que se opone la milenaria estructura, aunque ya señaló que persistirá firme en el delicado tema del aborto.
Francisco acaba de dar a conocer en estos días el documento Evangelii Gaudium (Alegría del Evangelio), donde expresa su intención de cambiar algunas tradiciones de la Iglesia católica, de las cuales dice que "pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas. Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas, pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida", agrega.
Ojalá no sean sólo cosas teológicas, sino políticas más terrenales que tienen impacto en la sociedad, como ese absurdo de oponerse al uso de condones y por el contrario, incitar a los católicos a tener una gran cantidad de hijos para que al menos uno pertenezca a la Iglesia, como exhortó algún jerarca local hace unos cuatro años aquí en Xalapa.
Recordé el tema, aunque es imposible que lo olvide porque está relacionado con mi tesis… más bien vinculé la postura papal por alguna información sobre las previsiones presupuestales destinadas a desarrollo social, pero también por las declaraciones del procurador del Medio Ambiente en el Estado, Dalos Ulises Rodríguez Vargas, quien precisa que para vigilar lo que queda de riqueza natural en Veracruz se requerirían 500 inspectores en vez de los 20 con que cuenta esa dependencia.
En el último libro de Dan Brown, Inferno, se presenta la escalofriante gráfica que es bien conocida por los estudiosos del impacto demográfico en el planeta. Después del año de 1950, la línea casi se convierte en vertical, y aumenta de manera súbita, violenta, de más o menos 2 mil millones y medio en 1950, a 7 mil millones en 2011, o sea, 5 mil millones de nuevos seres humanos en únicamente 60 años.
Este crecimiento naturalmente es enfermizo para el planeta, porque a la par que se explotan indebida e indiscriminadamente los recursos naturales, existen más seres vivos que los requieren. O sea, los recursos disminuyen y la población crece, lo que es realmente apocalíptico, una realidad que supera todas las ficciones de las mejores producciones cinematográficas.
La católica tiene mucho que ver con que puedan establecerse sistemas de control de la natalidad, porque es la principal impulsora de que no los haya en los países donde predomina su ideología, que abarca algo así como el 20% de la población mundial. Y esa ideología, desgraciadamente influye en regímenes conservadores como los que acabamos de experimentar en México, que nada o poco hacen para implantar programas demográficos.
Dice el Papa que prefiere una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades, por lo cual propone también una conversión del Papado y una descentralización. Además, se propone que la Iglesia tenga las "puertas abiertas en todas partes" y a buscar "métodos creativos, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual".
Pues que se note en este tema, que no es un juego.