Opaces, incapaces y rapaces

  • Rafael Arias Hernández

En Veracruz, como en el país,  cada vez más se nota con mayor claridad, que la forma de gobernar y ejercer un puesto público,  ha alcanzado niveles alarmantes de opacidad, incapacidad, mediocridad y rapacidad.

Por lo general, verdaderas excepciones aparte, informar para quienes, por fortuna solo por un tiempo,  gobiernan o están a cargo de un puesto público es todo, menos mostrar la realidad de su desempeño y de la situación real.  Intentan, por todos los medios ser evaluados.

Así, ¿cómo decidir, valorar y prever con fundamentos? ¿Cómo apoyarlos o sancionarlos?

Pero eso sí, se ha convertido en costumbre y ritual,  utilizar y abusar del deber de presentar un informe,  para auto elogiarse, auto promoverse y auto justificarse.

O, valga la oportunidad, asumen ventajas, al  anunciar una renuncia de alguien en cargo de primer nivel, minimizando o negando la magnitud de los daños causados y la difícil situación en la que abandona el puesto. Tal es el caso del ex-Secretario de Hacienda.

¿O qué una devaluación de casi el 50%, el descomunal aumento de  deuda, los injustos  recortes,  no ameritan  explicaciones? ¿Y qué decir del fracaso de las reformas estructurales y los gasolinazos?

Solo para que se tenga presente y se exija. Recordemos que en Veracruz la situación es peor, con el record, de 6 secretarios de finanzas en casi 6 años; resulta que no pasa nada,  pese a que ninguno se salva de la responsabilidad de la cuestionada administración, de la  quiebra financiera, el sobreendeudamiento y la desaparición de miles de millones de pesos.

¿Somos? O ¿nos hacemos?

Pero de qué  quejarse, si se  permite, fomenta y algunos, incluso, aprovechan, según el caso.

Con esto y más, solo acumulamos  daños que tarde o temprano padecemos.

¿El pueblo tiene el gobierno que se merece?

En verdad, a fin de cuentas, ¿lo que hacemos somos?

Lo absurdo va de un extremo a otro. Por un lado, muy pocos o nadie en los cargos públicos, informa lo que encuentra; y, por el otro, menos o ninguno rinde cuenta puntual, cuando lo que deja.

En uno y otro caso predomina la pasividad ciudadana y social. Somos característicos de desinterés,  apatía,  conformismo, y  dejadez

No preocupa ni ocupa lo que hagan quienes se dicen gobernantes o funcionarios, pero que en realidad todos sin excepción son simples servidores públicos.

En resumen usa y abusan, hacen y deshacen; pero eso sí, dicen que  logran, avanzan, fortalecen y hasta aportan o innovan. Frente a una realidad que de muchas formas se prueba, padece y tiene que pagar y reparar lo contrario.

Nuestra indolencia, desidia y apatía en los asuntos públicos tiene, tarde o temprano, costosas consecuencias.

Una de ellas, es que de inmediato nos hace comprobar lo que somos. No reaccionamos, frente al grado de abuso y simulación, de engaño y manipulación, de opacidad e incapacidad, de rapacidad y deshonestidad que caracteriza a demasiados gobiernos, de todos partidos, colores y sabores.

Así en efecto somos lo que hacemos, o dejamos de hacer, bien o mal, a tiempo y sin demora.

¿Qué esperamos de gobernantes y funcionarios, si no les exigimos que cumplan cabalmente, con sus deberes y obligaciones?

¿Por qué no informan ni rinden cuentas, bien y con oportunidad? No lo hacen cuando están y menos cuando se van?

¿Con base en que información toman decisiones y hacen previsiones?

Ni transparencia real y permanente; ni rendición de cuentas puntual y completa; ni verdadera fiscalización, responsable y objetiva;  y mucho menos evaluación social independiente.

Más bien, desempeño caracterizado por opacidad, mediocridad, ineficiencia, complicidad, corrupción, encubrimiento  e impunidad: simuladores  intocables y reciclables son el mejor ejemplo.

De ahí que con frecuencia, se  llegue  al extremo de ilusamente sostener a quienes son conocidos y caracterizados por mediocres, ineficientes y hasta delincuentes gubernamentales.

