Clúster fantasma en Nanchital-Ixhuatlán; el dinero que no llegó ni llegará

  • José Luis Ortega Vidal

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Nanchital de Lázaro Cárdenas del Río, Veracruz, es un municipio pequeño al que la SEDESOL registra con 27 094 habitantes.

Ubicado junto a Coatzacoalcos, demarcación con aproximadamente 300 mil habitantes, Nanchital comparte dos fuentes económicas clave con su poderoso vecino:

a)    Es la población dormitorio de la mayor parte de trabajadores petroleros de los complejos Pajaritos, Cangrejera y Morelos. El primero co-propiedad de Mechichem y PEMEX con la mayor parte de acciones en manos de la empresa privada y los dos restantes propiedad de Petróleos Mexicanos.

Pajaritos, hoy denominado Mexicana de Vinilo, además de lucir semidestruido por una explosión en su planta Clorados III el 20 de abril del 2016, podría cerrarse y reconstruirse quizá en Tamaulipas.

b)    Es sede, en su territorio, del Complejo Petroquímico más grande de México y propiedad de las empresas privadas Braskem-Idesa.

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Nanchital fue una población de Coatzacoalcos hasta que se convirtió en municipio libre por decreto No. 194 de la Honorable Quincuagésima Legislatura, publicado en la Gaceta Oficial del Estado el 26 de Noviembre de 1988.

Es sede de la sección 11 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) que en 1988 –cuando nació el municipio nanchiteco- era encabezada por Francisco “Chico” Balderas”, un personaje central en el desarrollo de la ciudad bajo la estructura política de cacicazgo o centralismo de poder absoluto.

“Chico” Balderas fue Presidente del Primer Concejo Municipal de Nanchital en 1988.

Dueño de un singular fervor católico el poderoso y folclórico cuasi dueño de Nanchital –como tal actuaba desde el poder económico y político que le brindaba Joaquín “La Quina” Hernández Galicia- ordenó colocar una pequeña imagen de la Virgen de Guadalupe en el balcón más alto del Palacio Municipal.

Hasta la fecha la diminuta efigie guadalupana llama la atención por la violación de la ley en un estado laico.

Nadie, sin embargo, se atreve a sugerir siquiera la idea de retirarla: es el recuerdo de “Chico” Balderas y la época de esplendor desaforado que representó y es también parte del rostro cultural nanchiteco.

En agosto de 1991 -a más de dos años de la caída del poder de Joaquín Hernández Galicia mediante el histórico “quinazo” ocurrido en 1989- Francisco Balderas se suicidó y la historia de Nanchital vive desde entonces un cambio vertiginoso en sus estructuras políticas y económicas.

Si bien es cierto la Sección 11 del STPRM continúa siendo el bastión político del municipio su poder ha disminuido al grado que el sucesor de “Chico” Balderas: el octogenario Ramón Hernández Toledo, es incapaz de conseguir empleos a petroleros transitorios que han quedado en la calle.

Las vías de comunicación urbana que los ríos de dinero del sindicato llenaron de pavimento, las fiestas patronales que la fortuna dilapidada de PEMEX en manos de líderes sindicales convertía en eventos suntuosos y homenajes al derroche, han muerto.

Junto a ellas se marcharon las escenas de Francisco Balderas custodiado por docenas de automóviles en los que viajaban auxiliares, achichincles, aspirantes a un “pedazo de pastel”, guaruras…

Del delirio todopoderoso a la cabeza agachada de los dirigentes de la Sección 11 que soportan toda humillación mientras PEMEX se privatiza frente a su nariz.

La resistencia, el aguante, siempre que a ellos no les falten las cuotas sindicales y las órdenes del inefable senador Carlos Romero Deschamps, líder nacional de la vieja guardia que aporta miles de millones al PRI mientras sus representados son pisoteados.

Los transitorios defenestrados levantando plumas en el puente Coatzacoalcos 1 para cobrar y sobrevivir.

Obreros de planta jubilados antes del plazo legal.

La opción de heredar posiciones de trabajo a los hijos, eliminada.

