Periodistas en Veracruz: ¿Cuál es nuestro papel frente al inefable olor a muerte que nos puebla en los días que corren..?

  • José Luis Ortega Vidal

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El episodio ocurrió en algún lugar de Veracruz: cuatro reporteros acudirían a un encuentro con colegas y amigos.

Tres subieron a un mismo auto y el cuarto se arrepintió a última hora para compartir la unidad de otros compañeros.

Los tres que marcharon en el coche inicial ya no llegaron al destino previsto. A medio camino fueron interceptados por un grupo armado que los levantó, los mantuvo secuestrados durante varias horas y los torturó sádicamente.

Les advirtieron que la orden era matarlos. El motivo: haber publicado información contraria a los intereses del crimen organizado en la zona donde ocurrió la historia.

Finalmente, la intervención de autoridades alertadas por periodistas solidarios, evitó la matanza.

Con el tiempo surgió un detalle importante en torno a aquellos acontecimientos: aspectos como la ruta que seguirían los reporteros, la unidad en que se movilizaban y su destino, fueron informados por un periodista a los plagiarios, lo que facilitó su labor miserable.

A la fecha hay dos versiones sobre el nombre de aquel Judas.

El redactor cuenta con la versión de una de las tres víctimas del plagio. Pero tuvo acceso, también, a una versión distinta.

En todo caso, en ambas sospechas aparece el nombre de un reportero como responsable de haber entregado a sus compañeros de oficio a los asesinos que –afortunadamente- de última hora recibieron órdenes para dar marcha atrás.

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Hubo un accidente. Se vieron involucrados un periodista y un sujeto ligado al crimen organizado.

Llamaron los jefes del criminal y ofrecieron el pago por los daños.

No nos interesa, fue la respuesta de la familia del periodista afectado.

¡Como quieran! Les dijeron. La oferta ahí sigue y que quede claro que fue un accidente. No queremos problemas.

Un dato interesante de esta historia: en medio de la oferta, gente ligada al sector oficial intervenía como “mediadora”.

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Sobre el caso del ex reportero Daniel Sánchez Mendoza, la Fiscalía de Veracruz emitió el siguiente boletín el jueves 17 de diciembre:

“Esclarece FGE cinco homicidios en el sur; dos detenidos vinculados a grupo delictivo

COATZACOALCOS, VER.

COMUNICADO

La Fiscalía General del Estado (FGE), a través de la Fiscalía Regional Zona Sur-Coatzacoalcos, detuvo a dos personas pertenecientes a una célula de la delincuencia organizada como presuntos responsables del delito de homicidio doloso, con lo que esclarece cinco eventos de privación de la vida en Minatitlán.

En acciones diferentes derivadas de trabajo de inteligencia policial, agentes de la Policía Ministerial detuvieron a José Manuel Hernández Rivera alias “El Pollo”, encargado de un centro de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos en Minatitlán, y a Daniel Sánchez Mendoza “El Periodista” o “La Dany”, en cumplimiento a las órdenes de aprehensión emanadas de las causas penales 421/2015 y 423/2015 por los delitos de homicidio ocurridos en octubre pasado.

Las víctimas respondieron a los nombres de Samil Fernández Márquez “El Paisano”; Luis Ángel López Alonso “El Ingobernable”; Miguel Ángel Bautista Rodríguez, Luis Gustavo Trujillo Sagrero y una tercera persona sin identificar; fueron privados de la vida el 19 de octubre en Minatitlán, cuando fueron sacados del centro de rehabilitación a cargo de Hernández Rivera.

La indagatoria revela que las víctimas cometieron un robo en una ferretería de ese municipio, cuya propietaria en represalia habría solicitado al grupo delictivo que los privara de la vida.

Los probables responsables reconocieron en sus declaraciones ministeriales, y en presencia de su abogado defensor, pertenecer al autodenominado grupo delictivo Los Zetas, desempeñándose como vigilantes o “halcones” y haber participado en los actos que se les imputan.

