La lectura, una aliada en la conservación de la lengua totonaca

  • Alma Espinosa

A Ygnacia Hernández Vázquez la conocí hace cuatro años. Lo primero que ella me enseñó fue a admirar y respetar el trabajo con el algodón. La segunda enseñanza fue hacer todo lo posible por conservar nuestras raíces y para ella lo esencial es reforzar en los niños el uso de la lengua totonaca, en el municipio de Coxquihui.

“Manantial de conocimientos” es el nombre que Ygnacia le puso a la Sala de Lectura en la que decenas de niños hablan, leen y escenifican obras de teatro en su propia lengua. Han sido muchos años de trabajo para ella y muchas las satisfacciones que le ha dejado establecer en varias localidades su Sala.

No todo ha sido fácil. Tuve la oportunidad de platicar con esta mujer que no hace ruido al caminar, pero que su sola presencia te obliga a seguirla. Me contó que durante un tiempo instaló su Sala de Lectura en una escuela; todo iba bien hasta que cambiaron al director y el nuevo director, joven, recién egresado de la Normal, parecía no tener la sensibilidad (ni el conocimiento) para permitir que Ygnacia usara los salones y prestara libros a niños, maestros y padres de familia.

Rescató los libros que pudo y trasladó la Sala a su casa, en la localidad de Adolfo Ruiz Cortines, en Coxquihui, aunque ya está pensando en trasladarla a otra localidad para que sean más los beneficiados con las actividades que ella planea.

Sin importar si es sábado o un día entre semana, el Manantial de conocimientos abre sus puertas y deja entrar a niños que leerán libros en castellano y conversarán de ellos en totonaco; traducirán a su lengua una obra de teatro para representarla o bordarán servilletas con imágenes de su entorno dibujadas por ellos y con el respectivo nombre en totonaco

Hace poco representaron la obra “El gallo engancha”. Se invitó a toda la comunidad para que escuchara la belleza de su lengua; desafortunadamente no todos se interesan en ello y aún más triste es ver que existen maestros que no se interesan en aprender a hablar la lengua, con lo que se ve disminuida la oportunidad de que se conserve entre los estudiantes.

Otra parte fundamental de la Sala de Lectura es la transmisión de los conocimientos sobre el trabajo con el algodón. Ygnacia me dijo que el algodón es parte de nuestra vida desde que nacemos, pues el cordón umbilical se amarra con algodón y de esta manera las abuelas nos transmiten sus fuerzas para que al crecer seamos personas de bien y nos convirtamos en buenos artesanos.

El algodón es también un elemento sagrado. Al trabajar con el algodón se debe estar concentrado, no pensar en nada más; tampoco se deben tener problemas con la pareja porque el algodón tiene vida y no se prestará a trabajarlo si no se le da respeto ni valor. Por eso es difícil trabajar con este elemento, no importan las ganas o el deseo que se tenga de hacerlo.

Esto lo saben los niños que asisten a la Sala de Lectura de Ygnacia porque ella les enseña de respeto a los elementos naturales, lo cual no se enseña en la escuela. Ella ha decidido transmitir estos conocimientos en diferentes comunidades y los valores que encierra el arte.

Siempre con una sonrisa en el rostro y la amabilidad en su voz, Ygnacia termina la plática diciéndome que ella sabe que no le van a pagar por lo que hace, pero le gusta mucho y se siente bien. Al estar con los niños “mi corazón se alimenta. Soy feliz. No importa que sean traviesos y nos hagan enojar, al rato nos harán reír. Con ellos no hay egoísmo, no hay envidia; el niño no le hace caso al coraje, ellos son sinceros”. ¡Cuánta admiración, respeto y ejemplo a seguir representan las mujeres como Ygnacia Hernández!

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Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.