La marcha y los derechos humanos

  • Silvia Susana Jácome G.

Podríamos hablar de la bandera colorida y monumental que con más de 50 metros de largo inundó las calles de Xalapa; podríamos mencionar la ‘Marching Band’ de Soledad de Doblado que subrayó el ambiente festivo de la marcha; podríamos destacar la presencia de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana que llegó desde Puebla para bendecir uniones homosexuales al final del recorrido. Pero con lo que me quedo es con la generosa respuesta de la sociedad que saludó el paso del contingente y que en no pocas oportunidades manifestó su apoyo y su aprobación.

En efecto, hablo de la VIII Marcha LGBTTTI de Xalapa que se llevó a cabo el último domingo de marzo en un contexto más que favorable, cuando se ha puesto en la mesa el tema de las uniones entre personas del mismo sexo.

A diferencia de otras ocasiones, esta vez se celebró por la tarde noche, a pesar del riesgo que implicaba ante un eventual aguacero. Y es que, a eso de las 5 de la tarde, una ligera llovizna caía sobre la capital veracruzana y amenazaba con opacar el desfile.

Pero no fue así; a las 7 de la noche en que inició el recorrido –esta vez desde la esquina de 20 de Noviembre y Lázaro Cárdenas, muy cerca de la emblemática Araucaria- el cielo lucía despejado y era el entusiasmo el que amenazaba con desbordarse.

Cierto, seguía en la mente el recuerdo de tantas compañeras y compañeros víctimas de la homobofia, transfobia y todas las fobias hacia las diferencias, como Agnes Torres, activista que estudió en Xalapa y que murió cobardemente asesinada hace poco más de dos años en el estado de Puebla. Y la angustia por la desaparición de Edgar Sosa, otro comprometido activista por la causa, a quien no se le ha visto desde hace más de un mes.

Con esa indignación es que alzamos las voces para exigir, entre otras cosas, que Veracruz declare el 17 de mayo como Día Estatal de la Lucha en Contra de la Homofobia -tal y como hace unos días se hizo a nivel nacional- que se tipifique el crimen de odio por homofobia y que se promulgue una Ley de Identidad de Género para que las personas transexuales dejen de ser indocumentadas en su propio país.

Con una participación de entre 300 y 500 personas, y con el compromiso de no bajar los brazos, concluyó la marcha y dio inicio la V Semana Cultural de la Diversidad Sexual que se clausuró el pasado viernes y que nos dejó un muy buen sabor de boca, no sólo por las y los especialistas que nos compartieron sus saberes, sino por las personas que asistieron y que se suman a esta comunidad que sigue empeñada en ejercer sus derechos.

Derechos que incluyen, desde luego, el reconocimiento del matrimonio igualitario que va más allá de una tímida Sociedad de Convivencia que termina siendo discriminatoria al no reconocer la igualdad entre las uniones homosexuales y heterosexuales.

No han faltado las voces de las iglesias que pretenden restringir estos derechos. Será necesario que las y los legisladores recuerden que vivimos en un Estado laico y que, en tanto las iglesias basan sus argumentos en lo que dice un libro escrito en un contexto muy distinto al actual y en sus particulares creencias religiosas –respetables, sí, pero que son sólo eso- quienes pugnamos por los derechos humanos para la población LGBTTTI nos basamos en evidencia científica reciente y en la opinión autorizada de especialistas en el ámbito de la educación sexual y la sexología.

De acuerdo a lo que anunció el diputado Cuauhtémoc Pola en su cuenta de Tweeter, el próximo miércoles se empezará a discutir en comisiones la iniciativa que él mismo presentó. Esperemos que prive el respeto a los derechos humanos y la vigencia del Estado laico por encima de presiones y presuntas complicidades que pudieran existir por parte de los grupos más conservadores representados, principalmente, por las iglesias. A esos señores habría que recordarles lo que su propio líder y fundador dijera cuando mencionó lo de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. ([email protected])