- Veracruz
Con 35 años, Pulquería La Panchita resiste a la pandemia
“Aquí lo toman con refresco rojo o con cerveza, algunos traen su jugo de piña para mezclarlo”, explica Eduardo sobre las diferentes maneras en las que desde hace 35 años se sirve el pulque en Pulquería La Panchita.
Son apenas las 11:00 de la mañana y a su alrededor sus clientes frecuentes se encuentran en la barra tomando la bebida de los dioses prehispánicos para curar la cruda de una noche de copas, otros más como Rodolfo y Jorge llevan realizando este ritual todos los días por más de 15 años.
“Aquí la gente toda es como una familia, todos se llevan entre sí, la mayoría son conocidos y si no son de la zona el que viene se hace de amistad y es una gran familia”, dice Jorge, cliente frecuente del lugar.
Pulquería La Panchita se encuentra ubicada en la zona centro de la ciudad de Veracruz, entre las calles Allende y Carlos Cruz; es la última pulquería que sobrevive en el casco antiguo del puerto jarocho.
Dentro del sitio conviven todo tipo de personas, la mayoría son habitantes cercanos a la zona, otros son trabajadores del centro que se desvían un momento para tomarse una copa o platicar con los amigos.
Rodolfo trabaja como franelero y no hay día en el que no regrese a La Panchita, durante ocho años trabajó como mesero, después se quedó como cliente frecuente.
“Antes era nomas pura pulquería, ahorita ya es como un bar, pero la tradición no se ha perdido porque siguen vendiendo pulque (…), antes el pulque venía en barricas de madera”, contó.
En la parte trasera los clientes jugaban rayuela, a la par que se escuchaba la música de la rocola, así como cantantes improvisados que con unos tragos de más entonaban canciones para el público ahí presente, dice Rodolfo.
PANDEMIA MANTUVO CERRADO PULQUERÍA LA PANCHITA POR 6 MESES
Hace seis meses Eduardo Díaz se hizo cargo de la pulquería tras la muerte de su padre Juan Antonio, junto con su primo se encargan de mantener vivo el legado que su familia les dejó y que ha perdurado por 35 años.
“Yo no me dedicaba a esto, pero mi papá fue el que fundo esto, el negocio de la familia y de ahí nos levantó a nosotros y la familia”, dice Eduardo.
Él es la segunda generación al frente del negocio, La Panchita es una de las tres pulquerías que todavía sobreviven a los constantes cambios y a la pandemia de la covid-19 en la ciudad de Veracruz, la cual los obligó a cerrar por seis meses, tiempo en el que las ventas del pulque bajaron considerablemente.
Pero la pandemia no fue el único factor que hizo que las ventas disminuyeran, el paso de los años hizo que poco a poco las personas se alejaran de las pulquerías, dejando a estos negocios tradicionales en el olvido.
“Anteriormente sí vendíamos demasiado pulque, hace unos años atrás se vendían hasta barricas de pulque a la semana, ahorita ya vendemos poco”, dice Eduardo.
Abrir de nueva cuenta después de permanecer cerrados por seis meses fue empezar desde cero, aseguró Eduardo, ya que después de que su papá cerrara por la pandemia, se habían quedado sin producto, por lo que tuvieron que invertir en la compra de más.
PULQUE, BEBIDA CON TRADICIÓN
Tras cientos de años el pulque es una de las bebidas tradicionales mexicanas que deleita el paladar de quien lo prueba, considerado como la bebida de los Dioses, por su origen mítico donde se cuenta que fue un regalo de la diosa náhuatl Mayáhuel para los hombres.
Esta bebida alcohólica de origen prehispánico se obtiene de las pencas del maguey y se elabora a partir de la fermentación del mucílago (sustancia orgánica de textura viscosa, propia de algunos vegetales), popularmente conocido como “aguamiel”.
El proceso de fermentación dura algunas horas dentro de contenedores llamados “tinacales”.
También se le atribuyen propiedades medicinales, como que alivia trastornos gastrointestinales, estimula el apetito, combate la debilidad y mejora ciertos padecimientos renales, también recomiendan su consumo a las mujeres en etapa de lactancia para aumentar la secreción de leche y mejorar su calidad.
Una bebida que sigue resistiendo el paso de los años y de las generaciones gracias a personas como Eduardo, que preservan las tradicionales pulquerías.