• Seguridad

Luis Ángel no era delincuente, trabajaba para gobierno: esposa

  • Miguel Ángel León Carmona
María lamenta que la muerte de Luis Ángel la ha dejado en una incertidumbre financiera para ella y su hija. “Él se hacía cargo del sustento"

Xalapa, Ver. – “Mi esposo no era delincuente y lo mataron; era su empleado, señor Yunes. Él no tenía tatuajes, de lunes a viernes trabajaba en el penal de Pacho Viejo para mantener a nuestra hija de cinco años. Nos indigna que en 12 horas saliera a decirle a todos que era un criminal”.

Es la queja de una mujer que enviudó hace cinco días. Su marido, Luis Ángel Domínguez Márquez, y otras nueve personas fueron asesinadas el pasado 13 de enero en Xalapa y posteriormente señalados por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares como integrantes de la banda de secuestradores Los Tiliches o Los Tigrillos.

“No son personas de bien, son personas que se dedicaban a actividades ilícitas y que sabían perfectamente bien los riesgos que se corren”, refirió el ejecutivo estatal sobre las diez víctimas, nueve de ellas descuartizadas, argumentando su tesis en supuestos tatuajes que portaban los finados en el cuerpo.

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María -quien así será llamada por seguridad- explica desde el teléfono que su cónyuge cumplía 13 años adscrito a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP), haciendo labores de mantenimiento en el penal de Pacho Viejo, Coatepec por unos 9 mil 800 pesos mensuales.

La tarde del 13 de enero, Luis Ángel, su primo Rodolfo Viveros Morales y un tercer hombre, desconocido para la familia, fueron “levantados” en las inmediaciones de la colonia Los Laureles, cerca del Congreso Local. Luis Ángel, de 33 años, murió acribillado frente al Poder Judicial del Estado, en un presunto intento por escapar de sus captores.

Rodolfo Viveros y el tercer hombre aparecieron desmembrados junto a otras siete personas en la entrada del Fraccionamiento El Tejar.

La última vez que María se comunicó con Luis Ángel, apodado “El Borrego”, fue a las 13:15 horas, mediante un mensaje de WhatsApp. El hombre recogería en el negocio de su primo -de oficio serigrafista- las invitaciones para el cumpleaños de su hija, que celebrarían este fin de semana.

“Todo pasó muy rápido: a las 13:15 hablé con él y a las 13:30 me avisaron que lo habían matado. Los vecinos dicen que a los tres se los llevaron en un carro negro. No sé si a todos, pero él apareció esposado de manos”, agrega la entrevistada.

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“Si el gobierno le pagaba a mi esposo, ¿qué necesidad tenía de delinquir?”

María insiste ni Luis Ángel ni su primo Rodolfo Viveros tenía necesidad de delinquir. Asegura que Luis Ángel además de su trabajo en la SSP, los fines de semana ayudaba en el negocio de su padre, dedicado a la venta de automóviles usados en el tianguis de la capital.

“Él era muy trabajador, no se conformaba con su sueldo y buscaba de una forma digna darnos lo mejor a la familia. Queremos que se limpie su nombre, porque no se dedicaba a ningún negocio ilícito”, recalca.

“El Borrego”, como le decían por su cabello rizado, es reconocido por familiares como un hombre que aparentaba ser reservado, pero que “ya entrado en confianza era ocurrente, bromista. A la familia hacía reír con cada cosa que se le venía en mente”, refieren conocidos que también solicitaron el anonimato.

María lamenta que la muerte de Luis Ángel la ha dejado en una incertidumbre financiera para ella y su hija. “Él se hacía cargo del sustento en el hogar, era nuestro pilar”.

En medio del duelo, la madre ya piensa cómo sacará adelante a su hija, no mayor a los cinco años. “Mi niña era la adoración de Luis Ángel, él la consentía y la adoraba. Yo era ama de casa, ahora que él no está nos quedamos desamparadas”.

A la mujer se le cuestiona si, como víctima indirecta espera justicia, pero ella sentencia con la voz entrecortada: “las declaraciones del gobernador fueron contundentes, se mataron entre delincuentes, que entre ellos se arreglen”.

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