Y el Ayuntamiento de Nanchital en manos de una maestra: Brenda Esther Manzanilla Rico, dependiente de un gobierno del estado saqueado, en quiebra, robado, tomado por asalto por Javier Duarte de Ochoa que a lo largo de 6 años minó las finanzas municipales en forma gradual y lo hará hasta noviembre del 2016, el último mes de su fatal gestión.

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A la fecha, el gobierno del estado adeuda al municipio de Nanchital un total de 54 millones de pesos.

El pasivo proviene de rubros diversos: uno son las ministraciones mensuales que SEFIPLAN debe enviar a la tesorería conforme al presupuesto autorizado por la Legislatura.

Se trata de dinero destinado a la cuenta corriente del Ayuntamiento que en el caso de Nanchital como en la mayoría de los 212 municipios veracruzanos se ha ido retrasando, cortando, jineteando mes con mes a lo largo del sexenio.

Otro recurso catalogado, aprobado y que simplemente no llega al Ayuntamiento nanchiteco es el relativo a obras públicas.

El pendiente principal es el bulevar a 4 carriles que enlaza a la ciudad con la carretera Coatzacoalcos-Villahermosa, en la que se aplicaría cemento hidráulico en lugar de asfalto.

Ese bulevar asfaltado presenta fallas de origen.

Se construyó en el sexenio de Fidel Herrera y desde hace años luce en pésimas condiciones amén de constituir un peligro por el que miles de personas deben circular cada día.

El dinero para la modernización de la rúa tampoco aterriza no obstante su origen federal y su asignación a las cuentas bancarias estatales donde se ha frenado o desviado.

Javier Duarte de Ochoa se va en 7 semanas.

El dinero no llegará.

Las arcas que recibirá Miguel Angel Yunes Linares están y estarán vacías.

Luce imposible que las consecuencias de la tendencia históricamente corrupta y dañina para los 8 millones de veracruzanos se puedan revertir en dos años.

En lo relativo al tema financiero la próxima administración partirá de ceros.

Será búsqueda de justicia sí.

El encarcelamiento de Javier Duarte puede ocurrir.

Se desea.

Sin embargo sería sólo eso: el encarcelamiento de Javier Duarte de Ochoa.

El dinero que no llegó –como los 54 millones comprometidos con Nanchital que hoy son deuda estatal- simplemente no llegará.

Cambiar dicho estado de cosas llevará años, muchos años, varios sexenios.

Implicará la reconstrucción de estructuras hechas añicos en las finanzas y el orden político del estado de Veracruz.

También la vuelta a armar de un andamiaje social marcado por la inseguridad, la sangre indescriptible y la fuga de capitales.

Desde el sector privado se requerirá inversión con empresas ancla como Braskem-Idesa.

Igualmente la creación de clústers que le añadan valor a la materia prima industrial que se genera en el sur veracruzano sobre todo en el ámbito del polietileno.

Pero esos procesos no son rápidos; su puesta en marcha y resultados son a mediano y largo plazo y se corre el riesgo, siempre, de que no ocurran o de que si ocurren fallen.

No es una visión catastrofista.

No se trata de ver las cosas de forma maniquea.

Comparto una visión que considero realista.

Crudamente realista.

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El 8 de agosto del 2016 José Murad Loutfe Hetty, a la sazón Subsecretario de Energía, Inversión y Puertos de Veracruz,  aseguró a medios de comunicación que antes de concluir la actual administración estatal quedará establecido un clúster de plástico entre Nanchital e Ixhuatlán del Sureste que será abastecido por Braskem-Idesa antes denominado Etileno XXI.

Actualmente hay 8 empresas de 20 que tendrán cabida afirmó el funcionario apenas dos meses atrás.

He preguntado a la gente de Braskem-Idesa y a la alcaldesa de Nanchital sobre dicho clúster.

La respuesta ha sido unánime: no existe, no hay tal.

José Murad Loutfe Hetty mintió.

Declaró sin bases.

José Murad es un político de proyectos fantasma que dejó su cargo en el gobierno del estado y se mudó al Ayuntamiento de Xalapa.

La administración de la cual formó parte concluirá en breve y solo dejará deudas, desempleo e inseguridad.

Nada de inversión pública ni privada.

Es vergonzoso.