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"Vi cómo la tierra se llevó todo"

Rosa Huerta narra cómo perdió todo lo que construyeron en 20 años, tras el deslave.

Veinticuatro horas después del deslave en San Jacinto, Coatepec, Rosa Huerta Monje, de 44 años de edad, está sentada afuera de su casa, observando, ensimismada, el ir y venir de personal de Protección Civil que entra en su casa y en la de sus vecinos como si fueran los dueños.

Contrario a la actitud de otros lugareños, que no dejan de narrar lo que sucedió hace un par de horas, Rosa permanece en silencio, encogida de hombros, con los ojos llorosos, y sin platicar con nadie.

Rosa Huerta parece querer guardar un secreto muy triste: ella y su esposo estuvieron a punto de ser absorbidos por el deslave de tierra que se registró en la cañada, ubicada en el patio de atrás de su casa.

No es sino hasta después de insistir, que la mujer se anima a contar la siguiente escena:

“La tierra tronaba. Se oía que tronaba por aquí y por allá. Se escuchaban piedras caer al vacío. Y llegó un momento, en que comenzó a formarse un remolino en el suelo. La tierra se movía hacía un lado y luego para otro, después, comenzó a hundirse, a irse para abajo”.

“Seguía tronando la tierra, cuando comencé a ver cómo se meneaban los árboles, y nada más de momento,  vi cómo se llevó todo, empezó a jalar todo y se llevó el muro de contención”.

Fue en ese momento, que Rosa Huerta dio el grito de alerta a su esposo: “salte de la casa, ya no le hables a Protección Civil,  vente porque se está “yendo” la tierra”.

Unos minutos antes del deslave, Rosa Huerta y su esposo, habían estado parados en el patio de su vivienda. Justo en el pedazo de tierra que ahora es vacío, habían notado grietas, cuando se acercaron a quitar una lavadora del lugar.

“Yo le dije a mi esposo, llama a Protección Civil, para que nos digan qué tenemos que hacer, porque parece que se va a caer otro pedazo de tierra”, cuenta Rosa, quien, se corrió unos metros de la zona con grietas, mientras su esposo se metió a casa, para llamar a PC.

Ahora, que está sentada en el frente de su casa, observando cómo se evalúan los daños, hace conciencia del siguiente detalle: el pedazo de tierra que ella imaginó que se iba a caer, no se compara con el que se cayó.

“No pensé que fuera a ser para tanto. Pensé que se iba a sumir poco a poquito, y que todo iba a tener arreglo”.

Hace unos momentos, Protección Civil le ha informado a Rosa y a su esposo que no podrá regresar a la que ha sido su vivienda, desde hace más de 20 años. A partir de ahora, deberá habitar el refugio -establecido en la iglesia del pueblo- hasta que las autoridades la reubiquen en un nuevo lugar.

Rosa Huerta  se estira para tocar con la palma de su mano, la pared de su vivienda. Entonces revela que su casa de material no tiene mucho tiempo de construida, hace poco, era de madera como muchas otras en este lugar.

Con el dinero que su esposo gana como obrero en la Calera, y ajustando el gasto familiar, la fueron construyendo de material, poco a poco. Hicieron dos cuartos, la cocina…

“Ahorita voy a ver con mi esposo, a ver dónde nos vamos a ir. Yo pienso que solamente con mi familia, a ver si me dan permiso de quedarme con ellos”.

Rosa y su esposo están tristes por tener que dejar la casa que han construido con sacrificios, pero son afortunados si se recuerda que los deslaves de la temporada de lluvias en el 2013 cobró la vida de más de 20 personas.