UV a las calles

  • Eduardo Barrios

La semana pasada se le juntaron y recrudecieron las exigencias al gobierno de Veracruz, varias instituciones -de entre tantas que han sido afectadas por la mala administración de recursos. La ASF ya se pronunció- comenzaron a reclamar lo que les pertenece por Ley, entre ellas la Universidad Veracruzana.

A los veracruzanos les urge, como al resto de la sociedad mexicana, revisar el concepto de solidaridad, porque ante los hechos que evidencian la crisis, las acciones de la sociedad civil podrían alcanzar otras medidas, como de hecho ya ocurre con la convocatoria para el viernes 26 de febrero a una mega marcha organizada por el colectivo “En Defensa de la UV”.

Desde hace mucho tiempo que no se ve en las calles a miembros de la comunidad universitaria en un ánimo de solidaridad, de exigencia y defensa de la universidad pública, como sí se les ha visto, por ejemplo, defender las causas de los 43 normalistas de Ayotzinapa –no se espera menos de la comunidad universitaria-, uno de los episodios más siniestros que los mexicanos hayan visto en los últimos años.

En las diferentes regiones de la UV en el estado, los universitarios muestran mensajes de apoyo ante la situación que enfrenta la Máxima Casa de Estudios.

Sorprende sentir tan viva a la comunidad universitaria que durante algún tiempo prefirió, en muchos de los casos –que no en todos-, guardar silencio ante el desastre administrativo y financiero de la gestión actual, que ya daba alertas. Quizá porque los tiempos políticos así lo indicaban, quizá porque la diplomacia y la mirada institucional les hizo pensar que todo pasaría, y ya vimos que sí pasó. De cualquier forma, para muchos, ya es imposible la indiferencia.

Precisamente de eso se trata el concepto al que apelan algunos colectivos, de hacer un lado problemas o visiones internas que dividen y fragmentan para anteponer el interés común, en este caso, la defensa de la Universidad Veracruzana. Con el paso de los días iremos viendo la evolución del movimiento que intenta abonar a las exigencias de la comunidad universitaria y que ha orillado a la UV a las calles.

La respuesta gubernamental ya se ha manifestado en diversas ocasiones argumentando su intención de resolver el conflicto por la vía del diálogo, que sin embargo la universidad nunca negó y de hecho así lo demuestran las múltiples reuniones. Promesas de pago, solo eso, promesas.

Pero el diálogo comienza por la boca y su clausura con iniciativas de ley para reformar artículos como el 98 de la Ley del Instituto de Pensiones del Estado (IPE) y con ello atribuir nuevas obligaciones a las instituciones como el caso de la Universidad Veracruzana para solventar el pago a pensionados, situación que generó una reacción inmediata de preocupación por parte de la Casa de Estudios y que se condensa en estas líneas de su comunicado:

“Diputados, su voto podría significar el riesgo o la consolidación de la educación superior pública de Veracruz. Las consecuencias de su voto se verán reflejadas en el desarrollo del Estado. El compromiso es con el pueblo y particularmente con los jóvenes veracruzanos”, firma la Rectora, Sara Ladrón de Guevara.

Como le he comentado en este mismo espacio, la universidad pública enfrenta un serie de embates que debe sortear en un contexto global que la descapitaliza y como dice la investigadora y experta en educación, Sandra Carli, “desestabiliza la institucionalidad de la universidad” y  la conduce a una “erosión de su hegemonía”.

En este asunto de las formas y expresiones solidarias, es también pertinente enfocar la mirada en las representaciones de los universitarios –todos-, sus formas de apropiación e identidad para con la Universidad: ¿cómo la entienden?, ¿qué esperan de ella?, ¿cuál es el contexto que miran?, es decir mirarse en su condición de estudiante, maestro, funcionario.

Y mirarse ¿para qué?, para entender las conexiones, para saber si les importa entender la universidad entre pares o individualizada, para identificar los lazos y las fronteras sociales; para adelantarse con datos a la respuesta antes de hacer la pregunta, para no juzgar sin elementos cuando se convoca y no se responde.

Para revivir las experiencias cotidianas en la universidad, para saber desde los estudiantes, cómo son sus primeros años dentro de la institución y cómo son los últimos, si al principio fue un conjunto de experiencias y después un lugar visto con extrañeza y con interés o necesidad individual sin tanta afectividad o si por el contrario, su apropiación e identidad es tal que hoy se encuentran en legítima defensa de ese espacio de encuentro.

Para saber desde los funcionarios el alcance de las políticas universitarias que se tradujeron en una reducción de los dirigentes estudiantiles, para evaluar el impacto histórico de la neutralización de las exigencias de esos actores, hoy que los propios funcionarios necesitan, más que nunca, a la comunidad, y la comunidad se necesita así misma en un ciclo incesante por la defensa de una institución de todos los veracruzanos.

Tendremos muchas respuestas el viernes 26 de febrero a las 11:30 de la mañana, fecha y hora de la convocatoria del colectivo que ya suma en redes sociales muchos adeptos y mantiene un crecimiento constante de sus miembros en el grupo de Facebook.

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