José Manuel Hernández Rivera y Daniel Sánchez Mendoza fueron ingresados al reclusorio regional Duport-Ostión, a disposición del Juez Primero de Primera Instancia de este Distrito Judicial, para que respondan por los hechos que dieron origen a las mencionadas causas penales.”

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Hay una serie de inconsistencias y dudas en esta historia hecha llegar -via boletín- por la Fiscalía a cargo de Luis Angel Bravo.

¿Los dos detenidos, entre ellos el ex reportero Daniel Sánchez Mendoza, son autores materiales de los asesinatos o sólo cómplices de su autoría intelectual?

¿Hay cómplices y existen órdenes de aprehensión contra ellos como verdaderos autoridades materiales?

¿Hay orden de aprehensión contra la dueña de la ferretería presuntamente robada por los tres sujetos encerrados en un “centro de rehabilitación de alcohólicos y drogadictos que acabaron asesinados?

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¿Por qué las dudas?

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Durante los últimos años la ex Procuraduría de Justicia –hoy Fiscalía que tendrá al frente suyo al mismo personaje durante los próximos dos gobiernos estatales de Veracruz- ha cometido una serie de yerros que provocan desconfianza en ese rubro de parte de la sociedad tal como ocurre, de hecho, en todo el país.

Las circunstancias en que los periodistas desarrollamos nuestro trabajo en Veracruz –cada día en medio de más peligro- nos conduce a reflexionar, analizar, observar a detalle el aspecto individual pero también el colectivo de nuestro gremio.

La historias narradas en los puntos 1 y 2 revelan dos aspectos esenciales: a) la traición entre nosotros mismos y la complicidad de algunos reporteros con el crimen organizado y b) los nexos de autoridades públicas con el propio crimen organizado e información de parte del Estado en torno a la existencia de pseudo periodistas y pseudo policías que se inscriben en el proceso de descomposición social que padecemos.

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No sé hasta dónde Daniel Sánchez Mendoza está involucrado en el crimen de que se le acusa.

He narrado en entrega anterior sobre este tema, que recogí -en mi trabajo reporteril- datos que lo ubican como encargado de la cantina “los cotorros” y como vocero de los taxistas de Minatitlán en Jáltipan; actividades ambas que habría sido meros disfraces para su trabajo con el crimen organizado, como lo afirma la Fiscalía en su boletín.

El tema de los asesinatos -empero- rebasa mi información y me deja ante la duda: ¿No es, Daniel, en este caso, un chivo expiatorio o por lo menos la parte más delgada del hilo de un complot entre delincuentes?

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Finalmente me queda claro que Veracruz no ha superado –por el contrario- ha sufrido el incremento de retrasos sociales que tienen décadas entre nosotros.

A Heriberto Kehoe Vicent, lo mataron en el restaurant “El Chalet” de Poza Rica por una lucha de intereses en el sindicato petrolero.

Oscar Torres Pancardo -también ex líder del STPRM- murió en un extraño accidente en el mismo contexto.

En el sur de Veracruz durante décadas las diferencias políticas en el mismo gremio al servicio de PEMEX se dirimían a balazos y ahí está la duda histórica sobre el homicidio o suicidio de Francisco “Chico” Balderas, como ejemplo.

La aparición del crimen organizado en México -particularmente el que padecemos hoy en día- está ligada al Estado; es un huevo puesto por él mismo.

Toribio Gargallo, durante una amplia época, llenó de sangre la región de Córdoba y alrededores –incluyendo la sierra de Tezonapa que enlaza a Veracruz con Oaxaca- bajo las órdenes de autoridades que finalmente ordenaron su muerte.

De todas estas historias hay pruebas documentales, muchas de ellas –por cierto- periodísticas.

¿Cuál ha sido el papel del periodismo en este contexto histórico de podredumbre desenfrenada?

¿Cuál es nuestro papel frente al inefable olor a muerte que nos puebla en los días que corren?

Helos ahí: la farsa electoral de cara al 2016 y los días del pasado traidor que vuelven y se incrustan, lacerantes, en la memoria que estamos obligados a construir, a pesar de todo.

No obstante la Babel que nos conspira y de cuya leche nos alimentamos…