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Lucía da clases en zonas más pobres de Veracruz por 135 pesos diarios

  • Ángel Cortés Romero
La mestra de CONAFE no quiere dejar sin docente a su plantel, a pesar del salario precario que le pagan como educadora

Irene Merino Pacheco recibe a sus 13 alumnos en la Escuela Primaria Alfonso Arroyo Flores, el único plantel de educación básica de la localidad Ampliación Isla de Pajaritos, ubicada a 18 kilómetros de la cabecera municipal de Tlalixcoyan.

La maestra del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) y sus alumnos regresaron a clases el pasado 29 de agosto. La diferencia fue mínima para Irene, pues durante los dos años previos de la pandemia de la covid-19 instruyó a sus estudiantes de forma presencial al menos dos veces por semana.

“Nosotros seguimos asistiendo, aunque la pandemia estuvo al rojo vivo. Los niños siguieron recibiendo educación, nosotros veníamos, trabajábamos dos días a la semana y los tres días restantes lo hacíamos en línea. Nunca fue abandonarlos por completo”, dice la docente.

Desde el inicio del ciclo escolar 2022-2023, Irene Merino da clases a sus 13 alumnos de lunes a viernes en una escuela de CONAFE, un organismo descentralizado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que brinda servicios de educación básica a niños y adolescentes de localidades marginadas. 

Irene trabaja como maestra del consejo por un sueldo mensual de cuatro mil 100 pesos, es decir, 135 pesos diarios, mientras espera el tiempo para el concurso de plazas docentes en la SEP. Su sueldo se encuentra por debajo de la mitad del promedio nacional.

De acuerdo con el sitio Indeed, el sueldo mensual promedio en la Secretaría de Educación va desde los seis mil 302 pesos como auxiliar administrativo hasta los 11 mil 238 pesos como maestro de primaria.

En CONAFE, organismo creado el 11 de septiembre de 1971 para brindar servicios educativos a la población infantil de comunidades marginadas donde la Secretaría de Educación Pública (SEP) no llega, quienes enseñan a los niños son sobre todo jóvenes que sólo terminaron la secundaria o el bachillerato. En esa situación se encontraba Irene hace 19 años, cuando inició su servicio en escuelas rurales.

Los jóvenes trabajan en CONAFE uno o dos ciclos escolares a cambio de que el organismo los beque por 30 meses o el doble de tiempo para que continúen sus estudios superiores. Así fue como Irene pudo titularse de la Licenciatura en Educación Básica este 2022. 

A la precariedad laboral y las dificultades que los docentes de CONAFE atraviesan, se suman las carencias de las escuelas del organismo. Sin registro ante la SEP, los planteles no reciben apoyo económico ni en especie para que sus instalaciones reciban mantenimiento, mobiliario o tecnología.

REGRESO A CLASES EN MEDIO DE CARENCIAS

La localidad Ampliación Isla de Pajaritos es una de ellas. Tiene una población de aproximadamente 140 habitantes, de los cuales la mayor parte son personas adultas que se dedican al campo y a la ganadería. Además de la primaria, hay un jardín de niños que también le pertenece a CONAFE.

A su regreso del receso escolar, Irene Merino y sus estudiantes encontraron la Escuela Primaria Alfonso Arroyo Flores con las mismas carencias que tiene desde hace cinco años, cuando CONAFE la habilitó como un plantel de educación básica.

Los 13 niños que la docente tiene a su cargo toman clases en el único salón que tiene la escuela. El plantel es unitario, es decir, todos los alumnos reciben clases al mismo tiempo y en el mismo espacio, pese a que tienen diversas edades o cursan grados distintos.

El mobiliario de la escuela es resultado de las cooperaciones que los padres de los niños hacen para que sus hijos tomen clases, pues el gobierno de Tlalixcoyan que actualmente encabeza la alcaldesa panista Elvia Illescas, no brinda apoyo al plantel. El lugar sólo tiene un aula y un patio amplio sin barda perimetral ni domo.

