Agnes

  • Silvia Susana Jácome G.

La conocí en 2006. Xalapa había sido elegida sede del III Encuentro Nacional de Escritoras y Escritores por la Disidencia Sexual y las Identidades de Género, y junto con dos maravillosas personas formé parte del equipo organizador.

Ella presentó una ponencia. Me llamó la atención su seguridad, su presencia, su juventud. Era Agnes Torres Herdández, mujer transexual que en ese entonces tenía poco de haber salido de la Facultad de Psicología de la UV y que buscaba iniciarse en el activismo por los derechos humanos.

Al final de la jornada platicamos y me quedé con la gratísima impresión de tener a una valiosa aliada en Xalapa. Poco nos duró el gusto –a las y los xalapeños- pues Agnes se fue a radicar a Puebla y ahí encontró el medio propicio para desarrollar todo su potencial. Al poco tiempo ya era una de las más reconocidas activistas trans en nuestro país.

Volví a coincidir con ella -y con otra entrañable amiga, Gloria Hazel Davenport- en un proyecto muy ambicioso: Humana Nación Trans. Desde ahí, y desde otras trincheras, Agnes fue una parte muy valiosa para que se aprobara, en 2008, la Ley de Identidad de Género en el Distrito Federal.

Una ley semejante estaba impulsando en el estado de Puebla cuando un cobarde crimen de odio terminó con su vida en los primeros días de marzo de 2012.

Murió sin alcanzar a ver uno de sus mayores anhelos: modificar su nombre y su género en sus documentos legales y contar con un título que la reconociera como Agnes Torres Hernández, Licenciada en Psicología.

Se habría conformado, en ese momento, con el título bajo el nombre que aparecía en su acta de nacimiento, pero con su foto que la identificaba como la mujer que fue toda su vida y que empezó a expresarse libremente durante su paso por la universidad.

La cerrazón de las autoridades universitarias le negó la entrega del título. La condicionaron a que entregara otra foto, en donde apareciera con el cabello corto, de saco y corbata, y sin maquillaje. Con un disfraz que ella no aceptó ponerse.

Luego de su fallecimiento, su madre hizo la solicitud del título –con su foto femenina- al entonces rector Raúl Árias Lovillo y, una vez más, la respuesta fue negativa.

Tuvieron que pasar más de dos años desde su fallecimiento, y tuvo que llegar a la Universidad Veracruzana una rectora con mayor sensibilidad –Sara Ladrón de Guevara- para que, al menos de manera simbólica, su Alma Mater reconociera en Agnes a la destacada estudiante que fue y a la activista por los derechos humanos.

Esto ocurrió hace unos días, en un homenaje que le ofreció la Universidad Veracruzana a través de la recientemente creada Unidad de Género, y en donde estuvieron presentes la rectora Sara Ladrón de Guevara y la madre de Agnes, doña Benicia Hernández quien, al recibir el reconocimiento para su hija, manifestó que este acto ”me hace pensar que las reglas de esta universidad están cambiando para bien de la sociedad; me hace pensar que las normas por las que una vez se discriminó a Agnes hoy están siendo replanteadas con la finalidad de apoyar la diferencia”.

Doña Benicia agregó que seguirá luchando porque se le entregue el título que reconozca a su hija como licenciada en Psicología y, aun y cuando existen impedimentos legales, las autoridades universitarios le expresaron que podría haber alguna posibilidad para que esto pudiera darse. Sería, sin duda, un acto de justicia para la propia Agnes.

Muchas cosas han pasado en estos dos años. Para empezar, una nueva y mejor disposición de la Universidad Veracruzana para ser congruente con su ideario. Además, hace apenas unos días se decretó en nuestro país el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, con todo lo que esto implica en razón de los compromisos que adquieren las instancias federales . Y en estados como Puebla, Hidalgo y Veracruz se está trabajando para impulsar una Ley de Identidad de Género que, de ser aprobada como se está planteando, sería incluso más avanzada que la que existe en el Distrito Federal y que, dicho sea de paso, también se está reformando para simplificar el proceso. Sin duda alguna, a Agnes le habría gustado mucho ver todos estos cambios por los que ella misma luchó de manera más que comprometida.

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