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Así policías en Coatza dieron golpiza a jóvenes; hoy viven con miedo

  • Carlos Caiceros
“Nos bajan del coche, nos quitan nuestras pertenencias, nos golpean y amedrentan”, narran 3 jóvenes que acusan abuso policial en Coatza

Viridiana vive temerosa desde que elementos policiales presuntamente hicieron uso de la fuerza de forma injustificada en contra de ella y sus amigos.

“No tengo otra palabra para describirlo más que como un evento traumático, hoy, después de la terrible situación que vivimos, sigo sin poder conciliar el sueño, despertando a horas de la madrugada sin poder dormir de nuevo”, relata la joven.

Su cuerpo, así como el de Stephany y de Javier, están llenos de moretones. Acusan a los policías estatales de la patrulla SP3250 por detenerlos sin ningún tipo de justificación en el malecón de Coatzacoalcos durante la madrugada del pasado 18 de junio. Primero, cuentan, los abordaron elementos de la policía vial, quienes jamás accedieron a identificarse tras marcarles el alto y someterlos a una inspección.

“No, no íbamos alcoholizados, no, no íbamos drogados, por Dios, no hicimos más que preguntar cuál era la falta cometida y querer grabar el argumento que nos daban, eso, eso fue la falta, eso detonó que a Javier casi lo estrangularan, que a ‘Stephy’ la golpearan y que a mí a empujones, forcejeos y malas palabras me esposaran contra la patrulla”, narra.

Los tres jóvenes, originarios de Coatzacoalcos y Acayucan, han procedido conforme a derecho. Además de la denuncia por el abuso, también interpusieron una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) y ante la dirección jurídica de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).

El episodio les dejó un grave trauma y ahora esperan que, emprendiendo acciones como estas, nadie más sea víctima de los policías. También que otras posibles víctimas se animen a denunciar.

 

TEST DE ALCOHOLEMIA NEGATIVO

Para la mañana del 18 de junio, Javier, de profesión ingeniero civil, aún traía la ropa ensangrentada. Sus manos y codos también presentaban heridas. En su cuello había marcas del forcejeo con los elementos estatales. 

El joven narró que mientras circulaban por el malecón al filo de las 3:30 de la mañana en dos vehículos, uno manejado por él y otro por su hermana, cuando fueron detenidos por elementos de la Policía Vial.

Pese a que, asegura, manejaban a solo 40 kilómetros por hora, una patrulla de la policía vial en Coatzacoalcos les cerró la circulación obligándolos a bajar del vehículo.

“Nos bajan del coche, nos quitan nuestras pertenencias, celulares, identificaciones, tarjetas de circulación, nos golpean y amedrentan”, relató el joven, apuntando que los videos fueron borrados por los efectivos, aunque pudieron recuperarlos.

 

Los jóvenes fueron trasladados al expenal de Palma Sola bajo el cargo de conducir alcoholizados, pese a que la prueba de alcoholemia resultó negativa en los tres casos. En el caso de Stephy fue señalada de obstrucción a la justicia. 

Igualmente, les quitaron los dos vehículos que manejaban y tardaron horas para poder recuperarlos.

 

El ingeniero siente impotencia. 

Aunque ya había conocido de otros casos de abuso policial, no esperó que le tocara a él. Acusó que todos en la corporación “se tapan con la misma sábana”, pues unos con otros se encubren.

“Están coludidos y por más que se haga una queja, no pasa de eso, de una queja. Este tipo de acciones deben parar”, exige.

Agregó que al ver el actuar de los elementos, sacó su teléfono celular para documentar lo que ocurría con los policías, pero fue amedrentado con sus armas de cargo. Antes de dejar las instalaciones, el video fue borrado por los elementos.

A la hermana de Javier, Stephy, también la golpearon. Cuando la joven docente vio el trato del que estaba siendo objeto Javier, al que tenían sometido por el cuello, acudió en su auxilio sólo para encontrarse con golpes también para ella.

“Me meto para quitarle las manos a las personas, en ningún momento me puse altanera, en ningún momento les insulté, en ningún momento grité, simplemente le intenté quitar las manos para que dejaran de ahorcarlo. 

“No recuerdo muy bien si fue una mujer policía o un hombre que me dio un golpe en la boca”, relata al mostrar el labio inflamado que le dejaron las agresiones.

 

IMPOTENCIA 

Viri por su parte, admite que el episodio que vivió la dejó traumatizada. En un mensaje en sus redes días después de los hechos, dirigido a sus amigos y familiares, la docente precisó que seguía sin poder conciliar el sueño.

“… despertándome a horas de la madrugada sin poder dormir de nuevo, sintiendo tantas ganas de llorar a cualquier hora del día que me acuerdo, volviendo a sentir completa impotencia cuando veo mis moretones, los de Stephy o los de Javier, sintiéndome aterrada y desesperada otra vez, mientras recuerdo a mi hermana y a Jorge en medio de la nada, en plena madrugada, sin dinero y sin conocer a donde ir, sin saber yo si ellos estarían bien o tal vez otra patrulla iba a hacer algo con ellos”.

Ella calificó como tormentoso y frustrante el hecho, además de señalar sentirse impotente, triste, enojada y desesperanzada “de que la gente que nos debe cuidar puede llegar hasta matarnos a personas que no hacemos otra cosa más qué trabajar, luchar por tener cada día una mejor vida, un patrimonio propio, divertirnos de vez en cuando que hasta donde sé, no tiene nada de malo”.

La joven reiteró que la madrugada del 18 de junio no iban alcoholizados o drogados y señala que cuestionar a los elementos cuál era la falta que habían cometido y grabar el abuso, fue lo que detonó la furia de los policías.

“Pero de todo esto, algo es seguro, hay una experiencia formidable, primero, que los padres nunca se equivocan y que ellos antes que nosotros siempre presentirán el peligro, fueron múltiples avisos por parte de los papás de cada uno de los involucrados y no los tomamos en cuenta; segundo, nadie será más incondicional que tu familia nuclear”, destaca.

“Tercero, bajo ninguna circunstancia hay que quedarse callados, menos, cuando se trata de defender tus derechos e integridad como persona, nos toca a nosotros como individuos y ciudadanos no quedarnos callados, alzar la voy, hacer algo diferente, no ser uno más de los que ‘a mí también me pasó’ sí pero no hiciste nada y por eso le sigue pasando y le sigue pasando a gente allá fuera, para quienes tenemos la fortuna de haber regresado que chingón, gracias a Dios, pero ahora sé y estoy segura que hay personas que por culpa de esa organización llamada ‘policía’ no volvieron, ni volverán a casa”, lamenta.

Viri señala que a raíz de lo sucedido algunas personas les expresaron que lo ocurrido no fue grave, sin embargo, enfatiza que para ellos fue la peor experiencia que han tenido en su vida, por ello también procedieron no solo con la denuncia, sino con una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).

“Denunciamos porque, aunque parece que nos dejaron sin esperanzas, en el fondo creemos que en algún lugar de este jodido estado existe la justicia y que se hará lo propio, se gastaron fuertes sumas de dinero pero eso al final va y viene, pero la integridad, dignidad y paz mental es algo que no tan fácil vamos a recuperar, por lo que no quiero formar parte de la gente que permita que le pase algo así a jóvenes como yo, como Lolita, como Jorge, como Stephy, como Javier”, indica.

Antes de ser liberados, los jóvenes fueron obligados a firmar su hoja de derechos como si se los hubieran leído, les tomaron fotos a sus identificaciones y los elementos se negaron a revelar su identidad.

 

ch