Las marchas y las fronteras porosas: de la intolerancia al crimen organizado

  • José Luis Ortega Vidal

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El sábado 22 de abril del 2006 la prensa dio a conocer el decomiso de un cargamento de cocaína en las inmediaciones de Acayucan, al sur de Veracruz.

Un trailer marca Mercedes Benz, color blanco y con la leyenda de “Servicio Público Federal Catrami” remolcaba 700 cajas de mango y una llamada anónima a la PGR dio cuenta que la unidad estaba abandonada en el vecino municipio de Sayula.

Elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) trasladaron el pesado camión frente a las oficinas de la PGR y al descargarlo encontraron debajo de los mangos 431 tabiques con un peso bruto de 946 kilos 525 gramos 600 miligramos de cocaína.

La droga se ocultaba debajo de los mangos y sobre 43 rieles de un doble fondo.

Al frente de la AFI en Acayucan -en el 2006- se encontraba el comandante José Manuel Luna Gaspar, conocido en el ámbito policiaco y periodístico como “Luna”.

El 21 de marzo del 2007 el “Comandante Luna” fue asesinado en el poblado de “Las Joyitas”, municipio de Villa de Alvarez, Colima.

Su ejecución ocurrió un mes antes de cumplirse el primer año tras el decomiso de cocaína más importante en la historia de Acayucan y acaso del sur de Veracruz.

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Antier, sábado 10 de septiembre del 2016 en Coatzacoalcos, Xalapa, así como en diversas partes de la República se llevaron a cabo marchas.

En general se denominaron Marchas por la Paz porque la inseguridad afecta a todo el país aunque en unas entidades se note la afectación más que en otras.

El tema, empero, se mezcló con otros rubros como la polémica por el matrimonio igualitario que ha propuesto el Presidente Peña Nieto para permitir casarse a las personas del mismo sexo.

También con la politización que en casos como Coatzacoalcos “invitó” a las autoridades a no tomar parte de la manifestación.

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A mi juicio, las marchas fueron positivas porque evidenciaron nuestras diferencias y nuestra diversidad de opinión sin haberse roto la Paz que era el tema central.

Al mismo tiempo, empero, evidenciaron la inmadurez que padecemos en términos democráticos.

¿Por qué prohibir a un ciudadano que representa una autoridad temporal su derecho a manifestarse?

¿Por qué confrontar –en el discurso y la amenaza- los diferendos acerca de las preferencias sexuales y sus implicaciones desde el punto de vista de los Derechos Civiles?

¿No sería mejor debatir civilizadamente sobre ellos y votar democráticamente al respecto?

¿Qué somos las mayorías sin las minorías, sino una caravana coja y debilitada por sus propias necedades?

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Meses antes de que ejecutaran a José Manuel Luna Gaspar, fue asesinado Ponciano Vázquez Lagunes quince días después de haber sido secuestrado en Tabasco.

Ponciano Vázquez Lagunes –miembro de una familia de empresarios agropecuarios y políticos sumamente notables en el sur veracruzano-  el 10 de junio del 2006 con el tiro de gracia y junto a cuatro víctimas más que habían sido sus trabajadores.

Todos fueron arrojados en el municipio tabasqueño de Huimanguillo, cercano a la frontera con los municipios de Agua Dulce y Las Choapas, Veracruz.

No pasaría mucho tiempo para que ejecutaran a un amigo de Ponciano Vázquez: el alcalde de Huimanguillo, Tabasco: Walter Herrera Ramírez.

El Presidente Municipal tabasqueño fue asesinado frente a su rancho “Los Cuates” el 15 de noviembre del 2006, en un contexto de luchas internas del narcotráfico; concretamente por una presunta venganza del cártel michoacano de “Los Valencia”.

Un jefe policiaco a cargo de Walter Herrera Ramírez habría asesinado a un grupo de personas en un municipio de Chiapas.

Hay un punto donde confluyen Veracruz, Tabasco y Chiapas en una frontera sumamente porosa que da al Valle del Uxpanapa.

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La semana que recién terminó fue abatido el médico José Roberto Valderrama Carrillo, director del Hospital Civil en el municipio de José Azueta, Veracruz.

Veamos: el de José Azueta es un municipio cercano a Playa Vicente, demarcación atravesada por el río Tesechoacán y frontera de Veracruz con Oaxaca.

Ambos lugares forman parte a su vez de la llamada zona alta del río Papaloapan y colindan con la zona piñera de Ciudad Isla.

¿A qué viene todo lo anterior?

¿Por qué tanto recuento de muertes, de marchas y de fronteras?

La clave está en esta palabra: frontera.

Los seres humanos somos muy dados a marcarla tanto en lo individual como en lo colectivo: la frontera de nuestros intereses o maneras de ver el mundo frente a los intereses y maneras de ver el mundo de los demás.

Las fronteras demográficas para marcar posesiones y territorios que muchas veces sirven para que la delincuencia pase de un lugar a otro a manera de refugio y de impunidad.

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Acaba de llegar a Coatzacoalcos un grupo de inteligencia de la Comisión Nacional de Seguridad.

Se especializan en el tema del secuestro tan de moda por estos lares.

Es importante que dichos elementos sepan que han arribado a una zona de fronteras muy sui géneris.

Sino que le pregunten a la familia del abogado Ignacio Vizuet Ortega, secuestrado y asesinado en fecha reciente tal como ha ocurrido con muchas víctimas más.

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Es importante cuidarnos de las fronteras de nuestra intolerancia así como de aquellas que utiliza el crimen organizado y que nosotros facilitamos.