La escritura, remedio de todos los males

  • Alma Espinosa

Expresar los sentimientos y las preocupaciones nunca es fácil. Sin embargo, apenas llega un trozo de papel seguido de un incentivo para escribir y la tarea es más sencilla. Lo difícil viene cuando se lee lo que se ha escrito. Las emociones se agolpan y enseguida surge una sensación de bienestar, incluso reparadora.

La escritura podría y debería considerarse como un detonante liberador del alma. Como un mecanismo para descargar la mente y el cuerpo de un peso invisible pero perceptible. ¿Por qué escribir? Escribimos para nosotros, para experimentar y comprender; a veces también escribimos para alguien más, aunque la mayoría de las veces ese “alguien más” no exista realmente y solo sea la sensación de compartir lo nuestro.

En años recientes, con el uso cada vez más frecuente de las redes sociales y la apertura de canales públicos de expresión, la escritura se ha vuelto un ejercicio que va en aumento de forma inconsciente para la gran mayoría de la población.

Al hablar de escritura no me refiero únicamente a la literaria, sino transformar las ideas en caracteres, que se envían, la mayor parte de las veces, mediante mensajes electrónicos privados o públicos. No importa el soporte, lo que interesa es que se exprese lo que atormenta o satisface, y será una ganancia que el circuito de la comunicación se cumpla.

A la par con la escritura, cada uno de nosotros hemos aprendido a observar a través de dichos caracteres las necesidades y personalidad de la gente que nos rodea o que por alguna circunstancia conocemos y tenemos contacto.

Con nuestras letras contamos historias y dejamos ver quiénes somos o quiénes pretendemos ser. De acuerdo con la narradora, socióloga y creadora de modelos educativos, Luz María Chapela: la escritura responde al afán de “ver lo propio fuero de uno mismo, de revisarlo, cuidarlo, mejorarlo y reaprenderlo para volver a asimilarlo de manera distinta. Quien escribe se comprende mejor y clarifica su pensamiento”.

Escribimos para entendernos mejor y comprender lo que sucede a nuestro alrededor; ordenar nuestras ideas, y tomar decisiones después de analizar cada una de las opciones. Al emplear el sentido de la vista es quizá más fácil recordar aquello que hemos visto escrito.

En la escritura dejamos o proyectamos algo de nosotros en el papel. Cuando el acto de escribir se utiliza para crear ficción, ofrece la oportunidad de generar nuevos lugares y personas ubicadas en espacios temporales distintos al “real”. Tan solo la posibilidad de crear un entorno paralelo, mejor o peor al que se vive, es ya una cuestión placentera.

El acto de la escritura debiera ser algo cotidiano. “Soltar la pluma” no es tan difícil si se hace de manera frecuente. Para algunos puede resultar más fácil escribir cosas de rutina como una lista de actividades diarias; para otros, la liberación surge cuando se escribe de alguien más, de quien no existe y al que podríamos hacer feliz o desdichado, según le plazca a nuestra imaginación.

Ya no es cuestión de decirlo, la escritura está con nosotros, es un acto diario que podríamos hacer más consciente para que ayude a liberarnos. A desprendernos de esa carga que nos impide ser completamente felices. A dejar atrás todos los males y emplearla como un remedio infalible. Al final de cuentas, la escritura es generosa.

¿Qué hacer en la semana?

El jueves 26 de febrero el ceramista Constantino Méndez inaugura su exposición “Tema y variaciones” en el Ágora de la Ciudad, en Xalapa. Conoceremos el trabajo más reciente de uno de los pupilos del artista de talla internacional Gustavo Pérez, quien ha guiado y compartido con el joven Constantino sus procesos de creación.

Ese mismo día, pero en el Recinto Sede del Instituto Veracruzano de la Cultura, que se encuentra en Veracruz, se inaugurará la exposición “6ª Bienal de cerámica utilitaria”, que fue traída del Museo Franz Mayer y que ya fue expuesta con mucho éxito hace unas semanas en la Galería de Arte Contemporáneo de la capital veracruzana.

El viernes 27 de febrero el Centro Cultural Atarazanas, en Veracruz, invita a la inauguración de sus exposiciones "Gráfica Reconstructiva" carteles de Federico López, y "Polvo y greda" escultura de Rosario Guillermo.

Anteriores

Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.