La docente considera que el regreso a clases fue bueno debido a que ninguno de los alumnos desertó a pesar de las carencias de la escuela y de la comunidad. Para la maestra, CONAFE es un programa noble que permite que los niños de poblaciones vulnerables reciban estudios.  

“De niña siempre quise ser maestra, en CONAFE se me dio la oportunidad de llevarlo a cabo y hacer esta noble labor con los niños de comunidades alejadas que necesitan recibir educación”, comenta.

EN CONAFE SE SUFRE

La maestra, de 38 años, es originaria de la localidad Ampliación Isla de Pajaritos, por lo que a diferencia de otros docentes de CONAFE que se trasladan desde sus lugares de origen hasta comunidades lejanas, ella ahorra todo tipo de viáticos.

Ahí mismo vive con su esposo Alex Fortunato Córdoba y sus hijos Arath e Hiromi, de 16 y siete años, respectivamente. Los gastos los comparte con su pareja, quien se dedica a la albañilería dentro de la comunidad y lugares cercanos.

“Me organizo muy bien con mis gastos, aquí la ventaja es que yo vivo en la misma comunidad y pues no me traslado”, expresa Irene.

La docente recuerda que hace 19 años comenzó su servicio en CONAFE en una escuela ubicada en la localidad de El Limoncito, ubicada a 15.8 kilómetros de la cabecera de Tlalixcoyan y a 28 de Piedras Negras, la comunidad más grande del municipio. Entonces, apenas había cumplido la mayoría de edad.

Irene tiene calcado el recuerdo de su primera noche en El Limoncito. Las personas de la comunidad eran desconfiadas, por lo que no la dejaron dormir en ninguna de las casas. Le adaptaron un cuarto en una bodega de tractores. Ahí durmió con una sábana sobre un catre.

“La verdad en CONAFE se sufre bastante. Hay comunidades en las que las personas son demasiado humildes y a veces se quitan el pan de la boca para dárselo al maestro, porque eres la figura con más peso ahí en ese momento”, señala. 

Aquella primera noche, Irene no pudo dormir. En la misma bodega estaba guardada una cochina que recientemente había tenido a sus crías. Cada dos horas, la despertó debido a los ruidos que hacía al alimentar a sus lechones. Con el paso de los años se fue acercando a su comunidad.

"NO QUIERO DEJAR A MI COMUNIDAD SIN MAESTRO"

“A pesar de que yo ya estoy titulada no quiero dejar a mi comunidad sin maestro, porque al irme yo es muy difícil que manden a uno nuevo a dar clases”, externa la profesora.

Irene se encuentra próxima a dejar vacante su trabajo como maestra en la escuela primaria de CONAFE de la Ampliación Isla de Pajaritos. Ya egresada de la Universidad Pedagógica Veracruzana (UPV), concursará por una plaza en la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) en aras de que sus ingresos mejoren.

Hace cinco años llegó a la primaria de su comunidad a causa de una invitación que le hicieron personas que buscaban que CONAFE habilitara la escuela, que anteriormente fue administrada por la Secretaría de Educación Pública (SEP).

“En esta comunidad donde me encuentro actualmente no había servicio, la había cerrado la SEP por escasez de niños, la cerraron por decisión de las autoridades”, asegura.

Debido a que trabajó durante dos ciclos escolares, CONAFE la becó con 60 meses de beca. Los mismos padres de familia de la escuela la impulsaran para que estudiara su carrera como educadora. Así lo hizo con los mil 20 pesos mensuales con los que el organismo la becó. Además, siguió percibiendo ingresos por su servicio como maestra.

Irene quiere que sus alumnos tengan un nuevo maestro asignado antes de irse de su escuela: “Los padres quieren que sea una persona con experiencia, que cubra las necesidades de los niños. En muchas ocasiones, CONAFE contrata jóvenes que van egresados de secundaria, que no tienen el conocimiento o no les gusta”.

 

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