¿Mujeres juntas, ni difuntas?

  • María Teresa Priego-Broca
La primavera comienza el 8 de marzo

“La asesinaron, a mi hermana. Se la llevaron a la salida de la secundaria. La tiraron en un lote baldío. Fue asesinada”.

“Ariadna”.

“Y que la diferencia sexual, no se traduzca en desigualdad”.

Marta Lamas

Se dice junto a la risa, la frase. Pegadita a la broma, es una de esas frases “clásicas” que escuchamos desde nuestra infancia: “Mujeres juntas, ni difuntas”.  ¿Cómo? Es parte de una educación que pretende que las “rencillas” y las “rivalidades” entre mujeres son temibles e irreconciliables.  La frase no se refiere a diferencias políticas, a diferencias en las causas que se priorizan, o en las estrategias para alcanzar nuestros objetivos. Porque quien haya acuñado la frase jamás se hubiera imaginado que las mujeres organizadas entre sí, fuera una experiencia ni remotamente posible. Y sin embargo, nuestras reivindicaciones, nuestros acuerdos, nuestra indignación, nuestras esperanzas, se mueven y nos mueven. Nosotras nos movemos.

“Mujeres juntas, ni difuntas”. Es una frase reductora, triste, si una piensa cómo los dichos populares son un reflejo de lo que Carl Jung llamó “el inconsciente colectivo”. Esas fantasías, ideas, imaginarios, lenguajes que conforman el trasfondo oculto, semi-oculto, evidentísimo, pero negado, de una cultura. ¿Qué significa? “Difícil entenderse entre inentendibles”, “Difícil soportarse entre insoportables”. Ese antiguo y loco afán de considerar las femineidades y los millones de maneras distintas de ser mujer, como una vastedad que puede definirse, acotarse, guardarse en cajoncitos, en jaulitas. Y sin embargo, desde que tenemos memoria, las mujeres se han reunido para acompañarse y para defender sus derechos: el lavadero, la plaza, las cocinas, la sombra de un árbol. Amamantar juntas, cuidar juntas, trabajar, reflexionar, discutir, sostenerse. Cantar. Pintar. Escribir. Unir sus voces. Marchar.

El 8 de marzo es un homenaje a todas las mujeres que reunidas, han logrado  transformaciones sociales que parecían imposibles. Y un día para detenerse, reflexionar, ¿en dónde estamos? ¿qué nos falta? Y nos falta muchísimo, en un país profundamente desigual, vasto, diverso. En un país en el cual la desigualdad entre los hombres y las mujeres, está tan naturalizada, en donde la violencia hacia las mujeres (en todas sus formas) es una realidad brutal y negada. Este 8 de marzo las mexicanas nos unimos al “paro” internacional que suma ya 46 países. Queremos hacernos escuchar. Y para lograrlo, sumamos nuestras voces desde todas las distintas maneras de inscribirnos en el Movimiento Feminista. ¿O podríamos decir, “los movimientos”?

Pero no se necesita ser feminista para entender, a qué punto nos urge un inmenso movimiento social que cuestione las construcciones misóginas entre las cuales caminamos todos los días. No se necesita ser feminista, ni mujer, para sumarse. Les comparto algunos momentos del comunicado dado a conocer en la conferencia de prensa que tuvo lugar hoy, convocada por distintas organizaciones: compañeras del Sindicato de Telefonistas, Sindicato de Trabajadoras del Hogar,  STUNAM, Sindicato de Electricistas, Ciudad Feminista,  Las Constituyentes, Académicas en Acción Crítica, Conversaciones Feministas (Debate, Activismo y Escritura), a título personal, las compañeras Martha Tagle y Cristina Renaud.  Fue Cristina quien creó los lazos para que hoy, estuviéramos juntas, desde distintos feminismos, llamando a cada uno de los tres tiempos de nuestra jornada del 8 de marzo, como una sola ola sostenida, solidaria y continua.

Una suma de voces

“Paramos para recordarle a la sociedad que el 8 de marzo, es un día de lucha por las demandas históricas y actuales de nosotras las mujeres”.

Paramos para denunciar que aun cuando con nuestro trabajo generamos riqueza en este país, sostenemos a nuestras familias y contribuimos a mover la economía global, seguimos enfrentando con mayor dureza la discriminación, la explotación, la violencia de género, los bajos salarios, los empleos precarios e inestables y la falta de seguridad social.  

Las trabajadoras del hogar, las informales, las migrantes, las trabadoras en el campo y en el sector maquilador, entre otras, representan hoy día, sectores con las peores condiciones de trabajo. La ausencia de derechos y la inestabilidad laboral constituyen un riesgo que vulnera aún más la calidad de vida de estas trabajadoras, con el riesgo del empobrecimiento gradual y generacional.  Es alarmante que del total de personas en situación de pobreza, 28.5 millones sean mujeres . 

Paramos para denunciar que nosotras dedicamos entre diez y veinte horas semanales a los quehaceres del hogar y más de 10 horas a las tareas de cuidado, aportando con nuestro trabajo no remunerado el 22% del PIB.  Sin embargo, este trabajo sigue siendo invisible y considerado sin valor por el grueso de la población, siendo que afecta nuestra calidad de vida y representa una doble o triple jornada de trabajo”. 

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María Teresa Priego-Broca

Es Tabasqueña. Feminista (tendencia retro). Lectora. Palabrera. Divanera compulsiva. Letras por la Universidad de Monterrey. Maestría en Estudios de lo Femenino por la Universidad Paris 8. Integrante del Comité editorial de Debate Feminista. Integrante del equipo fundador del Instituto de Formación y Liderazgo Simone de Beauvoir.