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Promesas a medias, a un año del deslave en Coscomatepec

“Ha sido muy difícil soportar todo lo que pasó", "nadie es igual que antes", relatan sobrevivientes.

Coscomatepec, Ver.- “Ha sido muy difícil soportar todo lo que pasó: perdí mis cinco hijos y mi esposa”, dice Alfredo Reyes Moguel, un hombre de tez morena, de 36 años, que sobrevivió a un deslave de tierra que mató a 13 personas, 8 de ellas menores de edad, en la comunidad de Tecoac, Coscomatepec, en la sierra central de Veracruz.

El 9 de septiembre del 2013, el reblandecimiento de la tierra generado por las fuertes lluvias y la inestabilidad en el terreno, a partir de la extracción de arena que se hace a los costados de las montañas –una de las principales actividades económicas de la zona-, dio lugar a que la copa de un cerro se viniera abajo y sepultara tres viviendas.

En una de esas casas quedó atrapada la familia de Alfredo Reyes: su esposa Yolanda Herrera; sus hijos Édgar Alfredo, Yadira, María Yanet, Leidi Anahí y Aldo Reyes Herrera, y a su suegra, Juana Herrera.

“Salgo de casa a las siete y regreso a cenar, y a dormir. Trabajo para sacar los gastos y nada más. Yo ni creo que haga más en la vida, yo me siento, desgraciadamente, acabado”, dice Alfredo que tiene los parpados caídos y la espalda encorvada.

Desde aquel septiembre del 2013, él y otras diez personas que sobrevivieron al deslave, porque no estaban en sus viviendas con sus familias, viven apilados en una casa de madera y lámina,  que les prestó un habitante de la comunidad, en tanto, las autoridades cumplían su promesa de construirles nuevas viviendas.

“Nos sentimos un poco incómodos en la casa que tenemos prestada. Somos de diferentes familias y cada quien tiene sus modos. No tenemos intimidad. Además, hay días en que el dueño viene con toda su familia, y no puede usar su casa, nos sentimos un poco mal por eso”.

La vivienda a la que se refiere Alfredo es una cabaña de madera de 6 por 8 metros, con techo de lámina y cartón. Los dormitorios de los inquilinos, están apenas separados por cortinas, y la cocina –que no cupo en el interior- fue habilitada en el corredor.

“El gobierno nos dijo que esta semana nos entregan las casas, la verdad, no sabemos si sea cierto o no sea cierto. Ya tenemos un año esperando, y no las han terminado, están sin revocar y no tiene luz, pero comparado con la situación en la que vivimos, yo aunque sea así, la acepto”, dice Alfredo

En el centro de la comunidad de Tecoac hay un predio donde están las  nueve casas de material que el Gobierno construye para los damnificados. Son de cuatro por cuatro, están conectadas al agua potable, al drenaje, pero sin revocar y sin conexión a energía eléctrica.

“Nadie es igual que antes”, dice sobreviviente

Cuando Susana  Trujillo Herrera tomó de la mano a Pablo Torres Morales, de 10 años, y se fue con él a comprar la despensa en tianguis en Coscomatepec, aquél 9 de septiembre, no imaginó lo que encontraría a su regreso.

La camioneta que hace viajes colectivos de la comunidad a la cabecera municipal de Coscomatepec, estaba cerca de donde se había sido el deslave, cuando unos señores la interceptaron y le dijeron al conductor que no se podía pasar, que estaba tapado el camino.

“En ese momento no me quisieron decir que había un deslave sobre la casa donde yo vivía. Me dijeron que la tierra se había llevado una casa amarilla. Como cerca de donde vivía estaba una casa amarilla de madera, yo no me imagine que a mi casa le hubiera pasado algo”.

Más tarde se enteraría, cuando una señora llegó hasta donde estaba y le comentó lo ocurrido.

“Salí corriendo a ver, empecé a llorar y a gritar, hubo un señor que me detuvo porque yo quería bajar a ver, a buscar donde estaba mi mamá Juana Herrera –ella era mi tía, pero yo le decía mamá”.

La lluvia y la inestabilidad del terreno hicieron imposible que ese día, Susana llegara hasta la zona del deslave. Tuvo que resignarse a pasar la noche en una casa ajena, y hacer llamadas de alerta a la familia que vive fuera de Tecoac.

“Nadie es igual que antes de aquél día, siempre la que nos mandaba y nos decía que hacer era mi mamá Juana Herrera. Ella nos daba instrucciones, y todos los demás obedecíamos, le hacíamos caso. Ahora, cada quien hace lo que quiere. Nos ha costado mucho organizarnos”.

Además, “pasamos de vivir en nuestra casa cada quien, a estar en esta casa todos juntos. Estamos apretados, y  tenemos problemas: uno hace una cosa, otros no. Unos dan más, otro dan menos”.

Susana  Trujillo Herrera  recuerda que en un principio, el gobierno les daba despensas, pero después de algunos meses, dejó de otorgarles el apoyo.

“Ahorita estamos esperando las casas que nos prometieron, están muy chicas,

No están revocadas, no tienen conexión a luz, pero aunque sea así las queremos, porque en la casa prestada, estamos muy incómodos”.

Un puente a medias

Tecoac es un pueblo de aproximadamente 300 habitantes, que subsisten de la siembra de papa, maíz, frijol, tomate, aunque muchos trabajan en las minas de arena de la región, excavando arena de los cerros y vendiéndola al sector de la construcción.

El plan municipal de Desarrollo de Coscomatepec 2014-2017, la ubica como una comunidad con alto grado de marginación, rezago social medio, y está incluida en la Cruzada Nacional Contra el Hambre.

El día que ocurrió el deslave, llegó hasta el lugar el gobernador Javier Duarte de Ochoa, y como parte de las promesas para menguar los sentimientos de enojo, tristeza que generó la muerte de tantas personas en el deslave, hizo tres promesas fundamentales: la entrega de viviendas para los afectados, la reconstrucción de un puente y la pavimentación de 12.6 kilómetros de carretera Tetelcingo-Xocotla.

A un año de la tragedia, las viviendas están a medio terminar, se estima que el ayuntamiento haga una inversión para revocarlas y dejarlas en condiciones habitables.

El puente a Tetelzingo, que quedó en manos del titular de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), Raúl Zarrabal Ferat -quien resultó con varias observaciones de parte del Orfis, por su desempeño en la dependencia-,  se encuentra a medio construir.

En un recorrido realizado en la zona se constató que el puente de 140 metros de largo que comunica a Tetelzingo, tiene los abroches puestos, y tres pilares levantados.

Sin embargo, le hacen falta la colocación de 15 trabes, el colado de la losa, la delimitación de banquetas, guarniciones, y la colocación de parapetos.

Trabajadores de la obra señalaron que esta  semana, los trabajos cumplieron una semana detenidos. Pero son optimistas, y esperan que para diciembre, la obra pueda ser inaugurada.

La pavimentación de 12.6 kilómetros de carretera Tetelcingo-Xocotla, es una utopía.