TEMARIO DE LA ELECCION 21

  • Gabriel Reyes Cardoso
Recordemos que cada cabeza es un mundo y que en la sociedad hay grupos que luchan por sus intereses

UNIDAD

En la industria electoral la unidad, es un mito generoso y productivo.  Es un ideal que les conviene no se logre porque los políticos viven de ofrecer, perseguir o esperar mitos que al ser inalcanzables les permite un largo tiempo de negocio productivo para sus intereses particulares. Venden esperanzas.

La unidad es imposible.  Solo recordemos que cada cabeza es un mundo y que la sociedad está integrada por grupos que luchan por sus intereses, casi siempre diferentes y hasta opuestos.

En la política real, la idea de la unidad es algo así como un camino o un sinónimo para sugerir obediencia a un solo mando, a una sola voz, porque, la situación así lo requiere.

Pero la democracia no puede vivir de sometimiento.

En los últimos años, los políticos han aprovechado el resentimiento y el enojo para convertirlos en venganza.  Parece que les conviene que sea la división y la confrontación el caldo de cultivo de una falsa búsqueda de la unidad.

El individuo está cada día más aislado, encerrado en la solución de sus propios problemas. Ni tiempo ni interés para ver los ajenos.  Las circunstancias sociales lo orillan a eso y el hambre se encarga de llevarlos a esos formatos.

Insatisfacción, enojo, confrontación y aislamiento hacen que la unidad, si se logra, sea efímera. Solo se refiere a algún asunto en particular. Después cada quien a sus propias broncas, a sus propios hartazgos.

Lo que importa en política, es buscar soluciones a los problemas de interés público. Así lo dicen los libros y, en ese sentido, la solidaridad sería un valor y una condición más factible.

Diversas corrientes del pensamiento alojan a este valor como primordial para conseguir el otro de mayor importancia: La concordia. Es decir el acuerdo colectivo, que si cada uno hace su parte, sin sometimientos ni claudicaciones, podría llevar a mejores condiciones de vida.

Pero, a pesar de clamar por la unidad, la política postmoderna se especializa en la división, en la confrontación.  Justificada o no, alejan a todos de la solidaridad y de la concordia y hacen que la unidad sea un ideal y una esperanza.

Ahora que la política postmoderna se finca en la confrontación, no se ven posibilidades ni fáciles ni sostenibles de una solidaridad eficiente y duradera.

Por eso en el portafolio de oportunidades para el ciudadano, estaría la de incluir en los compromisos de la próxima campaña electoral 21 el tema de una nueva solidaridad y una nueva forma de entender la sobrevivencia de la sociedad.

No se puede esperar que, crisis como la del coronavirus, sean las únicas razones para volver a ser solidarios y entender que si cada uno cumple  su parte, facilita la de los demás.

Hasta ahora solo las crisis nos acercan y por momentos nos convocan a unir esfuerzos.  Pero ninguna sociedad puede realizar una vida sana, si espera vivir en una crisis permanente.