Los mismos que, en el desempeño de sus cargos y funciones, han vendido la socorrida esperanza de mejorar presupuestos oficiales; así como hasta administrarlos bien, sin déficit; o de,  en concreto, reestructurar el gasto y aumentar la inversión; o, hasta los que pomposamente, anuncian fortalecimiento financiero, que en realidad solo es una cara ocurrencia para salir del paso o distraer, sobre lo que resulta más evidente: pésima administración y sobre endeudamiento público.

Así, con frecuencia, los presuntos responsables recurren a anunciar supuestas reingenierías administrativas, ordenamientos estructurales y redefiniciones funcionales; o en el colmo, de la noche a la mañana se  impone “basificar” a diestra y siniestra, aplastando la carrera civil o impidiendo cualquier estudio serio sobre la costosa presencia, crecimiento  y  daños de la burocracia.

En fin, unos y otros han asegurado  que no era endeudar más y acaban haciendo todo lo contrario. Se justifican expresando que son parte de las acciones de “saneamiento financiero”, cuando en todos los casos, predomina  irresponsabilidad  e incapacidad, dando paso a costosas  improvisaciones,  ocurrencias o caprichos, que les pueda incluso,  dejar algunas ventajas o beneficios personales, familiares o de grupo...

Algunas preguntas. Urgen respuestas

En todo caso, hay que insistir y denunciar un hecho evidente, Veracruz  sumido en opacidad y  rapacidad,

Muchas interrogantes siguen sin ser contestadas, por quienes tienen la obligación  cuando menos, de ser transparentes, garantizar el acceso a la información y  rendir cuentas con puntualidad.

Preguntas que  son parte de la preocupación de los veracruzanos pero que, por desgracia no lo son de su ocupación general, exigente  y permanente.

Algunas preguntas y más,  siguen presentes.

¿Dónde están los miles de millones de pesos desaparecidos, que la Auditoria Superior de la Federación (ASF), asegura superan  35 mil millones?

¿Cuál es en verdad, el total-total de deuda pública estatal, hasta el momento?

¿Se fincará responsabilidades y denunciará a los que están y cobran por vigilar, pero no lo hacen. Los fiscalizadores Contraloría General, Órgano de Fiscalización Superior y Comisión de Vigilancia del Congreso, que no han cumplido con su obligación? ¿Qué son, ineficientes y delincuentes?

¿Cuál es el monto y destino de los créditos fiscales manejados por el Gobierno Estatal, durante los últimos años?

O qué, ¿aceptamos como norma de gobierno, crimen sin castigo?

*[email protected]:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez  

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Rafael Arias Hernández

Actualmente es Investigador del IIESES y maestro de la Facultad de Economía de la UV.

Cuenta con  Licenciatura en Economía, por la Universidad Veracruzana. Obtuvo mención honorífica Cum Laude.  Maestría en Economía con especialización en Desarrollo Regional y sub especialización en Historia del Pensamiento Económico. Salt Lake City, Utah. USA. Diplomado por la U.V. en “Habilidades del Pensamiento”.  Alta Dirección AD2 Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas. (IPADE). Becario en los programas Lincon-Juárez y LASPAU.  Asesor académico y maestro de Enseñanza Media, Esc. De Bachilleres Noc. “Art. 3º Constitucional”, Xalapa, Ver. Maestro en la Facultad de Economía, y de la Maestría en Desarrollo Regional. Historia Económica, Desarrollo Económico, Desarrollo Regional, Taller de Investigación, Metodología, Habilidades del Pensamiento y otras cátedras. Maestro en “Técnicas de Debate” de la maestría en Acción Política y Administración Pública, de la Universidad Anáhuac. Xalapa, Ver.

Director General Técnico y Secretario General de la Universidad Veracruzana.

En el Gobierno Federal, fue Delegado Estatal de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial en Veracruz, y Director de Desarrollo Regional en SPP. En el Gobierno del Estado de Veracruz ha sido Asesor Económico, Jefe de Prensa y Comunicación Social, Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Director General de Industria, Comercio y Estadística, Coordinador de Participación Ciudadana, Coordinador Ejecutivo del Comité de Planeación para el Desarrollo (COPLADEVER). SEFIPLAN, (2010)

Miembro de diversas Asociaciones Civiles y ciudadanas, como el Colegio de Urbanistas y Planificadores, el Colegio de Economistas; la Fundación Cambio XXI A. C.; y de la Fundación Colosio A.C. Colaborador de diversas revistas y publicaciones académicas. Articulista de diversos periódicos, y de otros medios de comunicaciones nacionales, estatales y municipales.