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Campesino emigró de Las Vigas para vender cubrebocas en Xalapa

  • Isabel Ortega
Adrián cambió la sierra que usaba para tirar árboles por puesto ambulante de cubrebocas, mascarillas, gorras y guantes

Xalapa, Ver.- La pandemia por covid-19 acabó con 21 mil empleos de campesinos veracruzanos de marzo a julio de 2020. Adrián Luna, de oficio talamonte, es parte de esa estadística. Él, su esposa y su hijo de nueve años abandonaron Las Vigas de Ramírez en busca de trabajo. 

El hombre de 30 años emigró a Xalapa, aquí encontró una oportunidad laboral en el ambulantaje y en la venta de productos para reducir el riesgo de contagio por el virus Sars CoV-2, ese que también frenó los permisos para el corte de árboles.

A la familia de Adrián, la venta de cubrebocas, caretas y guantes les genera un pequeño ingreso para “comer” y pagar un “cuarto” donde descansan. La mayor parte del día esos productos los ofrecen en la calle; en el centro de la capital, en la zona universitaria o en plazas comerciales. 

Cambió la sierra que usaba para tirar árboles, por una pequeña estructura de metal en la que lleva insumos de salud. La venta les permite generar un ingreso de 170 pesos diarios (hasta mil 190 pesos a la semana), que se duplica con el salario de su esposa.

En entrevista, cuenta que dejó su casa y al resto de su familia por un trabajo que le ofreció su amigo Marcos, quien ahora los emplea a él y a su esposa. 

Adrián tenía que buscar dinero para comer, pues desde marzo se frenaron todos los permisos para talar en el municipio de Las Vigas (ubicado a 35 kilómetros de Xalapa), por lo que se agotaron las opciones de trabajo. “Nos estaba yendo muy mal”, platica.

En un día como talamonte ganaba hasta 250 pesos, ese ingreso dependía del número de árboles que lograba derribar. A él y los demás campesinos les pagan 50 pesos por cada metro cúbico. A la semana obtenía hasta mil 500 pesos, hace cuentas. 

Si bien, el ingreso era poco, no pagaba renta y estaba con los “suyos”, además obtenía alimento del campo.

Su amigo Marcos le ofreció el trabajo en Xalapa. Le da el material y no importa cuántos artículos logré vender, cobra su día, “Si no le vendó nada me gané 170; por la pandemia no hay mejor trabajo”, dice un poco desanimado. 

El joven talador reconoce que él ni su esposa tienen días de descanso; tomarse los sábados o domingos es quedarse sin dinero. La zona de plazas comerciales es de “buena venta”, donde ha ganado hasta 600 pesos en un día, explica. 

Este día a Adrián le tocó recorrer la zona universitaria; la asistencia de académicos, padres de familia y aspirantes a ingresar a la UV le representa una opción de venta; aunque hasta la media mañana solo ha vendido un cubrebocas y una mascarilla; unos 150 pesos. Su esposa se fue al centro.

MITIGAN COMIDA Y CONSUMO DE AGUA PARA PAGAR LA RENTA

La familia de Adrián se ha tenido que adaptar a las condiciones de Xalapa; deben pagar mil 500 pesos al mes de arrendamiento. Diariamente su ingreso es de 170 pesos: 80 pesos para la renta, 20 para transporte. 

El resto del dinero, que completa con el salario de su esposa, les alcanza para comprar agua, la cena y lo necesario para prepararse una torta, su único alimento por más de ocho horas que dura su jornada laboral.

Su condición de ambulante lo obliga a caminar por las calles de la ciudad, la intención es evitar que personal de la Dirección de Comercio del Municipio les exija un permiso que no sabe cómo tramitar.

Aunque su rutina diaria incluye subir y bajar las complicadas calles de Xalapa, es muy “prudente” antes de comprar algún líquido para compensar el desgaste físico, “si se me antoja un agua la tengo que comprar solo cuando de verdad ya lo necesito”

Esa misma condición, reconoce, la padecen su esposa y su hijo que recorren juntos otros puntos de la ciudad.

El pequeño de nueve años cursas el cuarto año de primaria, en este momento estudia por las noches, pues en horario escolar debe trabajar al lado de su mamá. No conocen a nadie en Xalapa que lo pueda cuidar y cuando regresan a casa una “compañerita” le manda los trabajos y hace la tarea que envían por celular.

La nueva modalidad de educación en línea es una ventaja para ellos, pues su hijo no perderá el ciclo escolar y puede acompañarlos en su rutina diaria.

Adrián cuenta que se mantendrá en Xalapa en tanto dura la contingencia, pues en su municipio no hay opciones para sobrevivir.